En conmemoración del centenario del nacimiento de Georges Noël, la Galería Marc Domènech acoge una exposición que reúne más de treinta obras de un período clave en su trayectoria artística. Este conjunto de obras nos invita a sumergirnos en su evolución entre 1965 y 1975, con especial atención a los años 1969-1975, una etapa de profunda transformación marcada por su traslado de París a Nueva York. Este cambio geográfico no sólo alteró su forma de trabajar, sino que también redefinió completamente su lenguaje artístico, que se orientó hacia la geometría y la simplicidad.
Esta muestra, abierta hasta el 5 de diciembre, quiere visibilizar la obra de un artista que, pese a su relevancia en el ámbito internacional, es todavía muy poco conocido en nuestro país. La última vez que pudo disfrutarse de una exposición dedicada a Georges Noël en España fue hace 30 años, en 1994, en la Galería Jorge Mara de Madrid. Ahora, la Galería Marc Domènech ofrece la oportunidad de redescubrir su obra.
En este período reflejado en la exposición, Georges Noël experimentó una transformación significativa. El artista, que había residido más de diez años en París desde 1956, dejó atrás una ciudad rebosante de efervescencia artística, marcada por la abstracción gestual y el informalismo. Este ambiente le vio crecer como creador, influido por las obras de Jean Dubuffet y otros artistas matéricos que exploraban el potencial de las texturas. Sus pinturas de aquella época, llenas de signos caligráficos e incisiones que conectaban con el mundo primitivo y mágico, expresaban una pasión por el gesto espontáneo y la manipulación de la materia. Estas obras, que él mismo denominaba palimpsesto, reflejaban su filosofía de la superposición de trazos y texturas como metáfora de una constante transformación creativa.
'Palimpseste fou', 1965
En 1968 marca el punto de inflexión, cuando Navidad inicia un proceso de cambio radical que anticipa su etapa en Nueva York. Su lenguaje visual evoluciona, y las caligrafías espontáneas y gestuales dejan paso a un uso más controlado de las plantillas (stenciles), que introduce progresivamente en su obra y que fueron un elemento clave durante esta etapa permitiéndole crear figuras formales y bien definidas. Aunque mantiene el interés por la superposición y el collage, comienza a integrar disposiciones aleatorias de letras y números, anticipando sus conocidos resultados, composiciones geométricas que definen esta nueva fase de su trayectoria.
Cuando se traslada a Nueva York en 1969, Navidad se ve atraído por el arte minimalista, especialmente por el Hard Edge y el Colour Field Painting. En esta nueva etapa, decide depurar su obra, eliminando los elementos gestuales y centrándose en estructuras ortogonales básicas. A partir de 1971, su lenguaje pictórico se simplifica aún más: sus composiciones se reducen a ángulos rectos y el uso del color se limita de forma drástica, especialmente con la aparición de un nuevo período blanco en su obra. Este período se caracteriza por una exploración de todas las tonalidades del blanco, utilizando materiales mínimos e incluso la tela casi cruda, a fin de conseguir una mayor pureza visual a través de un uso meticuloso de los blancos.
Sans titre, 1968
Los resultados son una clara representación de este giro hacia una estética minimalista, dejando atrás la exuberancia gestual se centró en la creación de obras mucho más ordenadas, donde predominaban las estructuras ortogonales y los ángulos rectos.
A pesar de este giro hacia la geometría, Navidad nunca abandonó por completo su fascinación por la materia. Pero ahora su obra estaba orientada hacia una precisión formal y una escritura visual más controlada. Esta exposición destaca precisamente este proceso de transición, mostrando cómo Navidad se alejó del informalismo gestual para abrazar una nueva forma de creación, más calculada y estructurada.
A finales de los años 80 y durante los 90, Navidad continuó explorando nuevas técnicas y materiales, manteniendo su curiosidad por el misterio de las formas, símbolos y texturas. Su búsqueda de un lenguaje visual distintivo, centrado en la materia, el gesto y el símbolo, le convierte en una figura clave del arte contemporáneo europeo.
'Score jaune', 1976