Hay una fuerza invisible que mueve al universo, una energía sutil que, según Hilma af Klint, trasciende lo visible y se manifiesta en formas, colores y símbolos. Esta idea guió su vida y su obra, convirtiéndola en una pionera del arte abstracto mucho antes de que otras figuras reconocidas, como Kandinsky, ocuparan ese lugar en la historia.
Nacida dentro de una familia con hondas raíces en la Armada sueca, Hilma af Klint creció rodeada de una atmósfera rica en conocimientos científicos y cartográficos, marcando su formación. Los diagramas, mapas y estructuras geométricas que dominaban su entorno se reflejan más adelante en su obra, a través de los cuales transmitió mensajes de una dimensión espiritual, utilizando el lenguaje visual para explorar lo invisible a los ojos humanos.
Af Klint no se limitó a pintar paisajes o retratos, como había marcado su formación académica en la Real Academia Sueca de Bellas Artes, sino que emprendió un viaje profundo para explorar los misterios de la existencia y las fuerzas ocultas que, por a ella, dirigían el mundo. Sus obras pretenden ser portales hacia una realidad escondida, hacia un orden universal que sólo puede entenderse a través de la intuición y la conexión espiritual. Dentro de su estudio empezó a desarrollar esta pintura mucho más íntima e introspectiva, manteniendo muchas de sus obras en secreto durante años, a la espera de un público capaz de comprenderlas.
'Paisatge estival', Hilma af Klimt (1888). ©The Hilma af Klint Foundation
El Museo Guggenheim de Bilbao acoge, hasta el 2 de febrero de 2025, una exposición que permite una inmersión privilegiada en la obra abstracta de af Klint, con especial énfasis en la serie de 'Pinturas para el templo', consideradas por la artista como la culminación de su carrera. En estas pinturas, af Klint se liberó completamente de las limitaciones de la representación figurativa, desarrollando un lenguaje artístico nuevo, cargado de simbolismo y abierto a múltiples interpretaciones.
'Pinturas para el templo', marcó un punto de inflexión en su trayectoria artística y transformó para siempre la forma de entender el arte. Este ambicioso proyecto, realizado entre 1906 y 1915, encarna la esencia de su investigación artística y espiritual. A través de estas pinturas, af Klint intentó reflejar una realidad superior, una estructura cósmica que se despliega en formas geométricas, colores vivos y símbolos universales, rompiendo las convenciones de la representación visual tradicional.
Las prendas son abstracciones visuales y una manifestación de su diálogo con el mundo espiritual. Según la propia Hilma af Klint, muchas de estas obras fueron creadas a partir de un proceso automático, guiada por unos grandes maestros que la conducían a través de su pintura. Esta aproximación, que se acerca al misticismo y el espiritismo, situaba af Klint en una posición única dentro del panorama artístico de su época. Su objetivo era construir un templo, un lugar físico donde estas obras deberían exponerse para revelar al público los misterios que contenían. Este templo, que imaginó con una estructura helicoidal en el centro, nunca se materializó, pero las pinturas se conservaron como un legado que, según el artista, no estaba destinado a su época, sino a las futuras generaciones.
Grans pintures de figures, Hilma af Klimt (1907). ©The Hilma af Klint Foundation
Esta serie, compuesta por piezas de grandes dimensiones y de gran cromatismo y simbolismo, se puede interpretar como una cartografía de lo invisible. Los colores brillantes, como el azul para simbolizar el femenino, el amarillo para el masculino y el verde como síntesis de ambos, se combinan con formas como espirales, círculos concéntricos, óvalos y estructuras geométricas que parecen representar a las fuerzas del universo en movimiento constante. Cada pintura es también una representación de la interacción entre las fuerzas opuestas –el bien y el mal, la materia y el espíritu, el masculino y el femenino– que, según af Klint, gobiernan la existencia.
La muestra en el Guggenheim también incluye una selección de sus primeras obras, más tradicionales, que reflejan la formación académica que recibió. Durante los primeros años de su carrera, af Klint creó pinturas figurativas que seguían las convenciones académicas de su tiempo. Además, la exposición recoge sus dibujos automáticos, creados en colaboración con el grupo espiritualista 'Les Cinc', así como las series posteriores a 'Pinturas para el templo', dominadas por una geometría aún más depurada y la inclusión de símbolos que evocan el misticismo y la ciencia de la época.
Af Klint fue una pionera en la representación de lo invisible, una visionaria que entendió el arte como una herramienta para desvelar las estructuras ocultas del universo. Su decisión de no permitir la exhibición de sus obras hasta dos décadas después de su muerte desvela su profunda convicción de que su trabajo no sería apreciado durante su vida. Esta elección mantuvo su legado en la sombra durante muchos años, y sólo se hizo visible al público en 1986 en Los Ángeles, seguida de una primera gran retrospectiva en Estocolmo en 2013.
Exposiciones como la de ahora en el Guggenheim permiten apreciar el verdadero alcance de su contribución y también nos acercan a un universo místico y espiritual que sigue resonando con fuerza en el panorama contemporáneo.
'El cigne', Hilma af Klimt (1915). ©The Hilma af Klint Foundation