La primera gran crisis europea del siglo XX con el estallido de la Primera Guerra Mundial marca un antes y un después en la historia del arte. El desencanto de los artistas por las corrientes anteriores, desde el impresionismo hasta el cubismo y su variante órfica, pedía al arte nuevos retos para una sociedad moderna, basada en la ciencia, la industria y la máquina como parte de una nueva cultura, en cuyo horizonte debía recalar el arte que, en adelante, debería contar con la reproducibilidad técnica del objeto, la imagen y la propia obra de arte.
Esto coincide con el reconocimiento de la máquina fotográfica, un invento nacido en Europa pero que se desvincula del pictorialismo decimonónico en el Nuevo Mundo, América, de la mano de Alfred Stieglitz (1864-1946), fotógrafo conocedor de la cultura europea, que va preparar el terreno para la vanguardia en Estados Unidos, concretamente en Nueva York, ciudad en alza. En 1905 Stieglitz abre The Little Galleries of the Photo-Secession y en 1915 la galería 291, donde exponen los principales artistas europeos como Matisse, Rodin, Cézanne, Picabia, Picasso, Braque o Brancusi. Con la publicación de la revista 291 (1915-1916), de Marius de Zayas y Picabia, se da un impulso a la presencia de la máquina en el arte del nuevo siglo mediante los retratos maquinistas y piezas visuales que vinculan el género femenino con la máquina.
El movimiento dadá
El feliz encuentro de artistas rebeldes refugiados en Nueva York a raíz de la guerra, como Marcel Duchamp o Francis Picabia, a los que se les une Man Ray, de origen americano, configura el nacimiento del movimiento dadá antes de que surja en Europa. El objeto industrial seriado, fruto de la máquina, aparece por vez primera en la historia del arte, para quedarse definitivamente. El afianzamiento de las nuevas conquistas científicas y técnicas, los aparatos de laboratorio, los motores de automóviles, la optometría, las matemáticas, los aeroplanos, los barómetros y otros instrumentos, constituye un momento histórico que marcará para siempre la obra posterior de estos artistas, que evolucionarán hacia el surrealismo. La exposición contiene obras de Alfred Stieglitz, Picabia, Man Ray, Duchamp y Dalí.
Discos òptics, extrets de l'edició Rotoreliefs (1935/1965) © Association Marcel Duchamp, VEGAP / Madrid, 2024
Cuatro apartados con 125 obras muestran a los artistas pioneros y guían esta evolución de la era de la máquina al arte del siglo XX: el nuevo mundo y la fotografía “pura”; Del desnudo artístico al cuerpo como máquina; De la abstracción en la máquina y Eros y máquina. La máquina se convierte en una característica de la modernidad, metáfora del elemento femenino por excelencia, lanza el objeto industrial y seriado, el ready-made, en la arena del arte, valora los nuevos medios técnicos de reproducción de la obra de arte y cuestiona original y copia y pone en crisis la autoría.
Contribución de Stieglitz
El nuevo mundo y la fotografía pura nos habla de la contribución de Alfred Stieglitz, el impacto que causa en estos artistas la tecnificación de Nueva York cuando se exhibe la primera exposición de arte internacional contemporáneo en América: el Armory Show el 1913. La abstracción fue un paso importante para llegar a ver la máquina como el nuevo elemento femenino por excelencia.
Ante esta realidad, el desnudo artístico mantenido por la Academia del siglo XIX se fragmenta, se distorsiona, se poetiza, pero sigue utilizando formas orgánicas y anatómicas derivadas de la naturaleza. El paso de la abstracción a la máquina y al ready-made, objeto resultado de la reproducción industrial seriada, lleva a los dibujos mecanomórficos de Francis Picabia, inspirados en las máquinas. Marcel Duchamp crea juegos de ilusionismo óptico que son pioneros del arte cinético y Man Ray objetos afectivos impregnados de humor, mientras que Dalí activa la máquina mental del método paranoico crítico, obsesionado con la doble imagen. Marcel Duchamp se enfrenta a la evolución de la representación del amor en la historia del arte creando El gran vidrio, una máquina donde los solteros desnudan a la novia, con las cajas de notas e instrucciones para su interpretación. Su fe ciega en la reproducción mecánica le hace construir una caja con las imágenes y los objetos en miniatura de toda su producción artística, un museo portátil que convierte la reproducción en fetiche.