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Opinión

Una visita a Gilbert & George

Gilbert & George posant per a una fotografia a Hanbury Street, Londres, l’any 2007.
Una visita a Gilbert & George
Albert Serra banyoles - 31/08/24

Una casa de Gilbert & George está situada en el número 8 de la calle Fournier de Londres. Viven en el mismo sitio desde los años sesenta. La han restaurado con los muebles originales del siglo XVIII y guardan colecciones diversas de cerámica y orfebrería del siglo XIX. Tienen una cocina que nunca han utilizado, ni una sola vez, y sólo sirve de almacén de té, café y leche.

Todas las comidas las realizan en un restaurante a veinte minutos a pie, siempre lo mismo. Nos cuentan que hace años compraron el inmueble del número 12 de la misma calle, que ahora utilizan para invitados, y que durante mucho tiempo intentaron comprar el número 10, pero les pedían demasiado dinero y decidieron, con el pragmatismo que los caracteriza, desistir "para siempre" y olvidarlo. En el fondo de la casa, en un patio bastante grande, han construido su estudio, hecho de dos naves idénticas que se comunican entre sí. Se jactan que absolutamente todo el proceso de fabricación de sus obras (“excepto el encuadre”) se hace ahí dentro en aquel estudio: esto incluye la creación de imágenes, siempre a partir de fotografías hechas por ellos (afirman que nunca es han apropiado de una sola imagen hecha por otra persona, algo insólito en la época de internet), su manipulación con sofisticados programas de edición para crear extrañas y chocantes texturas y combinaciones, y finalmente también su impresión.

Todas las imágenes que después servirán de base para su manipulación están catalogadas en carpetas infinitas que llaman el “alfabeto”. Y todas sus exposiciones están preparadas con minuciosas maquetas a escala (con los cuadros colgados, lógicamente) que conservan desde el inicio de su carrera. Aún más pragmatismo: con esta obsesión por hacerlo todo ellos y ahí dentro, me cuentan que no tienen nada colgado en la nube (no quieren que nadie tenga acceso a sus bases de datos visuales, ni a sus obras terminadas) y lo conservan todo en sus propios servidores, “tres idénticos, por seguridad”, repartidos en distintos lugares secretos de la ciudad. La visita se alarga un par o tres horas. Nos sabíamos un rato y hablamos tranquilamente. Espero que nos sirvan champagne Ruinart como creía que tenían la costumbre de hacer, aunque ellos no beban (les encanta esta marca por el nombre, “Ruin-Art”), pero sólo traen agua. Nos piden noticias de París y Barcelona y afirman que Londres se mantiene en buena forma, son muy optimistas con la ciudad e Inglaterra en general. Luego hacen un par o tres comentarios políticamente incorrectos, similares a los que ya les han traído algún disgusto, y la visita termina.

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