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El futuro distópico de John Menick

La tecnología y sus consecuencias sociales en debate.

'Autoextinction', John Menick (2023)
El futuro distópico de John Menick
Nora Barnach barcelona - 16/11/24

El Festival Loop ha aterrizado esta mañana en la Casa SEAT de Barcelona, que ha sido escenario de una reflexión sobre tecnología, cine y futuro. Entre coches y algoritmos, el artista y cineasta estadounidense John Menick , acompañado por Manuel Cirauqui, director de herramienta, y Blanca Pujals , investigadora y arquitecta, ha presentado 'Autoextinction' y 'The Self-Moving Image'.

La pregunta que abría el debate era tan intrigante como inquietante: ¿qué ocurrirá con las road movies cuando sólo haya coches autónomos? Este interrogante, que pone en cuestión el futuro de un género cinematográfico arraigado en la libertad y el riesgo, conecta directamente con las temáticas de la película de Menick. 'Autoextinction' dibuja un futuro distópico, donde tres inteligencias artificiales, aparentemente solas en la Tierra, se lamentan y dudan sobre el pasado. ¿Han sido ellas las responsables de la extinción de toda vida humana? Las imágenes que acompañan a este diálogo son fragmentadas, corrosivas, un collage digital de recuerdos perdidos: deportes, pornografía, anuncios, escenas de guerra. Todo es frenético y es como un ataque de pánico convertido en cine, crítica a la confianza ciega en las máquinas.

¿Y si la inteligencia artificial no fuera una adaptación evolutiva sino un error? ¿Es la tecnología el caballo de Troya que hemos construido para nuestra propia destrucción?

A lo largo de los años, Menick se ha consolidado como figura clave del cine de ensayo y explorador del impacto de la tecnología en la cultura visual contemporánea. Durante la presentación en la Casa SEAT, fragmentos de películas centradas en la autonomía de las máquinas y la deshumanización, como Christine (1983), Demolition Man (1993) y Minority Report (2002), han servido como puente para una reflexión sobre la desaparición del automóvil tal y como lo conocemos.

El futuro distópico de John Menick Christine (1983)

Durante la conversación posterior, Menick ha señalado que los vehículos autónomos no son realmente autónomos. Quien conduce son las corporaciones que gestionan sus datos y sistemas, un poder concentrado en pocas manos que redefine la economía del transporte. Los taxis amarillos de Nueva York ya no son los que eran; la ciudad, que antes se descubría desde el volante, depende ahora de Ubers guiados por GPS. Pero, ¿qué ocurre cuando el sistema falla y el conductor, más dependiente de lo que parece, queda perdido sin las coordenadas digitales?

Actualmente, según la clasificación de la Society of Automotive Engineers (SAE), los niveles de conducción autónoma se dividen en seis categorías, de 0 a 5, siendo el nivel 5 el máximo, con vehículos completamente independientes y sin necesidad de intervención humana. Por ahora, los coches existentes más avanzados corresponden al nivel 4. Aunque los vehículos de nivel 5 prometen ser más seguros que los conducidos por personas, esta evolución conllevará pérdidas significativas: empleo, ingresos y un estilo de vida vinculado al transporte manual . Los conductores de taxis y camiones son las últimas profesiones de la clase trabajadora que están desapareciendo, y no está claro cuáles serán los impactos futuros en la sociedad, aunque el giro hacia el fascismo y la angustia de la pérdida económica, son realidades palpables que él vincula directamente con ese cambio tecnológico.

Menick añade que al principio, nadie pedía el automóvil. No era que la sociedad estuviera cansada de los caballos y buscara una versión mecánica de éstos. De la misma forma, los vehículos completamente automatizados tampoco responden a una necesidad social urgente; son más bien una idea de ciencia ficción que se ha impuesto en el discurso tecnológico, pero que no es esencial.

El futuro distópico de John Menick 'Autoextinction', John Menick (2023)

Después de casi dos horas de presentación y debate sobre las catástrofes y el desenfrenado camino que parece que estamos siguiendo, una pregunta incómoda desde el público: ¿por qué la inteligencia artificial no inspira relatos utópicos? ¿Por qué siempre proyectamos un futuro en el que las máquinas nos superan o destruyen? Menick no ofrece respuestas definitivas, pero Autoextinction es un reflejo contundente de su mirada crítica y desencantada.

Quizás, como las IA de su película, estamos atrapados en un ciclo de miedo y poder, incapaces de predecir si la inteligencia artificial nos llevará al desastre o hacia dónde. Lo que es seguro es que, en unos años, perderemos la capacidad de conducir coches porque ya no nos será necesaria. El verdadero reto será, por tanto, no perder el control de nuestra propia narrativa.

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