El Museo de Bellas Artes de Bilbao recibió, en mayo de 2024, una donación de un valor incalculable para la historia del arte contemporáneo vasco. Más de doscientas obras, incluyendo pinturas, esculturas, fotografías y obra sobre papel, fueron cedidas por Roberto Sáenz de Gorbea, coleccionista y antiguo director de la galería Windsor Kulturgintza. Esta donación no sólo enriquecerá los fondos del museo, sino que también preservará una parte fundamental del panorama artístico del País Vasco y del Estado español, cuyas obras trazan una línea histórica y estética que abarca varias décadas.
Windsor Kulturgintza: un referente del arte contemporáneo vasco
Fundada en 1971 por Miguel Sáenz de Gorbea, padre de Roberto, la galería Windsor se convirtió rápidamente en un espacio cultural de referencia en Bilbao. Inicialmente, se centró en la exhibición de artistas locales consolidados como Aurelio Arteta o Ramiro Arrue . Sin embargo, el interés del fundador por el arte contemporáneo se manifestó en breve. En 1977 Miguel permitió pequeñas incursiones en este terreno mediante exposiciones temáticas de artistas jóvenes. Asimismo, compartía especial inquietud por aquellos creadores que salían de las facultades de Bellas Artes, abriendo el camino para una nueva generación de artistas vascos.
No se trataba sólo de exposiciones. La galería también se convirtió en un espacio de encuentro cultural, en el que se realizaban tertulias con coleccionistas, escritores, cineastas y otras personalidades de la cultura. Esta apertura a nuevos horizontes marcó su carácter dinámico y vive que la galería mantendría durante décadas.
En 1977, Roberto se incorporó a la gestión de la galería, y en 1981 asumió su dirección. Aunque su padre ya había iniciado aperturas hacia el arte contemporáneo, Roberto transformó la galería hacia la vanguardia. Con una visión clara, apostó por creadores emergentes, especialmente aquellos formatos en la Facultad de Bellas Artes de Bilbao, dando espacio a la experimentación en formatos como el vídeo y las instalaciones. También actualizó el nombre de la galería, pasando a denominarse Windsor Kulturgintza.
Uno de los aspectos más destacados de la dirección de Roberto Sáenz de Gorbea fue su capacidad de innovar en la gestión de la galería y acercar el arte al público. A principios de los años 80, fue pionero en la creación de un club de compra de arte a plazos, lo que permitió que nuevas generaciones adquirieran obras de arte de forma asequible. "Esto permitió que mucha gente pudiera disfrutar del arte en su casa y al mismo tiempo daba a la galería una seguridad económica muy necesaria", explica Roberto. Esta fórmula fue clave para el funcionamiento continuado de Windsor durante décadas.
Además, Roberto promovió la organización de viajes culturales para visitar galerías y ferias de arte en ciudades como Madrid, París y Venecia. El antiguo director de la galería ha recordado cómo, en una edición de la feria ARCO en Madrid, 18 autobuses viajaron desde Bilbao, conectando la galería con la sociedad y fomentando la experiencia cultural del público bilbaíno.
'Despiece', Jon Mikel Euba (1991)
La donación: un legado de vanguardia
La donación de Roberto Sáenz de Gorbea en el Museo de Bellas Artes de Bilbao incluye obras fundamentales en la escultura y pintura vascas de la posguerra. Uno de los artistas clave es Ramón Carrera , antiguo miembro del grupo Emen, que expuso por primera vez en Windsor en 1981 y se convirtió en una figura de referencia en la galería. También destaca Pedro Manterola , pintor y ex director de la Fundación Oteiza. La colección incluye obras de Txomin Badiola, Pello Irazu e Iñaki de la Fuente , este último considerado especialmente relevante por la galería. Asimismo, existen piezas de artistas como Francisco Ruiz de Infante, Alberto Oyarzabal, Jon Mikel Euba y Darío Urzay , figuras clave en la revitalización del arte vasco durante los años 80 y 90. Junto a ellos, también expusieron creadores españoles como Joan Miró, Antoni Tàpies y Carmen Calvo . Windsor se convirtió en una plataforma esencial para la experimentación artística y vanguardia local durante estas décadas.
La donación también incluye una representación significativa de artistas mujeres como Juana Cima, Clara Gangutia, Begoña Goienetxea y Merche Olabe , entre otros. Roberto Sáenz de Gorbea siempre defendió que el criterio para seleccionar a artistas era la calidad de su obra, sin distinciones de género, y esta igualdad se refleja en su donación al museo.
Esta colección es un testimonio del legado de Windsor como una de las galerías más influyentes de Bilbao y su papel fundamental en la promoción de artistas vanguardistas, así como en la consolidación de la cultura artística del País Vasco.
Pintura de Merche Olabe
La crítica al mercado: el arte como esencia, no inversión
Pese al éxito que tuvo la Galería Windsor Kulturgintza como referente para el arte contemporáneo, Roberto Sáenz de Gorbea no oculta su preocupación por el rumbo tomado por el mercado actual. Para él, la relación entre arte e inversión ha corrompido la esencia de la experiencia artística. La lógica mercantilista ha alejado el arte de su valor cultural, arrastrándolo hacia un terreno dominado por coleccionistas millonarios desconectados del día a día de los artistas.
Esta distorsión, sumada al gran volumen de artistas que salen de las facultades de Bellas Artes, hace que muchas obras queden invisibles, atrapadas en un mercado que no puede absorber la producción desbordante. El arte se convierte así en una mercancía, perdiendo su capacidad de diálogo con la sociedad. Para Roberto, ésta es una de las grandes crisis del mundo del arte contemporáneo.
Precisamente por esa razón, su donación toma un significado más profundo. Lejos de dejar que su colección se dispersara en manos privadas, ha optado por devolverla a su ciudad, asegurando que las obras mantengan viva su esencia y sigan enriqueciendo la cultura colectiva. La donación de Windsor al Museo de Bellas Artes se convierte en una defensa del arte como bien público, como memoria viva que necesita ser compartida.
Roberto Sáenz de Gorbea tuvo claro que quería devolver a la sociedad parte de lo acumulado a lo largo de los años. "Es un orgullo haber podido dar en el museo de mi ciudad", dice. Esta idea de regreso ya había estado presente en los años 90, cuando intentó crear un centro de arte en Getxo para ofrecer parte de su colección al público, un proyecto que no se materializó.
Además, esta donación también es una forma de honrar el legado de su hermano Xabier, crítico e historiador de arte, investigador y profesor en la UPV. Xabier expresó el deseo de que su archivo personal sobre la historiografía del arte español y vasco fuera cedido a un espacio público.
La generosa contribución de Roberto Sáenz de Gorbea no sólo asegura la conservación de una parte fundamental de la historia del arte vasco, sino que perpetúa el espíritu innovador de Windsor Kulturgintza. Esta donación permite que su legado siga inspirando a artistas, coleccionistas y amantes del arte, a la vez que consolida el rol de Bilbao como punto neurálgico de la cultura contemporánea.
Miguel Zugaza, Miriam Alzuri, Juan Mari Aburto, Roberto Sáenz de Gorbea i fill.
Sin título, Iñaki de la Fuente (1984)