Sí, la Feria Internacional del libro de Guadalajara en México (FIL), después de la feria del libro de Frankfurt, es la más importante del mundo. Este año, España era el país invitado, anteriormente Cataluña también lo había sido y el próximo año Barcelona lo será. El hecho es que los de la cultura de Cataluña y de toda España estábamos allí con mucha cantidad. En el vuelo de ida, yo iba con el empresario y mecenas Lluís Coromina para presentar una mesa redonda para dar a conocer el Premio de Narrativa Diana Zaforteza, coincidí con la periodista y crítica de arte Ángela Molina, con los gestores culturales Rocio Santacruz, Gabriel Planella y Valentín Roma o con el director del instituto Ramon Llull Pere Almeda, entre otros.
Guadalajara es una ciudad de un millón y medio de habitantes que nada tiene que envidiar a urbes de estas dimensiones. Aparte de la FIL, tiene diferentes museos, centros de arte y galerías de interés, como la sucursal de la galería de madrid Travesia Cuatro. La visita a la exposición del Museo Cabañas, vinculada a la FIL, era obligada. Un grupo de curadores y curadoras, encabezados por el omnipresente Manuel Borja-Villel, habían inaugurado la exposición 'Lectura por contacto. Poética y experimentación en España, 1962-1972'.
'Lectura por contacto. Poètica y experimentación en Espanya, 1962-1972' al Museu Cabañas
El espacio es imponente, un antiguo hospicio ahora reconvertido en equipamiento cultural. Dentro, entre otros, encontramos unos espectaculares frescos del reconocido muralista mexicano José Clemente Orozco, llenos de reivindicación proletaria, y eso sí, de un realismo social desgarrador -'El hombre en llamas', en la cúpula central se convierte en una obra extraordinaria- pero un punto tétrica toda la intervención, ya que la estructura arquitectónica que la acoge ya es suficientemente sobria. Cabe decir que en una salita paralela, se nos descubren unas pinturas de medio formato, coloreadas y de una intensidad y energía descomunal, un expresionismo salvaje y primitivo. Pero volvamos a la exposición, una recopilación de arte, mucho de él catalán -empezando por obras de Joan Brossa o Antoni Tàpies- que nos invita “a explorar cómo un grupo de artistas visionarios empleó la escritura, la poesía y otras disciplinas artísticas para desafiar el statu quo y construir un futuro más libre y creativo”, apuntan los curadores. Las obras entre ellas dialogan escasamente, un espíritu algo desangelado respira todo ello, algo lo que tiende a suceder en estas exposiciones colectivas. Pero me hizo gracia encontrar el grupo experimental Zaj y me hizo especial ilusión ver un documental de Pere Portabella, grabado en catalán en la Barcelona de la época franquista, donde autores como Pere Quart -Joan Oliver-, con escenografía de un joven Frederic Amat, recitan sobre la libertad. Una exposición que suplió la muestra que debía hacerse primigeniamente y que partía del fondo del Archivo Lafuente de Santander para realizar una aproximación a toda Latinoamérica sobre la edición gráfica, revistas y fanzines; una propuesta que nos hemos perdido por miopía política.
'El hombre en llamas', Clemente Orozco
Tras el Cabañas, había que ir a otro equipamiento interesante, el Museo de Arte Zapopan (MAZ) donde Ferran Barenblit, ex-macba, dirigía la exposición 'Ficciones. Narratividad en el arte contemporáneo'. La exposición es un totum revolutum interesante, pero algo caótico -de nuevo con escaso diálogo- de autores emergentes/emergidos muchos de ellos catalanes o residentes en el territorio (Ignasí Aballí, Mabel Palacín, Gonzalo Elvira, Irene Solà, Dora Garcia …) que intentan cruzar discurso con autores mexicanos como Mariana Castillo Deball o Andy Medina. La exposición explora “como el análisis, la interpretación y la construcción de relatos –la relación profunda entre arte y literatura– ha ganado un lugar central en el arte actual. Un museo que también tiene otras exposiciones de interés como la magnífica instalación transdisciplinaria 'La jaula d'oro' de Yvette Mayorga, donde pinturas metasurrealistas, una escultura de un coche -Nissan Datsun de 1974- tuneado de rosa y casi preparado para comérselo y cerámicas kitsch con iconografía de personajes muy conocidos se convierten en un chorro de aire fresco.
‘Ficciones. Narratividad en el arte contemporáneo' al Museo de Arte Zapopan
Y llegamos a la FIL. Llena a rebosar de niños y escuelas, una marabunda que hacía ilusión, pero también algo de ansiedad por las incomodidades que provoca por la movilidad. Mesa redonda y presentación del Premio de Narrativa Diana Zaforteza, la editora catalana que nos dejó demasiado temprano, a la edad de 43 años. Un premio que ha ganado un autor disruptivo que escribe a caballo entre la prosa teatral y la prosa poética con puntas de poesía visual bien encajada. En la mesa, que tengo el placer de moderar, la madre de Diana Zaforteza, Dolores Rodés, Josep Massot, asesor del certamen y un periodista y escritor de primer nivel, y el escritor y también periodista mexicano Antonio Ortuño. Los temas del debate son claros: la responsabilidad de promocionar el talento joven (también deberíamos definir qué significa joven en el siglo XXI); la necesidad de que los premios se publiquen, no sólo tener el dinero del galardón, y las siempre complejas relaciones entre España y Latinoamérica, algunas veces con menos bidireccionalidad de la que quisiéramos.
Ricard Planas, Josep Massot, Dolores Rodés i Antonio Ortuño.