La Sala Parés de Barcelona acoge una nueva exposición del artista leridano Magí Puig , reconocido por su habilidad para captar la luz y transmitir la esencia de paisajes urbanos y escenas cotidianas.
Desde pequeño, Puig (Palau, 1966) mostró una inclinación natural por el dibujo, y durante sus estudios universitarios la pintura se convirtió en su principal forma de expresión. Sus obras retratan escenas cotidianas, como mercados locales o momentos de la vida familiar, y beben de su experiencia viajera, con inspiraciones que van desde ciudades como París, Venecia y La Habana hasta los paisajes de Senegal, Turquía, Cuba y Marruecos. Uno de los rasgos más característicos de su obra es la intensidad de la luz, a menudo representada con contraluces que desprenden colores vivos y penetrantes. En sus pinturas de playas, las siluetas se recortan sobre superficies brillantes que parecen fundirse con el cielo y el mar. En los paisajes urbanos, en cambio, el artista suele omitir la presencia humana para centrarse en la arquitectura y en cómo la luz transforma los espacios.
De Maspujol a Fez, Magí Puig.
Puig se considera un alquimista de la realidad, capaz de destilar la esencia de momentos complejos y convertirlos en experiencias visuales que van más allá de su apariencia superficial. Su minuciosa técnica y el uso expresivo del color crean una realidad que apela directamente al alma del espectador. Desde 2003, expone regularmente en la Sala Parés de Barcelona, donde ha consolidado una trayectoria que también incluye exposiciones internacionales en países como Francia, Reino Unido, Suiza y Estados Unidos.
Pinya, Magí Puig.