Salvatore Ferragamo es el nombre detrás de una de las marcas más icónicas de la moda. Decir que fue un diseñador de calzado sería quedarnos cortos; fue un innovador, un artesano visionario y un apasionado por el arte en todas sus formas. Su trayectoria comienza en el pequeño pueblo de Bonito, en el sur de Italia, y se extendió hasta los círculos más exclusivos de Hollywood y Florencia, transformando un oficio humilde en una expresión de elegancia e ingenio a través de la creatividad y, sobre todo , gracias a su pasión por el arte.
En 2023 se celebró un siglo desde que Ferragamo abriera su primera tienda en Hollywood, un paso clave en su trayectoria. Para conmemorar este aniversario, el Museo Salvatore Ferragamo de Florencia le dedicó la exposición Salvatore Ferragamo 1898-1960, una retrospectiva a gran escala que recorre toda su vida y su obra. Esta muestra, que podrá visitarse hasta abril de 2025, incluye una colección impresionante de documentos, muestras de trabajo, vídeos y objetos significativos de lo que fue su vida y obra.
Desde muy joven, Ferragamo demostró un interés insaciable por la zapatería. Pese a las reticencias de su padre, que consideraba el oficio demasiado modesto, Salvatore siguió su pasión. Empezó aprendiendo las técnicas del calzado artesanal en Nápoles, pero rápidamente quiso ir más allá. Cuando aún era un adolescente, abrió su primera tienda en su pueblo natal, un modesto negocio que pronto se hizo pequeño ante sus ambiciones.
La gran oportunidad llegó cuando se trasladó a Estados Unidos en 1915, uniéndose a sus hermanos en California. Allí, en Los Ángeles, se introdujo en la industria del cine gracias a un hermano que trabajaba planchando vestidos para películas y un primo actor. Pronto, los estudios de Hollywood empezaron a confiarle la fabricación de calzado para sus producciones. En su primera tienda, situada frente al Grauman's Egyptian Theater, Ferragamo empezó a crear piezas para las grandes estrellas de la época, como Pola Negri, Mary Pickford y Rudolph Valentino, ganándose el título de “zapatero de las estrellas” ”.
Más allá de Hollywood, Ferragamo tenía una inquietud constante por innovar y empezó a utilizar materiales como la piel de pescado, el corcho, la rafia e incluso celofán, dejando el cuero, material por excelencia para los demás. Ferragamo se inspiraba no sólo en las necesidades prácticas, sino también en las influencias artísticas. El descubrimiento de la tumba del rey Tutankamón en 1922 inspiró los estilos y ornamentaciones de las sandalias que diseñó para Los Diez Mandamientos, dirigida por Cecil B. DeMille. De la misma forma, las colecciones de arte de Florencia y los movimientos artísticos contemporáneos, como el fauvismo, el cubismo y el futurismo, marcaron también su estilo, como por ejemplo los colores y las formas geométricas de Sonia Delaunay.
Un aspecto que le diferenciaba era su conocimiento de la anatomía humana, que desarrolló mientras vivía en Estados Unidos. Consciente de la importancia de la ergonomía, Ferragamo diseñó zapatos que no sólo eran bellos, sino también cómodos y funcionales. Midió personalmente los pies de sus clientes para crear moldes de madera -esculturas meticulosas- que reflejaban las peculiaridades de cada pie. Como él mismo decía: “Me encantan los pies. Me hablan. Cuando los tengo en las manos, siento sus fortalezas, sus debilidades, su vitalidad o sus carencias. Un buen pie, con músculos firmes y un arco fuerte, es un placer de tocar, una obra maestra del trabajo divino.”
Pero más allá de su visión creativa, su influencia trascendió las fronteras de la moda, estableciendo un diálogo entre arte y diseño, en el que la forma y la función se complementaban. Ferragamo, con su obsesión por el detalle y su capacidad de integrar elementos artísticos en cada diseño, dejó una impronta en la historia del calzado y en la evolución de la cultura visual del siglo XX, siendo su nombre, todavía hoy , sinónimo de sofisticación y elegancia.