Eveli Torent: entre los cuatro gatos y la masonería

El Museo Nacional de Arte de Cataluña presenta una exposición que busca rescatar la figura de Eveli Torent, un pintor e ilustrador de gran talento, cuya trayectoria ha quedado a menudo en el olvido. Nacido en Badalona en 1876, Torent fue parte de la segunda generación de artistas modernistas y una figura clave del movimiento catalán. Profundamente arraigado en Els 4 Gats, el corazón del modernismo en Barcelona, estableció relaciones con figuras como Pablo Picasso, Carles Casagemas y Joaquim Mir.

Fue uno de los pocos artistas de la época que tuvo una exposición monográfica en Els 4 Gats, donde exhibió una obra que oscilaba entre el naturalismo paisajístico, las escenas sociales y las imágenes alegóricas. Este período fue testigo de una amplia gama de estilos y técnicas. Influenciado por lo que pasaba más allá de las fronteras y sobre todo por las tendencias postimpresionistas, el simbolismo y el costumbrismo, Torent empezó a incorporar elementos de modernidad en su trabajo.

En 1902, dio el salto a París, donde encontró un ambiente artístico ideal. Allí expuso en el prestigioso Salón de los Independientes, y al año siguiente mostró su obra en la galería de Berthe Weill, compartiendo pared con jóvenes talentos como Raoul Dufy y Jean Metzinger. Su paso por París marcó un momento clave en su carrera: la ciudad no sólo le permitió profundizar en el retrato y las escenas costumbristas, sino que también abrió sus puertas a un público internacional. Paralelamente, trabajó como ilustrador en revistas de renombre como L'Assiette au Beurre y Le Rire. Estas experiencias le aportaron una gran madurez artística y le consolidaron como retratista, un género en el que sobresalía.

Retrat d'Enric Morera, Eveli Torent (1910)

La aventura de Torent no se detuvo en París. En 1910, viajó a Buenos Aires, donde siguió trabajando en el retrato y realizó piezas tan destacadas como el retrato del compositor catalán Enric Morera. En 1914, llegó a Nueva York, otro escenario decisivo para su carrera. En la gran ciudad americana, Torent se integró en círculos sociales hispanos y entidades filantrópicas estrechamente relacionadas con la masonería, una organización que ejercería una fuerte influencia en su vida y obra. Durante esta etapa, su trabajo mostró una fusión de géneros: siguió con los retratos, pero también desarrolló un paisajismo decorativo que reflejaba su versatilidad estilística y su capacidad de adaptarse a diferentes influencias culturales.

La relación de Torent con la masonería fue más allá del ámbito social y se manifestó también en su obra. La simbología masónica, con sus principios humanistas y filosóficos, impregnó parte de su trabajo y se hizo especialmente visible en las decoraciones que realizó posteriormente en su residencia de verano, la Torre d'en Rovira, en Eivissa. En 1922, Torent adquirió esta torre de defensa en Sant Josep y creó un parque monumental con figuras simbólicas masónicas y dispuso un museo de vestigios arqueológicos. La torre se convirtió en un destino emblemático, tanto por locales como por visitantes, gracias a la personalidad de Torent, que se presentaba como el "Gran Califa de es Pallaret", un personaje que creó para entretener a sus visitantes.

La conexión de Torent con Eivissa quedó reflejada en sus dibujos, que captaban la vida cotidiana de la isla y su gente. Sin embargo, su implicación con la masonería también tuvo consecuencias trágicas. Durante la represión franquista, su pertenencia a la organización le llevó a la cárcel en 1939, en la Modelo de Barcelona. Liberado al año, falleció poco después, víctima de las duras condiciones de reclusión y la persecución política.

La exposición del MNAC, que podrá visitarse hasta febrero permite redescubrir la obra de un artista que supo moverse entre diferentes estilos y ciudades, y pone de relieve sus convicciones profundamente humanistas.

'Las tardes de la neurótica', Eveli Torent (1904)