Cristóbal Balenciaga y Eduardo Chillida, ambos guipuzcoanos, compartían más que una filosofía común basada en la exploración de la belleza y la armonía a través de sus disciplinas, también compartían una amistad, un dato que muchos desconocen es que la abuela materna de Chillida, Juana Eguren, fue la primera en encontrarse con el diseñador. Juana, propietaria de dos hoteles en San Sebastián, recibía a menudo la visita de Balenciaga. Con el tiempo, no sólo establecieron una relación, sino que ella también fue quien le alentó a viajar a París para seguir su pasión, y quien presentó su nieto Eduardo al maestro de la moda sin saber que se desarrollaría una admiración mutua entre ellos.
Cristóbal Balenciaga (1895-1972) modisto de origen vasco, considerado uno de los mayores de la alta costura, demostrando desde muy joven un talento excepcional para la moda. A sus 22 años, abrió la primera casa de moda en San Sebastián. Su carrera floreció y expandió sus operaciones a Madrid y Barcelona antes de trasladarse a París en 1937 a causa de la Guerra Civil Española. En París, Balenciaga se consolidó como un maestro del diseño de moda, conocido por sus técnicas innovadoras, el uso exquisito de telas y su habilidad para crear formas estructuradas y elegantes. Los diseños desafiaban a menudo las normas convencionales, con siluetas voluminosas y arquitectónicas que transformaban el cuerpo humano en una obra de arte móvil. Su legado incluye la influencia en diseñadores contemporáneos y posteriores, y el nombre sigue siendo sinónimo de alta costura de la más alta calidad.
Eduardo Chillida (1924-2002) escultor también de origen vasco, nacido en San Sebastián, empezó su carrera como futbolista, pero después de una lesión, se dedicó por completo a la escultura. Estudió en Madrid y posteriormente se trasladó a París, donde su obra empezó a ser reconocida internacionalmente. Conocido por sus monumentales esculturas abstractas, a menudo creadas en hierro y acero, aunque también trabajó con otros materiales como piedra, madera y alabastro. Su obra se caracteriza por explorar las relaciones entre espacio y materia, vacío y volumen. Chillida desarrolló un lenguaje visual único que dialogaba con el entorno y la naturaleza, creando piezas que parecen integrarse y dialogar con el espacio circundante. Su trabajo se encuentra en importantes colecciones y espacios públicos en todo el mundo.
La conexión entre Balenciaga y Chillida no se materializó en colaboraciones directas durante sus vidas, sino mediante homenajes y exposiciones que celebran sus paralelismos filosóficos y estéticos. Una de las más notables es la exposición actual Chillida/Balenciaga. Plegar la forma, que se centra en las similitudes en sus enfoques hacia la creación artística, como el uso del espacio y la materia. Organizada en el Museo Cristóbal Balenciaga de Getaria, inaugura la sala llamada "Encuentros" donde se reúnen 42 obras en total, 15 de Balenciaga y 27 de Chillida.
En 1987, Chillida creó la escultura Homenaje a Balenciaga en honor al modisto. Esta obra, forjada en acero, refleja la admiración de Chillida por la habilidad de Balenciaga para crear formas innovadoras y armoniosas a la moda, cuya elegancia remite a los mejores modelos del diseñador. Ambas piezas de acero generan un espacio dentro que sugiere una silueta de mujer perfilándose entre los bloques. La escultura es una manifestación física del respeto mutuo y la influencia que cada uno tuvo en el ámbito de su propio arte. Esta obra se encuentra habitualmente en el museo Chillida Leku en Hernani, pero se ha trasladado temporalmente a Getaria para la exposición.
Ambos artistas compartían una profunda dedicación a la experimentación y al perfeccionamiento de sus técnicas, así como una apreciación por la interacción de sus obras con el espacio. Balenciaga, con su dominio de las telas y formas estructuradas, y Chillida, con su habilidad para esculpir el vacío y el volumen, abordaban sus respectivas disciplinas con un enfoque similar que enfatizaba la simplicidad y la pureza de las líneas.
La exhibición Chillida/Balenciaga. Plegar la forma pone de manifiesto cómo ambos creadores manipulaban la forma y el espacio para expresar su visión artística. Las piezas de Balenciaga, con sus siluetas innovadoras, y las esculturas de Chillida, que transforman el espacio vacío en arte tangible, se presentan en diálogo para resaltar los métodos compartidos de "plegar" la forma de crear nuevas dimensiones de belleza.
La muestra, que permanecerá abierta hasta el 5 de enero de 2025, celebra el centenario del nacimiento de Chillida y destaca las similitudes en el enfoque artístico de ambos creadores. Tanto Balenciaga como Chillida trabajaron con la idea de "crear por eliminación", jugando con los conceptos de lleno y vacío, y explorando los límites de sus respectivos medios.