La historia del Pabellón Mies van der Rohe nos recuerda una de las máximas más famosas de la arquitectura moderna, enunciada por el propio Mies: "menos es más". En este espacio, el “menos” se manifiesta no sólo en la simplicidad de sus líneas, formas y colores, sino también en el protagonismo silencioso de sus materiales, incluyendo los cantos rodados del estanque. Ahora, gracias a la instalación 'In(Visible) Energy', el pabellón se transforma en una plataforma que explora energías invisibles y posibilidades arquitectónicas, poniendo el foco precisamente en estos simples guijarros.
La obra ha sido desarrollada por el taller experimental B-Made de la Bartlett School of Architecture , liderado por Josep Miàs, y explora la fuerza de la gravedad y el magnetismo disponiendo los cantos rodados del estanque en equilibrios imposibles que levitan en el aire gracias a electroimanes ocultos. Esta intervención, que podrá visitarse hasta el 3 de noviembre, parte de la simplicidad de una piedra e invita a reflexionar sobre la energía que mueve nuestro mundo y la relación que establecemos con ella.
Cuando el pabellón se construyó originalmente en 1929, tanto el arte como la ciencia se encontraban en un momento de vanguardia. Mies proponía una arquitectura desnuda, pura y audaz, buscando que cada material tuviera la máxima expresión. Asimismo, se formulaba la ecuación revolucionaria de Einstein, E = mc², que revelaba la relación entre energía y masa. Ahora, casi cien años después, el pabellón se convierte de nuevo en un escenario para estos diálogos entre formas de energía visibles e invisibles, entre la materia y el vacío, entre la fuerza y el equilibrio. La instalación habla del potencial de las energías nucleares, gravitatorias y electromagnéticas, pero también sugiere una quinta fuerza igualmente poderosa: la conciencia . Es esa fuerza la que podría impulsarnos hacia una transición energética que deje atrás el peso de los combustibles fósiles.
© Flavio Coddou
Tal y como comenta el equipo creador, si comprimiéramos toda la energía que consumimos en una vida, podría caber en una piedra tan pequeña como las que vemos en el pabellón. Pero el modelo energético actual, dominado por los combustibles fósiles, comporta una carga monumental: la masa de todos los materiales quemados para abastecer esa energía equivaldría, según este símil, al peso de todos los mármoles del edificio.
En palabras de Luke Olsen , profesor del B-Made, el proceso de creación de la pieza supuso un diálogo profundo con el pabellón y los elementos que lo componen: “Han sido 4 años de proceso desde que saqué el guijarro del estanque con la simple premisa de elevar lo invisible, que es todo lo que el pabellón no nos muestra, lo que no podemos entender a simple vista. Y estas cosas son, en parte, los cantos rodados; pasamos por el lado constantemente, pero no entendemos su valor. Desde el principio quisimos explorar esta conexión entre la materia y la energía.”
'In(Visible) Energy' es un trabajo conjunto entre arquitectos, ingenieros, músicos y científicos, porque, más allá de observar e intentar comprender la teoría y los tecnicismos, una intervención acústica permite escuchar también los efectos de la fuerza electromagnética que sostiene los cantos rodados a través de frecuencias binaurales, mientras que otra pieza convierte la energía electromagnética en sonidos audibles a través de un micrófono.
A través de los cantos rodados, los creadores de 'In(Visible) Energy' buscan hacernos entender que la energía no es necesariamente invisible o remota, sino tangible y consciente. Es una propuesta muy interesante, que añade una capa nueva de complejidad, tanto visual como conceptual, al equilibrio y armonía que caracterizan al pabellón.
© Flavio Coddou