Las flores se volvieron negras
y asexuadas.
Dejaron de atraer a los insectos,
si es que todavía la había.
Llegados a este punto,
un cáliz negro sin estambres ni pistilos,
de belleza hermética y heráldica,
la planta se moría.
Algunos intentaron alimentarse
con estos pétalos amargos
de textura plástica.
Los secaron y molieron hasta
pero eran tóxicos,
provocaban fiebres, diarreas y temblores
y una parálisis final asfixiante.
Enrique Juncosa. Poema para la exposición
La scopierta del Fuoco de Santi Moix.
Cuando entre tus conocidos –más y menos culturillas– dices que marchas hacia Ibiza a ver una exposición de un amigo artista, todo el mundo te mira con una mueca extraña. ¿Ibiza y cultura? Pues sí, Ibiza y cultura y artes visuales... y también naturaleza, gastronomía y algo de diversión, ¡evidentemente! El primero en poner clichés sobre esta región, algunos ganados a la fuerza y gracias a la pandemia turística mal entendida, soy yo. Nunca había ido a la isla, aunque he rodeado medio mundo. Me resistía porque no me motivaba los estímulos y las noticias que siempre se generaban sobre este lugar. Sí, lo reconozco, soy un poco friki y sólo me motiva viajar si puedo encontrar derivadas culturales-patrimoniales, a pesar de que después las personas de la región, la cultura gastronómica, las costumbres, el paisaje te acaban seduciendo a menudo. La familia y los amigos ya saben que es como una adicción visitar museos, talleres de artistas... Recientemente, he viajado a Ibiza para visitar la exposición del artista Santi Moix en el museo de arte contemporáneo de Ibiza (MACE) y entrevistar a la directora, Elena Ruiz, un placer ambas cosas.
Capvespre wagnerià des del Cafè del Mar. Sant Antoni de Portmany
Y ya nada más entrar en el avión que desde Barcelona me llevará a la isla ignota, junto a mi asiento, está Neus Escandell, la editora ibicenca de Balàfia Postals. No nos conocíamos, pero la oigo hablar de Miró y así comienza una conversación informal que deriva con Walter Benjamin y una edición que publicó bajo el título de "Relats d'Eivissa". Hablamos del turismo, de las problemáticas y de las derivadas positivas que también ha generado y me dice con tono risueño que en aquellos momentos estoy haciendo de turista en las islas y ella lo acaba de hacer en Barcelona, a pesar de no querer entrar en este marco conceptual . Una hora pasa deprisa y aterrizamos en Ibiza-IBIZA, en castellano, conocida muchos años gracias también al coche Seat y al grupo Locomia (hablaré más tarde).
Elena Ruiz, directora del MACE, davant de la instal·lació mural de Santi Moix
Salido del avión la temperatura ha aumentado ya medida que voy a buscar el hotel, voy viendo el paisaje y me lleva a conectarme con las excursiones a Marruecos oa la zona de Alicante. Casas bajas, suelo rojizo, vegetación singular, exótica, los horizontes y la energía que se respira por las zonas naturales me seduce de repente. El urbanismo intenso está mucho más concentrado de lo que podía pensarme, hay un 65% de la isla que tiene en la naturaleza la dominante, una naturaleza que te conecta contigo mismo, en tanto que somos naturaleza. Cata de vinos de la zona y hacia ver el atardecer wagneriano desde un mítico lugar, emulando lo que hacía el pintor Joaquim Mir todos los días cuando veraneaba en Mallorca. Mire siempre que el sol se escondía la aplaudía en deferencia al impresionante espectáculo de belleza que supone. Noche tranquila ya dormir en breve. Al día siguiente entrevista con Elena Ruiz, director del museo de arte contemporáneo de Ibiza, "la jefa" de la cultura en la zona. El museo es un espacio que puede pasar desapercibido, dentro de la impresionante fortificación de la zona antigua -Dalt Vila-, pero que se convierte en un oasis cuando la marabunta humana se concentra entre las callejuelas. En el MACE, la instalación de Santi Moix nos hace conectar con la historia del arte con la naturaleza como pretexto. La sala de exposiciones de recuerdo antiguo se convierte en majestuoso. Brillante el continente y el contenido. Color, intensidad, explosión de ideas, bodegones contemporáneos... Un disfrute de las obras de Santi. Un recorrido rápido por las colecciones del museo me lleva a chocarme con varias obras de relieve, pero me quedo mirando la escultura del artista Stella Rahola Matutes, que siempre me ha encantado y que pronto será la portada del próximo número 200 de bonart. El vidrio reciclado para la construcción de urbanismos imaginarios. Ella, con estrechas raíces en la isla, seguro que dentro de poco será la próxima en exponer entre esas magníficas salas.
Escultura d'Stella Rahola Matutes
Pero seguimos la itinerancia para mirar toda esa magnífica fortificación que data, la renovación, del siglo XVI, y formaba parte del plan de modernización de las defensas costeras del Mediterráneo, impulsado por Carlos I y Felipe II, para mantener y defender los territorios de la Corona en una época de continuos conflictos bélicos con Francia y el imperio otomano. También descubro un espacio de arte del consejo de Ibiza, Sa Nostra Sala, cerca del centro histórico donde está exponiendo el pintor Vicent Boïl, un valenciano que ganó el premio Ocho de Agost y que creó mundos geométricos y orgánicos a la vez y llenos de vitalidad cromática.
El pintor Vicent Boïl a Sa Nostra Sala
Por la noche, una visita que no se puede obviar en Can Pau, un mítico restaurante de la isla y epicentro de cultura y actos sociales. Alba Pau, una banyolina de nacimiento y con una tradición familiar llena de cultura y mecenazgo, lleva más de cuarenta años viviendo allí. Me descubre otra Ibiza, cuando el foco del verano se apaga, pero cuando se encienden otras dinámicas sociales. Trabaja también el concejal de cultura de la población donde está ubicado el restaurante, cerca de Santa Gertrudis de Fruiteria -que pertenece a Santa Eulària des Riu-. Este pueblo es pequeño, ordenado, hermoso y blanco. Hay una iglesia exquisita del siglo XI dedicada a esta virgen que rescataba almas del purgatorio y con un lateral de una arquitectura racionalista desgarradora. Muy cerca, entre las calles, descubro a la galería Parra y Romero, que también tiene sede en Madrid. En fin, buenos recuerdos y de vuelta hacia Barcelona, removiendo el móvil y fotografías del instante hallados, descubro en Netflix la historia del grupo Locomia, fundado en los años ochenta por un catalán, Xavier Font, en Eivissa, y que desde las islas se proyectaron en el mundo con vestuarios, música y energía delirante. Un buen fin.
Exposició a la galeria Parra&Romero