El Museo Nacional de Arte de Cataluña y Museo Nacional del Prado organizan la exposición El espejo perdido. Judíos y conversos en la Edad Media. Esta muestra presenta un conjunto único de obras de maestros de la pintura gótica como Pedro Berruguete, Bartolomé Bermejo, Fernando Gallego o Bernat Martorell, que proceden de una treintena de museos, bibliotecas, iglesias, archivos y colecciones particulares nacionales y internacionales.
Comisariada por Joan Molina Figueras, esta exposición es la primera gran muestra que analiza la relación entre judíos, conversos y cristianos en los reinos peninsulares durante la edad media. Recupera un espejo: el retrato de los judíos y los conversos concebido por los cristianos entre 1285 y 1492.
Durante esa época, las imágenes tuvieron un papel fundamental en la compleja relación entre estos tres colectivos. Si, por un lado, fueron un medio importante de transferencia de ritos y modelos artísticos entre cristianos y judíos, por otro, como reverso sombrío, contribuyeron a difundir el antijudaísmo creciente que anidaba en la sociedad cristiana.
En este terreno, la estigmatización visual de los judíos fue un fiel reflejo del espejo cristiano, de sus creencias y ansiedades; un poderoso instrumento de afirmación identitaria. Tras la masiva conversión de judíos al cristianismo como consecuencia de los pogromos de 1391, las imágenes de culto se situaron en el centro de la polémica, hasta convertirse en una prueba para afirmar la sinceridad de los nuevos cristianos o, por el contrario, para acusarlos los de judaizar.
La extensión de estas sospechas infundadas de herejía judaizante se encuentra en la base de la fundación de la Inquisición española en 1478. Consciente del poder de las imágenes, la nueva institución hizo un uso intensivo, ya fuera para diseñar poderosas escenografías o por definir fórmulas de identificación visual de los conversos.
La exposición presenta un conjunto de obras y programas absolutamente únicos en Europa, que corresponden a unas circunstancias muy especiales que determinan las relaciones interreligiosas que se produjeron en los reinos peninsulares entre los siglos XIII y XV. Son aquellas imágenes que estimulan la conversión y justifican la sincera decisión de los nuevos cristianos. Igualmente originales son las imágenes de los primeros tiempos de la Inquisición, tanto las escenografías por las iglesias como las obras de carácter propagandístico. Las obras que se presentan proceden de una treintena de museos, bibliotecas, iglesias, archivos y colecciones particulares nacionales e internacionales.
Aunque muchas destacan por su componente estético, y que entre los autores encontramos a maestros del gótico como Pedro Berruguete, Bartolomé Bermejo, Fernando Gallego o Bernat Martorell, la exposición presenta también un conjunto de piezas realizadas más allá de los cañones de la historia de los estilos, como caricaturas, gramelletes, grabados o esculturas bizarras, con el objetivo de ofrecer la visión más completa y rigurosa posible de un tema que sólo podemos abordar desde una perspectiva que supere las fronteras tradicionales de la historia de arte. Las imágenes de esta exposición nos recuerdan que, aunque la diferencia existe, la alteridad se construye.