La palabra es una de las manifestaciones más poderosas del pensamiento humano, es el puente entre lo que imaginamos y lo que podemos compartir. Pese a su trascendencia universal, la historia nos recuerda que el dominio de la palabra, tanto escrita como oral, ha sido controlado mayoritariamente por hombres. Y sin embargo, es de la madre, de la voz femenina primigenia, de la que aprendemos el lenguaje que nos permite entender e interpretar el mundo. En el Museu Frederic Marès , la exposición 'Mujeres de palabra' abre una reflexión sobre esta contradicción, trazando un recorrido que reivindica el papel de las mujeres en la construcción de significados, en la creación de discursos y en la lucha por conquistar el suyo propio espacio dentro del relato histórico.
Comisariada por Maria Garganté , esta muestra es una inmersión en cómo las mujeres han utilizado el lenguaje –escrito, hablado o silenciado– para dejar una huella en un mundo que a menudo ha intentado borrarlas. A partir de referencias que van desde la tradición bíblica y la mitología griega hasta la modernidad y arte contemporáneo, la exposición construye un relato profundo y reivindicativo. No sólo habla de mujeres que “tomaron la palabra”, sino que también se fija en cómo estas palabras han sido marginadas, reinterpretadas y, finalmente, rescatadas.
La exposición se articula en tres ámbitos principales que exploran el papel de las mujeres en la esfera intelectual, iniciando el recorrido en la época moderna (siglos XVI-XVIII) y estableciendo diálogos puntuales con la contemporaneidad.
Primero, la exposición traslada a los siglos XVI al XVIII, un período donde leer o escribir era, para las mujeres, un acto casi subversivo. En esa época emergen figuras como Teresa de Jesús o Hipólita de Rocabertí , que hicieron del convento un espacio de intelectualidad femenina, o salones literarios que combinaban cultura y política. Sus obras son testigos de una creatividad que no pedía permiso. Escribir entonces no era sólo un gesto artístico, sino un desafío al orden establecido.
'Dama de l’ermini', segon quart del segle XVI. Museu Frederic Marès. © Foto: ArtWorkPhoto.eu
El segundo espacio expositivo se centra en Santa Ana, quien, según los evangelios apócrifos, no sólo fue madre de María sino también su maestra. Es una potente metáfora de la transmisión de conocimiento: la palabra como herencia cultural y espiritual. María, con el simbolismo de la Inmaculada Concepción, se convierte en un emblema de sabiduría que traspasa las fronteras religiosas para convertirse en un icono de educación y liderazgo. Aquí, el rol de las mujeres como transmisoras de cultura y espiritualidad se entrelaza con su papel como generadoras de ideas, liberándolas de una visión puramente pasiva o decorativa.
La última sección explora el silencio y la marginación de las voces femeninas. Figuras como Cassandra , la profetesa griega que nunca fue escuchada, o Maria Magdalena , sometida a continuas reinterpretaciones, encarnan ese desprecio hacia la palabra femenina. Esta problemática encuentra eco en las sibilas clásicas, a las que se otorgaba una voz oracular que sólo podía ser legitimada por una mediación masculina. Estos relatos se conectan con las experiencias de mujeres contemporáneas como Josefa Tolrà o Eulàlia Valldosera , que desde el terreno del arte han reconquistado el espacio de la palabra como canal de conexión, sanación y creación.
En definitiva, 'Mujeres de palabra', que podrá visitarse fina a finales de mayo, es una reflexión potente sobre los mecanismos que han limitado la palabra femenina y, al mismo tiempo, sobre las estrategias que las mujeres han desplegado para hacerla suya. Es un gesto de reparación simbólica, un llamamiento a reconstruir genealogías olvidadas ya reconocer la centralidad de esa voz.
'La túnica Cassandra', Kima Guitart (2020-2021)
[file21e81]