'La cámara doméstica' en el KBr Fundació Mapfre

La fotografía, como el lenguaje, trasciende la mera descripción de la realidad. Lejos de ser su fiel reflejo, a menudo actúa de mediadora entre el fotógrafo y el mundo que le rodea, interactuando con los espacios, las personas y los objetos de su entorno. Esto se hace evidente sobre todo en la fotografía doméstica: una fotografía personal de uso cotidiano.

Históricamente al margen de los circuitos institucionales del arte, la fotografía doméstica encuentra ahora su reconocimiento y su representación en el espacio KBr de la Fundación Mapfre con ocasión de una muestra comisariada por la experta Núria F. Rius. Esta representación resulta del todo relevante en el actual contexto de democratización y normalización de la fotografía de uso personal y cotidiano, en tanto que nos ayuda a entender los orígenes de un fenómeno tan extendido hoy en día como es la articulación del experiencia personal y vivencial a partir de la imagen.

Los paralelismos entre la fotografía doméstica en la Cataluña del período que va desde la década de 1880 hasta el inicio de la Guerra Civil Española, en 1936, y la fotografía personal que producimos y consumimos a día de hoy en las nuestras formas de comunicación más básicas son múltiples, pero podrían englobarse bajo el concepto de la performatividad de la imagen. Se ha hablado de un cambio de paradigma, según el cual habríamos pasado de tomar fotografías para preservar la memoria del objeto fotografiado a tomar fotografías para comunicarnos, siendo el punto de inflexión el advenimiento de la fotografía digital, las redes sociales y el proceso de democratización general de las cámaras en distintos dispositivos móviles. Sin embargo, lo que esta exposición nos demuestra es que con anterioridad a la imposición de todos estos fenómenos, la imagen ya se entendía como un medio a través del cual comunicarse.

Gracias al desarrollo de ciertos aspectos técnicos de la cámara, la fotografía fue permitiendo capturar la inmediatez del momento vivido, dando lugar a interacciones mucho más fluidas entre el fotógrafo y su contexto. Esto comporta una ampliación de los posibles campos de análisis de las imágenes: en tanto que agentes capaces de vehicular y transmitir vivencias a tiempo real, las fotografías domésticas se convierten en fotografías interpretables a la vez referencial y autorreferencialmente. Ya no documentan tan sólo la realidad del momento; en cierto modo, también documentan el contexto de aquella realidad en la que se insertan. Así, el acto fotográfico se convierte en un acto potencialmente performativo análogo a los actos de habla teorizados por John L. Austin, trascendiendo la función meramente locutiva –esto es, literal– de la imagen.