Bajo la premisa de que el museo del siglo XXI debe dejar de ser un santuario intocable del pasado para convertirse en un espacio vivo, dinámico y crítico, se enmarca Museo Habitat: Dar la vuelta a hechizos, un encuentro internacional que, desde ayer y hasta mañana, 27 de noviembre, reúne a expertos, artistas, y activistas con el objetivo de repensar qué puede y qué debe ser una institución museística hoy en día.
Organizado por el Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña y bajo la dirección de Manuel Borja-Villel, este encuentro propone un espacio de experimentación y reflexión colectiva. No se trata sólo de discutir sobre el museo como edificio o colección, sino de plantear su transformación radical en un marco amplio que aborda cuestiones como la memoria, la redistribución, el colonialismo y las fronteras. Es un programa que apuesta por el cambio estructural más que por simples ajustes estéticos o semánticos.
Las jornadas de Museu Habitat se inician con un principio claro: la cultura debe asumir un rol clave como vehículo de cohesión social y como espíritu crítico ante los retos contemporáneos. En este sentido, los museos no pueden quedar al margen y deben ser espacios abiertos, inclusivos y capaces de generar reflexión crítica sobre los marcos que han configurado la museología tradicional.
Una de las cuestiones centrales que marcan el debate de las jornadas es la restitución , entendida como una práctica que no sólo implica devolver objetos o bienes materiales, sino que también cuestiona el modelo de poder y propiedad dentro del sistema museístico. Esta restitución se vincula a una profunda reflexión sobre la historia del colonialismo, el extractivismo y las dinámicas de injusticia social que han modelado muchas de las colecciones actuales. Es un llamamiento a reescribir la historia de forma más inclusiva, a reconocer las voces y los sujetos que han sido silenciados durante siglos.
Esta perspectiva transformadora que invita a repensar a las instituciones y sus narrativas fue el hilo conductor de las dos conferencias que inauguraron las jornadas Museu Habitat de ayer, a cargo de Fatima El-Tayeb y Joana Masó, que exploraron como los archivos y los museos pueden convertirse en espacios de resistencia, cuidado y reconstrucción colectiva.
La institucionalidad en disputa y archivos transformadores
Fatima El-Tayeb , profesora en la Universidad de Yale y una de las figuras más destacadas en los estudios postcoloniales y decoloniales, ofreció una conferencia que cuestionó los fundamentos de la idea de Europa. Su ponencia subrayó cómo la visión hegemónica de Europa, construida a lo largo de siglos, se ha basado en una jerarquía racial que ha separado a la Europa blanca y cristiana del resto del mundo, excluyendo e invisibilizando las intersecciones históricas que han configurado este continente. A través de un análisis de la historia europea y el legado colonial, El Tayeb defendió la necesidad de reimaginar Europa desde una perspectiva decolonial, proponiendo una nueva mirada que integre las contribuciones y las historias silenciadas de las comunidades racializadas, migrantes y otros grupos marginalizados.
Uno de los ejes centrales de su conferencia fue la importancia de los archivos como herramientas de transformación. Destacó que los archivos no son simples repositorios de información, sino que pueden ser espacios activos para la creación de memorias alternativas e interseccionales capaces de cuestionar las narrativas establecidas. En este sentido, El Tayeb habló de proyectos como Unarchiving Black Knowledge o Digital Black European Archive, que buscan establecer conexiones entre las comunidades racializadas y los archivos hegemónicos. Esta iniciativa propone una relectura de los archivos tradicionales a través de una óptica inclusiva, con el objetivo de construir una nueva narrativa histórica que combata el racismo estructural y reconozca las contribuciones de las culturas no europeas. La conferencia puso de manifiesto cómo los archivos pueden ser espacios de resistencia cultural y política, capaces de transformar nuestra comprensión del pasado y abrir caminos hacia un futuro más justo e igualitario.
Màscara antropomòrifca de Costa d'Ivori. © Museu Quai Branly
Una cultura de la restitución
Por su parte, Joana Masó , profesora de la Universidad de Barcelona, ofreció una intervención centrada en la figura del psiquiatra Francesc Tosquelles y su innovador modelo de psiquiatría, que rompía con las estructuras clásicas de la atención a la salud mental. Tosquelles, conocido por su aproximación humanista y social a la psiquiatría, introdujo el modelo cooperativo en los hospitales psiquiátricos, promoviendo el uso de las prácticas artísticas como herramienta terapéutica. Esta práctica transformó a los hospitales en espacios de cuidado colectivo, donde la creación artística se convirtió en una vía para el reconocimiento y la sanación de las personas internadas.
Masó analizó cómo, posteriormente, el arte creado en estos espacios fue reclasificado como arte bruto, una denominación creada por Jean Dubuffet. Sin embargo, según su crítica, esta clasificación descontextualizó su origen y finalidad, transformándolo en una categoría aislada, casi exótica, y excluyendo su vínculo con el proceso de cuidado y la reinvención colectiva. Esta transformación en arte outsider obvió la naturaleza comunitaria de estas obras y su profundo significado dentro de un sistema de cuidado y transformación social. Masó cuestionó las dinámicas de apropiación cultural y defendió la restitución de ese arte a sus contextos originales, con el objetivo de reconocer su esencia e historia.
La conferencia invitó a reflexionar sobre las implicaciones de la restitución no sólo en términos de objetos físicos, sino también en la recuperación de significados, contextos y prácticas invisibilizadas por las instituciones culturales. Masó sugirió que el proceso de repatriar estas obras de arte debería tener en cuenta una nueva escenografía museística, que respete los orígenes históricos y las condiciones sociales en las que nacieron. Esta visión de la restitución, que incluye el aspecto simbólico y social de las obras de arte, plantea un desafío a las instituciones culturales para que repiensen sus procesos de exhibición y reconozcan las profundas conexiones entre arte, salud mental y la comunidad.
Francesc Tosquelles amb una escultura d'Auguste Forestier, artista resident a l'hospital Saint-Alban. © Arxiu Familia Tosquelles.
Ambas conferencias proporcionaron una mirada crítica y profunda a la relación entre las instituciones y las prácticas sociales y culturales, subrayando la necesidad de transformar los archivos, museos y otras instituciones culturales no sólo como repositorios de conocimiento, sino como espacios dinámicos y activos para la transformación social y cultural. Debe defenderse la creación de instituciones que sean capaces de reconocer las historias silenciadas y de integrar las voces de las comunidades que han sido excluidas de los relatos oficiales, contribuyendo así a un proceso de reparación histórica y de creación de un futuro más inclusivo y justo.