El pasado martes 22 de octubre se celebró el 50 aniversario de las revistas Star y Ajoblanco en la mítica Sala Apolo de Barcelona. Fue una celebración "con aires punk" y paralelamente, se organizó una pequeña exposición temporal dedicada a ambas revistas, con intervenciones de sus fundadores. Cabe recordar que la revista Star (1974-1980) fue pionera en Barcelona en la publicación de cómic underground y en la renovación de la ilustración y el grafismo en España. Esta revista introdujo grandes nombres del cómic alternativo como Robert Crumb, Richard Corben y Gilbert Shelton , e impulsó la trayectoria profesional de futuros referentes del cómic barcelonés, como Gallardo y Mariscal , entre otros.
Bonart tuvo la oportunidad de hablar con Pepe Ribas , fundador de la revista cultural Ajoblanco, quien compartió su visión sobre el papel y el legado de esta publicación en la contracultura española.
Alexandra Planas. ¿Cuáles son los momentos más importantes o hitos que recuerdas de los primeros años de la revista Ajoblanco (1974-1980)?
Pepe Ribas. ¡Yo creo que el primer recuerdo es, por así decirlo, el día de la gran decisión! Esta escena no la he narrado en el nuevo libro que acabo de publicar en Ediciones del Kao, Ángeles bailando en la cabeza de una alfilera, sobre los dos años clave de la época contracultural. Tenía 21 años. Fue una noche tórrida de mediados de agosto de 1973 en París. Me encontraba en el barrio Latino, persiguiendo a una joven hippie norteamericana que viajaba por el mundo cantando canciones de Joan Báez con una guitarra. En este barrio, descubrí un pequeño jardín entre rejas, enganchado a la iglesia de Saint-Germain-des-Prés. Me senté en un banco, junto a un busto de piedra del poeta Guillaume Apollinaire, y allí sentí que una revelación se apoderaba de mí: había que editar una revista libre que fuera punto de encuentro para renacer un mundo sin represiones, rompiendo con la moral que nos culpabiliza por sentir diferente. Un mes después, comuniqué a mis compañeros del grupo poético Nabucco la decisión de crear la revista en el restaurante Putxet, donde la propietaria, Flora, nos sirvió una sopa de ajo blanco –de ahí el nombre de la revista. Aquel día topé por la calle con Toni Puig, ocho años mayor que yo, que vivía en una comuna con un actor de los Joglars, otro de Comediants y una naturista, discípulo del dr. Nicolás Capo. ¡Aquel encuentro fue la chispa entre dos mundos! Yo venía de la universidad de Derecho y él del catalanismo progresista, solidario e hippie. Él aportó al proyecto Pep Rigol, Quim Monzó, Albert Abril, Cesc Serrat, Manel Esclusa. Por mi parte, hice colaborar a Ana Castellar, secretaria de Carlos Barral; Luis Racionero, recién llegado de Berkeley; Damià Escuder, gurú de Sisa y Pau Riba; Antonio Otero, poeta; Josep Solé Fortuny, lector empedernido; Fernando Mir, hippie; y Maria Dols, poeta. Un año después, publicamos el primer número de Ajoblanco. El sueño se hizo realidad e inició su misión de despertar a un mundo nuevo.
AP. En cuanto a su contenido y enfoque, ¿qué opinas que ha sido el proceso de transformación de la revista en estos últimos 25 años?
PR. Durante 50 años, Ajoblanco ha estado coherente con la sociedad que le ha tocado vivir. La memoria del primer Ajoblanco está muy viva y fue un espacio colectivo de una nueva generación, en el que colaboraron miles de lectores (1974-1980). Representó la contracultura libertaria y mediterránea. Muchos lectores sostienen que la revista fue "luz y energía, un vendaval de ilusión y esperanza". En el segundo período (1987-1999), la revista se convirtió en una de las publicaciones culturales más influyentes, presentando las nuevas tendencias y conectando con otras culturas. Inventó un nuevo periodismo crítico, anticipador y plural. Incluyó el teatro independiente, los debates literarios, el cine de autor y el debate de ideas cuyos pensadores eran poco conocidos: Noam Chomsky, Antonio Escohotado, Eugenio Trías, Philippe Sollers, John Berger, Roger Garaudy, Félix Guattari, Claude Julien, Gilles Deleuze, George Steiner, Susan Faludi, Susan George, Paul Virilio, Eduardo Galeano, Wu'er Kashi, Shen Tong, Pierre Bourdieu, Naguib Mahfuz, Juan Goytisolo... Las profundas entrevistas con escritores, poetas, músicos, artistas, activistas, diseñadores y fotógrafos se centraban en sus trayectorias más que en las novedades. La descripción de contextos sociales se realizaba a través de crónicas que abordaban los temas desde diversas perspectivas. La revista trataba el diseño, el humor, la sátira, la innovación tecnológica descentralizada, las modas, los nuevos movimientos sociales, la revolución sexual y el laicismo, y no seguía las tendencias marcadas por el mercado.
AP. ¿Cuál crees que ha sido el impacto que ha generado la revista Ajoblanco en la escena artística nacional y en la cultura general? ¿Y en Cataluña?
PR. El impacto ha sido grande en muchos ámbitos. Al acoger a colaboradores desde la pluriculturalidad, Ajoblanco se transformó en un taller de experimentación y aprendizaje, en el que artistas, escritores, periodistas, fotógrafos y activistas pudieron desarrollar su arte sin interferencias. Esta diversidad compartida generó una etapa de cambio y renovación a favor de una creatividad viva y profunda.
