Olvido femenino en las ramas del conocimiento

Desde tiempos inmemoriales, las mujeres han sido hijas, madres, esposas, cuidadoras del hogar y de la familia y musas inspiradoras de grandes creadores. Sí, pero no sólo eso. ¡En absoluto! También las mujeres han sido grandes creadoras y esto no se ha visto reflejado en el relato histórico. En una sociedad en la que la propia historia ha sido escrita mayoritariamente por hombres, el papel de las mujeres en las diversas disciplinas del arte y de la cultura en general ha sido reiteradamente escondido, invisibilizado e incluso expresamente silenciado.

Apropiación del relato

¿Cuántas mujeres a lo largo de los siglos no han sido enmudecidas y menospreciadas? ¿Cuántas han visto su identidad o creación suplantada por un compañero, por un familiar, por un amigo de género masculino? Grandes sagas de familias de músicos, escritores, poetas o pintores en los que el papel y la creación de la mujer se ocultaba o desaparecía por apropiación masculina. ¿O cuántas mujeres decidían firmar con seudónimo masculino para evitar ser señaladas o ignoradas por el hecho de ser mujeres creadoras? Hay que hacer hincapié también en que no sólo hablamos de cómo se ha reflejado este trato en el relato de la historia sino también del acceso real de la mujer a la educación y al mundo cultural en todo momento. Durante siglos la mujer se ha visto relegada a la esfera doméstica y fueron muy pocas las que, desde siglos más allá hasta la era moderna, pudieron cultivarse y educarse en el mundo artístico; existía un claro condicionante económico y social, de clase y de género. Recordemos que, aunque algunas mujeres empiezan a matricularse en el último tercio del siglo XIX, el acceso regular a la universidad no fue, para ellas, hasta bien entrado el siglo XX.

Avance en equilibrio

Una sociedad avanzada es aquella que mantiene un equilibrio en muchos aspectos, y ahora, en pleno siglo XXI, luchamos por conseguir una sociedad más justa, más sostenible y con igualdad para todos… Sin duda, el siglo XXI será el siglo en que las mujeres recuperaremos parte del camino perdido, abarcaremos más derechos, nos educaremos mejor, obtendremos más reconocimiento, más lugares de poder y decisión y más protagonismo en el mundo en general. El camino no es fácil, es largo y pesado, pero dejaremos de estar relegadas a un segundo plano. Y esto es meritorio porque venimos de mucho, muy atrás.

No pararíamos encontrar ejemplos, muchísimos, de este olvido de la creación femenina dentro de las ramas del conocimiento desde la más remota antigüedad. De nuestros grandes referentes culturales clásicos, base de nuestra cultura y a raíz de nuestra historia hasta la fecha, el desequilibrio de género es tal que, a pesar de los esfuerzos colectivos y múltiples que se están haciendo en todos los frentes posibles, se tardará unas décadas en conseguir una esperada igualdad.

Angeles Santos. La Tertulia, 1929

Revertir la invisibilidad

Hoy en día, afortunadamente, aceptada y reconocida esta carencia, esta ignorancia, ese vacío de la presencia femenina en la historia cultural en todo el mundo, se están llevando a cabo toda una serie de iniciativas, múltiples y diversas, en muchos campos y ámbitos, para revertir la invisibilidad que han sufrido históricamente las creadoras de nuestro país a lo largo de décadas. No sólo se han dado pasos para procurar la paridad efectiva en el día a día, sino que se ha avanzado en el estudio, identificación, difusión y reconocimiento del papel de la mujer en la cultura. Iniciativas como la de la red de museos de arte catalanes que bajo la batuta del MNAC está trabajando en un censo de mujeres artistas para revertir el papel de la mujer en los centros museísticos y estudiar, identificar, localizar y censar obras y nombres de artistas que habían quedado relegadas, olvidadas o no identificadas. Iniciativas como la de investigación de Elina Norandi que ha identificado cerca de quinientas artistas anteriores a 1900 y más de ochocientas del siglo XX. Grapados de estudios, investigaciones, libros, investigaciones e iniciativas realizadas por institutos de las mujeres, observatorios de igualdad, colectivos feministas, universidades e instituciones sociales y culturales, públicas y privadas, educadores, pedagogos, historiadores en nombre particular o de colectivos se llevan a cabo para reescribir y reinterpretar esta parte segada de la historia. Es necesario recuperar y volver a poner sobre la mesa el nombre de aquellas mujeres que nos habían precedido, más allá de nuestras abuelas y bisabuelas, que por haber vivido en otros tiempos y bajo este prisma de mirada con un claro sesgo y estereotipo de género, fueron declaradas anónimas e ignoradas y no tuvieron el reconocimiento ni la posibilidad de figurar. Hoy lo vemos claramente, nuestro relato cultural es cojo, carecen de cientos de historias, cientos de referentes femeninas.

Àngels Ribé 3 punts 2, 1972.

Gestión y visualización femenina

Recuerdo cuando en los años ochenta y noventa trabajaba con Maria Lluïsa Borràs –mentora y maestra, gran crítica e historiadora del arte, gestora cultural de peso en nuestro país, a quien quisiera reivindicar y pedir que se le hiciera un reconocimiento más efectivo– y ya hablábamos de la necesidad de recuperación y vindicación de todo un grueso de artistas sobre todo de los siglos XIX y XX que habían quedado relegadas a un segundo plano o caído en el más profundo olvido.

Las que gestionamos programaciones culturales en centros, museos o instituciones públicas o privadas hace tiempo que tenemos la mirada puesta en hacer un inciso más efectivo para procurar equilibrar programaciones, en apoyar al talento joven de forma equitativa, sea en el ámbito cultural que sea . Cuando programamos proyectos, procuramos hacer más incidencia y ampliar la visualización de la presencia femenina dentro de las exposiciones colectivas y al intentar recuperar y exhibir nombres femeninos para grandes proyectos y exposiciones. Al mismo tiempo contamos con muy buenas profesionales en el campo del diseño expositivo y de la curaduría, a los que damos más trabajo y relevancia. Cada vez más los equipos de gestión cultural tienen un perfil más femenino y mejor formado. Últimamente hace falta remarcar que han surgido en nuestro país iniciativas para crear espacios para establecer relaciones entre las instituciones y las mujeres que gestionamos proyectos culturales, para crear redes, sinergias, conocimientos y unir esfuerzos y objetivos. Siempre se ha dicho que las mujeres somos más empáticas, más sensibles, somos mejores escuchándonos y al mismo tiempo también sabemos tejer mejores complicidades entre nosotros. Aunque se ha ido equilibrando y revirtiendo en los últimos decenios, el número de mujeres en cargos directivos de alto nivel dentro del mundo cultural todavía es escaso y está claramente por debajo del género masculino. Esperamos y deseamos que esto también vaya cambiando.

Reimaginar el mundo

Georges Steiner definía la cultura como la forma de vivir de una gente. Para nosotros la cultura es un espacio esencial para entender y reimaginar el mundo, para interpelar, zarandear, hacer pensar, crecer y transformar la sociedad, y hoy ya no podemos imaginar una cultura que no sea plural, transversal y diversa, ya partir de de ahora y como base de presente y futuro, con un claro compromiso por parte de todos de igualdad y equidad. Marga Viza y Boltas