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Editorial

Del Museo Tamayo al MAM: de Tàpies a Khalo y Varo

Del Museo Tamayo al MAM: de Tàpies a Khalo y Varo

El recorrido por Ciudad de México no termina nunca, pero por algún sitio hay que volver a empezar. En este caso, ese día del mes pasado se inició en el Museo Rufino Tamayo, una joya arquitectónica de Abraham Zabludovsky y Teodoro González, inaugurado en 1981 para acoger la colección -aunque de forma permanente nunca está expuesta- del mayor artista mexicano Rufino Tamayo y su esposa Olga. Tamayo nunca quiso que el centro se convirtiera en un mausoleo en sus creaciones y, como Joan Miró con su fundación de Barcelona, primó que se exhibieran en sus espacios las obras más radicales que se estuvieran desarrollando durante el momento presente en todo el mundo. Lo cierto es que las propuestas interesantes de este equipamiento no dejan de sorprender a propios y extraños, a pesar de que el impasse durante el cambio de gobierno mexicano ha detenido temporalmente algunos proyectos y es que parece que el nuevo gobierno federal no tiene en la cultura una piedra de toque.

Del Museo Tamayo al MAM: de Tàpies a Khalo y Varo

Durante la visita, gracias a la gentileza de Ana Sampietro -coordinadora de exposiciones conjuntamente con la catalana Lena Solà Nogué-, una mexicana con parientes catalanes y vascos, descubrimos la radicalidad y compromiso del artista filipino Daniel Medalla. Desde su activismo homosexual, logra revolucionar, sacudir a muchos sectores de la sociedad filipina. Su praxis le lleva a investigar con la pintura, el dibujo, la fotografía, el textil, la performance, un artista transdisciplinario en toda regla. Pero el museo acoge también una propuesta retrospectiva del artista brasileño Paulo Nazareth (Brasil, 1977) que profundiza en el “arte de conducta” donde cuestiona la identidad latinoamericana y profundiza sobre la economía racial y el debate sobre los temas coloniales. También visito una colectiva que titulada “Otrxs Mundxs” da una visión global de artistas mexicanas a partir del concepto de utilizar la infraestructura del museo como un material para la investigación artística. Y ya para terminar, cómo no, una pequeña exposición de grabados sobre el tema de la mujer que hizo Rufino Tamayo, de un deje expresionista y telúrico sorprendente.

Del Museo Tamayo al MAM: de Tàpies a Khalo y Varo

Del Museo Tamayo al MAM: de Tàpies a Khalo y Varo

Una vez terminadas todas las exposiciones, un par de sorpresas: visita a las reservas (almacenes) del museo, donde nos aparece un cuadro de Antoni Tàpies de grandes dimensiones que el artista mexicano tenía en la sala de estar de su casa - la relación Tamayo-Tàpies tuvo mucho recorrido e intensidad y no creo que se haya investigado lo suficiente. Y visita al archivo documental del centro, donde se guarda la memoria de cómo se construyó el equipamiento, así como de todas las obras de arte que se tienen custodiadas. En fin, un disfrute de visita y amabilidad en el trato por parte del equipo del Tamayo.

Del Museo Tamayo al MAM: de Tàpies a Khalo y Varo

El recorrido, pero no termina aquí. A pocos metros del Museo Tamayo, vamos a descubrir las obras que nos esconde el Museo de Arte Moderno (MAM), inaugurado en 1964, básicamente lo mejor del arte mexicano del siglo XX. Un museo que fue durante décadas la referencia en arte contemporáneo hasta que apareció el Tamayo que tomó el relevo en contemporáneo en los años 80. El proyecto arquitectónico fue al cuidado de Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares. Lo cierto es que fue un disfrute ver las obras más emblemáticas de Remedios Varo (la artista nacida en la villa gerundense de inglés, exiliada española y que es patrimonio mexicano) y las de Frida Kahlo.

Del Museo Tamayo al MAM: de Tàpies a Khalo y Varo

Para mí, las obras más interesantes del museo, aunque no podemos menospreciar las pinturas de los grandes muralistas mexicanos como Orozco, Rivera y Siqueiros, son las Varo y Kahlo, por la poesía y al mismo tiempo potencia creativa, se convierten en un tsunami de aire fresco y revelador de sueños ignotos. La obra “Las dos Fridas (1939)”, que se ha convertido en un icono, no puede dejar a nadie indiferente. También me encantó y sorprendió a las fotografías de Manuel Álvarez Bravo. Cabe decir que la museología necesitaría una actualización conceptual, una simplificación, así como en el piso superior, donde se encuentran la última década del XX y obras del XXI, una selección y disposición más esmerada. Pero las cosas son como son y la visita a estos dos equipamientos nucleares del arte mexicano son y deben ser ineludibles para entender y disfrutar del disfrute y drama del hecho artístico de un lugar y un tiempo.

Del Museo Tamayo al MAM: de Tàpies a Khalo y Varo

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