AP. ¿Existen planes de futuro para Ajoblanco de cara a los próximos años? ¿En qué sentido te gustaría que evolucionara? ¿Tiene algún proyecto a la vista?
PR. El proyecto es mejorar nuestra página web, publicar un tema semanal, realizarla en tres idiomas —catalán, castellano e inglés— y crear números en papel de golpe, desde la Asociación Cultural Ajoblanco sin ánimo de lucro. También existe la posibilidad de convertirse en una fundación que profundice en los problemas de la cultura y de los movimientos sociales progresistas e independientes.
AP. ¿Cómo crees que ha cambiado la relación de Ajoblanco con sus suscriptores y lectores habituales durante su cuarta etapa (de 2017 a 2024)?
PR. La relación con los lectores siempre ha sido transmitir la pasión por el trabajo bien hecho, la amistad y el "dejar hacer", ya que muchos lectores han sido los autores de la publicación. No creemos en profesiones cerradas; somos ciudadanos y debemos conocer los distintos campos para tener opinión y mantener un sentido crítico independiente. Creemos que el ciudadano no puede ser ultraespecialista. Siempre hemos tendido a un saber leonardesco. Todo ciudadano necesita alimento para comprender el mundo en el que vive en toda su variedad, para ampliar su visión con nuevos conocimientos. Es necesario saber explicar y hacerlo desde el trabajo bien hecho. La consecuencia es que los contenidos mantienen vigencia y parecen hoy escritos.
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AP. Durante esta etapa, la revista ocupó un espacio en la calle Santa Teresa, en el barrio de Gràcia de Barcelona, que se convirtió en un pequeño centro cultural, ¿no?
PR. Sí, abrimos este espacio en el barrio de Gràcia de Barcelona, donde organizábamos exposiciones, debates, talleres, y también editamos dos revistas en papel con una venta de 22.000 ejemplares y su correspondiente página web. La epidemia y el desmantelamiento de los quioscos de prensa a consecuencia de la cultura de red nos empujaron a cerrarlo. Seguimos activos en las redes, publicando en www.ajoblanco.org todos los números de la primera etapa de forma gratuita, y además tenemos un blog. Tras el éxito de público con la celebración de nuestro 50 aniversario, estamos motivados para iniciar nuevos retos.
AP. ¿Cuáles consideras que son los temas o artistas más fundamentales para la identidad de tu revista?
PR. Yo creo que todos los equipos y colaboradores que siempre han participado con nosotros. Desde el primer equipo, integrado por Toni Puig, Luis Racionero, Quim Monzó, Pepe Rigol, Cesc Serrat, Amerka Sánchez y yo mismo, y después el triunvirato integrado por Toni, Fernando Mir y Pepe Ribas. También hubo varios colectivos, como el de sexualidad libre, el de comunes, el de ecología, el de antipsiquiatría, el feminista... En la segunda etapa, cabe destacar la incorporación de Jordi Esteva, Mercedes Vilanova, Elisabeth Cabrero, Oscar Fontrodona, Pera Pons, Antonio Baños, Gorka Duo y más de mil colaboradores, que lograron producir una revista única en su género.
AP. ¿Qué importancia tiene para ti el tema de publicar en castellano, y cómo crees que ha influido en la recepción de la revista? Y en lengua catalana, ¿no?
PR. La revista es barcelonesa, estatal y latinoamericana, escrita en castellano por el ámbito de distribución en el que hemos operado. La libertad no es fácil y buscamos el número máximo de lectores, ya que la independencia siempre ha estado en función de las ventas de ejemplares, que han sido sustanciosas, y de la ayuda de accionistas independientes que han contribuido en muchos momentos sin buscar otra cosa que la continuidad de la revista desde la libertad, lo que es interesante desde el punto de vista de la independencia, buscando calidad por encima de los logros mediáticos. Mientras vivió Franco, la escribimos en los cuatro idiomas del Estado, en función del idioma en el que el autor escribía. El hecho de que fuera en castellano no perjudicó a la venta en Catalunya, donde siempre hemos vendido una cuarta parte de la tirada, de media. En muchas ocasiones hemos vendido más de 100.000 ejemplares y más de 5.000 en Latinoamérica. Buenos Aires ha sido en muchas épocas la tercera ciudad, después de Barcelona y Madrid.
AP. ¿Nos podrías hacer cinco céntimos de cómo fue la celebración del 50 aniversario de la revista Ajoblanco en Barcelona este pasado 22 de octubre en la Sala Apolo? ¿Tienes previsto realizar algún evento especial por España, como por ejemplo en Madrid?
PR. La celebración de los 50 años nos ha dado mucho aliento. Consistió en una fiesta en la Sala Apolo, a la que asistieron más de mil personas de todas las edades. En la entrada de la sala de fiestas comisariamos una pequeña exposición con portadas y algunas páginas de las revistas Ajoblanco y Star. A continuación se dieron los parlamentos de los fundadores. Después actuaron el músico Raúl Rodríguez, la banda Ruinosa y las strippers de Rahola, una banda joven, actual y underground. En resumen, fue una noche de reencuentros y abrazos entre gente del mundo de la cultura que hacía años que no compartían espacio, emociones y proyectos. ¡Sentimos que la ciudad está viva y renovada!
Celebració dels 50 anys a la Sala Apolo.