En mayo de 2024 la prensa se hacía eco de las manifestaciones en las calles de varias ciudades del Estado español para reivindicar un control y regularización del turismo descontrolado e invasivo que altera la vida de los ciudadanos. El municipio de Eivissa, afectado por esta problemática, fue una muestra evidente. El Diario de Ibiza salía, aquella última semana de mayo, con titulares como "Alrededor de 1.000 personas protestan contra la masificación turística en Ibiza" o "Somos extranjeros en nuestra isla". Noventa años antes, la prensa ibicenca también alertaba de sin embargo, estos peligros reivindicaba los hipotéticos beneficios del turismo. 1932: “Por fin se va viendo la inmensa importancia que para Ibiza supone la industria del turismo”, si bien el semanario ibicenco Excelsior avisaba el 10 de septiembre de 1932 de que ”el turista atraído por la singularidad acaba por destruirla”.
La destrucción del paraíso. Eivissa, Walter Benjamin y el primer desarrollo turístico plantea una mirada de la evolución de la isla y del turismo a través de los ojos de Benjamin, pero también hemos extendido nuestra propia mirada a través de las publicaciones periódicas. El debate entre el progreso y la conservación surgió desde el principio, pero se ha ido reproduciendo a lo largo de los años. Benjamin pensaba que Ibiza era un paraíso y que los turistas le destruirían. ¿Cómo puede destruir un sitio la construcción de hoteles con electricidad y agua corriente?
Evidentemente, Walter Benjamin pensaba en términos de futuro, en una lógica que podríamos llamar profética, en el sentido que veía en estas innovaciones los primeros orígenes o semillas de un potencial crecimiento turístico masivo y destructor, de lo que ahora llamamos -y todo a menudo criticamos como turistificación.
Por eso, cuando Benjamin decía que queda un "tiempo valioso" antes de que se terminen los nuevos hoteles en Ibiza, pensaba también en la llegada masiva de turistas que, en principio, parecerían representar un progreso que querría detener, de una modernidad que no quisiera que estorbara este mundo isleño todavía anclado en el pasado, en las formas de vida y la arquitectura tradicionales.