Xavier Ribas (Barcelona, 1960) es un fotógrafo con muy pocas fotografías. Es de ese tipo de autores que sólo fotografían si antes hay investigación, investigación a fondo y un trabajo de contacto empírico con los sitios. Pese a tener poca obra, es el más influyente entre las generaciones jóvenes. Una exposición suya es todo un evento. Por eso, Bajo una luz tenue, en la Galería ProjecteSD, vale la pena. Presenta dos bloques de piezas, Devenir (2020) y Hielo muerto [Como el aire atrapado en sus pulmones] (2024). La primera es una extraordinaria paráfrasis visual de la novela de Peter Weiss La estética de la resistencia (1975-1979). Y creo que tengo un poco de culpa. He dado la lata tantas veces con este ladrillo de libro que más de una persona se lo ha comprado. Más aún, la ha acabado leyendo. Por otra parte, el libro de Peter Weiss es uno de esos textos que nadie se atreve a pensar que sea literatura. Leerlo es un acto de fe. En las fotos de Xavier Ribas se evocan las primeras cincuenta páginas.
Todo lo que se ve son réplicas de yeso en las salas del Museo de Arqueología Clásica de la Universidad de Cambridge, que a Ribas le queda, como dice, en la esquina de casa. Muy diferente a lo que ocurre en la otra pieza, Gel mort, una instalación de cuarenta fotografías tomadas en el glaciar Juncal Norte, en Chile, hace apenas un año. Esta nueva obra da continuidad a la investigación que inició hace diez años con Nitrat, un proyecto volcado en la crítica del extractivismo que ha sufrido Chile desde el siglo XIX. Algo que haría de ese país el laboratorio del capitalismo más voraz.
Las grandes composiciones de vistas que mezclaban explotaciones mineras y petroglifos abrieron la puerta a una fotografía que sobrepasaba el tiempo clásico de la fotografía. Con la pieza que tiene en el pasaje Mercader, Ribas se deplaza a los glaciares más cercanos de Santiago, la capital del país. Ahora, sin embargo, el resultado es estremecedor. Una tierra arrastrada y triturada, mezclada con hielo muerto. El agua en ciernes que espera a ser explotada, muy pronto. De modo que, fotográficamente hablando, la cámara ya no documenta el pasado sino el futuro. La imagen se convierte en el dispositivo que anuncia una explotación inminente. La losa del futuro hipotecado. Plantaos delante de la pieza, a ver qué piensa