Como en las obras de Caravaggio, los claros oscuros son un reflejo de la vida, una metáfora lo bastante elocuente. Después de visitar la última edición de la feria Swab, me quedé con esa sensación.
En primer lugar, hacer una feria de estas características en Barcelona es algo de mucho valor añadido, de mérito. Está enfocada básicamente a la creación emergente y joven, aunque los límites de la juventud, ahora que viviremos 200 años, nunca se sabe dónde acaban.
La propuesta cultural está bien planteada. Incorpora innovaciones que ya vemos en las mejores ferias internacionales, como los espacios de cocreación artística, espacios underground que se estrenan, con un apartado pequeño pero interesante en el que se relaciona arte y diseño industrial (como Art Basel Design). La sección del foco Asia y LATAM (América) también aporta un intercambio interesante de miradas con ecosistemas artísticos de mucho tiempo en la esfera internacional. Las propuestas de conferencias y actos relacionados también ayudan al dinamismo ya generar nuevos ciudadanos y ciudadanas que se acerquen al evento.
Dicho todo esto, y alabando el esfuerzo de la familia Díaz —impulsores del evento—, ahora vienen los oscuros. La nueva ubicación no tiene ni el glamour ni el posicionamiento que tenía el antiguo pabellón. Una feria de arte básicamente es un espacio donde los galeristas vienen a hacer contactos ya darse a conocer, pero especialmente vienen a vender y, como le sucedía a ARCO durante muchos años, que debía suplir carencias culturales programando cosas que quizás no le habrían correspondido, Swab algunas veces pierde la óptica y debe emplear esfuerzos en potenciar el apartado de adquisiciones y nuevos y viejos coleccionistas que vayan a comprar. La presencia de las galerías catalanas y de la ciudad es también muy escasa.
En fin, Swab es un evento importante para Cataluña y para Barcelona, que tiene su espacio en el mapa de España y Portugal, pero que quizá, con más apoyo (no hacen falta los 8 millones de Manifesta) y con un mejor enfoque de su propósito, optimizaría los esfuerzos, ahora diré una palabrota, hacia una mejor "eficiencia" artística y cultural. Que vendan los galeristas significa que vienen los artistas, que quiere decir que pueden vivir y sobrevivir con sus creaciones y, en último término, quiere decir que la gente valora el hecho cultural y artístico y hace un esfuerzo para que se pueda mantener.