La ciudad de México, antes llamada DF, no termina nunca. Treinta millones de habitantes, como casi toda España, interaccionan. Siempre es un placer volver a visitar esta ciudad llena de energía, creatividad, contrastes sociales y naturaleza –el parque de Chapultepec, donde se concentran los grandes museos de la ciudad. La primera parada obligada está en el centro de arte “ex Teresa Arte Actual”, en medio de la yema del huevo de la vida política, social y turística del caso antiguo; por eso, no es de extrañar que para llegar al recinto algunas veces el tema se complique. Quizá el nombre del centro repentina, pero es que apela a la historia de este antiguo convento reconvertido en templo pagano del arte. La directora Valèria Macías recuerda la tradición de exposiciones y acciones artísticas de riesgo y de innovación, a la vez que la programación del espacio también quiere recordar artistas singulares y de dilatada trayectoria que merecen tener un reconocimiento por su trabajo. Y es aquí donde debemos hablar de César Martínez, un gran creativo aparte de ser una persona maravillosa. Lo conocí hace dos años gracias a la intermediación del artista catalán-mexicano Roc Parés. César vivió durante años en Madrid y conectó con autores tan potentes y singulares como Marcel·lí Antúnez, además de tener obra en colecciones como la Fundació Sorigué.
César Martínez durant la residència a Banyoles.
Hace dos años tuve el privilegio de visitar su taller en Ciudad de México y surgió la posibilidad de realizar una residencia en la ciudad de Banyoles de la mano de la Fundación Lluís Coromina Isern. El trabajo era interactuar con los residentes de la Fundación Mas Casadevall, especializada en trastornos del espectro autista (TEA). César tomó el reto sin vacilaciones. Lo cierto es que durante el mes que estuvo en Banyoles -y que tuvo que marcharse corriendo hacia México, en un viaje relámpago de cinco días, para recoger un galardón destacado del Ministerio de Cultura del Gobierno Mexicano- no paró de trabajar con mucha mano izquierda, con infinita paciencia y con creatividad desbordante. El resultado de todo este proceso -moldes de surrealismo patente que se recrearán con cera, cerámica y pasta de papel-, puede verse en la exposición de México en formato vídeo; entre 2025 y 2026 se podrá ver todo el trabajo desarrollado en la capital del Pla de l'Estany y de la capital de Cataluña, al unísono, en las salas de exposiciones de la Fundación Coromina Isern.
La Idea y la Odisea, César Martínez. © Ex Teresa Arte Actual/Javier Jair Cruz Galván
Pero volvamos a la ex Teresa: la propuesta nos invita a realizar un recorrido retrospectivo hacia las diferentes etapas de experimentación del autor. En primer término, y mientras intentamos no marearnos por las pendientes del suelo del edificio, encontramos las esculturas de cera en tamaño real. Éstas, como un grupo de zombies, se ponen ante nosotros con un ble encendido en la cabeza mientras simbolizan, entre otras cosas, la luz del conocimiento humano. Encima, esqueletos reman en un viaje hacia el otro mundo. En los laterales las lápidas que juegan en la poesía visual al más puro estilo de Joan Brossa. Y como si se tratara de una caverna platónica, de la oscuridad a la luz del conocimiento, encontramos el primer hinchable del autor hecho con materiales oscuros y que bien iluminados proyectan misteriosas sombras mientras representan un descenso contemporáneo. Posteriormente, entramos a la luz: una capilla barroca de frescos y dorados se interrelacionan con esculturas nacidas durante la época del cóvido. Obras tridimensionales blandas y que se hinchan de aire y de luz -y se desinflan de aire y de luz- de forma repetitiva, como si de un latido humano se tratara. Bebés, figuras de hombres y mujeres a cuerpo entero levitando por el cielo, rostros que se confrontan… son algunos de los representantes humanos que interactúan con un ciudadano comprometido en sentir y disfrutar de una exposición de corpus intelectual y voltaje estético.
'Cuerpo suspiro (Sucesos escultóricos: esculturas inflables)', César Martínez (2002-2024)
Abandonamos el espacio del templo, de los oscuros y de los claros, y pasamos por debajo de una bandera europea gigante, con mucha intrahistoria, en la que las estrellas son máscaras de la revolucionaria Comandante Ramona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Reflexión desgarradora. Silencios y pensamientos entre el pequeño grupo que recibimos esta visita guiada exclusiva. Posteriormente, obras de primera época hechas con dinamita que en vez de destruir, construyen. Como siempre, César deconstruyendo el sentido hetereonormativo de lo cotidiano. Y llegamos a la última sala, rebosante de sentidos y proyectos geniales: billetes que se convierten en una denuncia del colonialismo; figuras comestibles de pequeño formato y como si de una partida de ajedrez se tratara; "góndolas" mexicanas -traineras- de carácter popular que se pasean por todos los ríos de las grandes capitales europeas o fotomontajes de Carlos V publicitando la chocolatina que se hizo popular en la capital mexicana y que tiene el trasfondo del dominio de materiales tan preciados como el Chocolate, una de las dulces palabras de origen náhuatl que forman parte de nuestra lengua. En fin, un goce de retrospectiva, un goce de compromiso social y visión crítica para hacer del mundo un sitio mejor. Gracias César.
'La bandera zapArtista', César Martínez (2021)