Paz Errázuriz (Santiago de Chile, 1944) se adentró en los años setenta en la fotografía de forma autodidacta y en 1981, cofundó la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI), una organización que apoyó diferentes iniciativas en el campo de la fotografía . Se trata de una de las artistas chilenas de mayor reconocimiento internacional cuyo trabajo puede ser descrito como un testimonio social de la realidad de su país y su entorno. Su obra, enmarcada en gran parte en el contexto de la dictadura chilena (1973-1990), intenta visibilizar la vida de personas marcadas por las políticas represivas del régimen. Alejada del fotoperiodismo clásico, la autora parte de una profunda observación de la condición humana para realizar las diferentes series.
¿Qué significa la fotografía para usted?
Es una forma de vida. Con la fotografía siento una constante emoción, y por supuesto tener la posibilidad de tener pares, de estar constantemente en relación a otros y pensar cómo otros ven el mundo, qué es lo que ven. En el fondo, es algo que me ha ayudado mucho en mi búsqueda por la vida. Gracias a la fotografía, yo me he educado mucho también. He podido leer e investigar mucho y es una experiencia muy grata cuando lo estoy haciendo.
¿Qué le sedujo del retrato de personas?
Es una investigación que yo hacía un poco para conocer los temas que la sociedad invisibiliza, una forma de utilizar la fotografía como excusa para poder investigar. También grababa las conversaciones pensando en la posibilidad de tener la imagen y la transcripción. Por otra parte, temas como la "locura" y la prostitución llegaron a obsesionarme. Por aquel entonces era algo que faltaba en mi propia educación, y esta forma de investigación me llevó a poder hacer retratos de estos temas.
¿Su trabajo con la imagen fotográfica tiene entonces un fuerte compromiso social?
Las imágenes son el resultado de mi compromiso, mi investigación y mi forma de conocer la sociedad en la que vivimos, la cual invisibiliza todos estos temas, el porqué lo hacen y qué significa pertenecer a estos grupos. Esto se refleja en la fotografía.
Boxador V, Santiago, de la sèrie Boxadors. El combat contra l'àngel, 1987. Còpia digital per injecció de tinta. © Paz Errázuriz. Col·leccionis Fundació MAPFRE
Una tarea difícil...
No es fácil establecer con las personas retratadas una relación que te permita trabajar tan insistentemente en las imágenes. Junto a las imágenes, siempre tuve el deseo de grabar conversaciones y situaciones. La escritura siempre estuvo presente. Después de estar un año trabajando en La Poma d'Adam, invité por primera vez a una amiga periodista a hacer la parte de texto. Cuando terminamos el trabajo fotográfico de Infarto del Alma, que es el proyecto de amor loco con parejas de pacientes en un hospital psiquiátrico, lo trabajamos con la escritora chilena Diamela Eltit. El resultado fue un libro muy bonito. Más adelante hice otro trabajo sobre el tema de la Ocromatopsia, un problema de la visión que te impide ver los colores, y en el que finalmente trabajé con una poeta. En mi trabajo siempre se encuentran estas dos disciplinas que se topan y se enriquecen: imagen y escritura.
¿La fotografía en blanco y negro tiene un matiz especial para usted?
Por supuesto que sí. Yo siempre trabajé en blanco y negro, y todo el trabajo de laboratorio lo hacía yo. Hay que pensar también que gran parte de estos trabajos se realizaron durante la dictadura chilena y bajo una fuerte censura. Hoy en día tengo una postura ecológica en lo que se refiere al hecho analógico, que tiene que ver directamente con la contaminación del agua y cuánto se gasta en lavar una sola fotografía. Chile está muy amenazado por la sequía y el desierto casi se viene encima. Aparte de tomar las imágenes, al revelarlas te conectas en el tiempo tan lento, ese tiempo que hoy en día es casi insoportable.
¿Qué supuso su primera exposición en España en 2018?
Fue realmente extraordinaria, esta exposición fue tremendamente estimulante y desafiante. Tener una exposición fuera de Chile y de tal tamaño (era una gran retrospectiva) fue muy importante para mí.
Atáp, Ester Edén Wellington, Port Edén, de la sèrie Els nòmades de la mar, 1995. Còpia d'època de plata en gelatina © Paz Errázuriz. Col·leccions Fundació MAPFRE
¿Qué significa tener más de 170 obras en la colección Fundación Mapfre?
Es un orgullo que mi trabajo esté en una colección tan importante como ésta y que, desde Fundació Mapfre, estén siempre tan atentos a mi trabajo. Han hecho unos libros fotográficos espectaculares, todos los libros que han realizado son de una maravillosa impresión.
¿Qué ha redescubierto del trabajo al volver a ver algunas de estas fotografías?
Ha sido muy impresionante revisar estas fotografías tomadas años atrás, es como ver mi diario de vida. Creía que no me olvidaba de nada, que veía una foto y recordaba exactamente dónde fui, cuándo y quién era. Pero me llevé una sorpresa al encontrar una serie que, cuando fue tomada, no podía mostrarla porque sabía que sería censurada. Tener esta muestra resucitada en París en el 2023, que mostraba por primera vez un trabajo de los años ochenta, me dio una alegría increíble. Y claro, también para volver a ver a viejos amigos y familiares en las imágenes.
¿Qué le emociona del futuro?
En el fondo, no sé si me emociona o me da miedo tratar de conseguir acabar muchas cosas que tengo en camino. Espero poder hacerlas y también espero que la fotografía siga ese camino tan cuidado en la Fundació Mapfre. Es una excelente curaduría, la selección de fotógrafos, hasta la misma impresión de los libros. La importancia y el cuidado tratamiento de mis fotografías me emociona mucho.