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Editorial

Calma tensa: el encaje o no de Borja-Villel en el ecosistema patrimonial catalán

Instal.lació 'Aeronàutica interior', de Francesc Torres a la sala principal del MNAC. Fotografia. EUROPA PRESS
Calma tensa: el encaje o no de Borja-Villel en el ecosistema patrimonial catalán

La presentación hace semanas en el Palacio Moja de Barcelona del nuevo fichaje estrella del Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña, Manuel Borja-Villel (Burriana, 1955) -ex director del Museo Reina Sofía de Madrid, del MACBA de Barcelona y de la Fundación Tàpies-, no ha calmado la mala marejada que hay latente en los equipamientos museísticos catalanes, así como en muchos agentes articuladores culturales del país que no acaban de entender del todo ni la función que va a desarrollar, ni el elevado sueldo (tres años , a noventa mil euros por año) sin concurso previo, de una persona a la que nadie le reprocha los méritos, ni la trayectoria pero sí el encaje y la idoneidad en el momento actual. Una jubilación de oro por unos, una insensatez por otros, un fichaje mediático por unos más, un soplo de aire fresco por unos pocos, una incógnita por muchos. Tampoco ayudaron a las diferentes declaraciones de Villel en la entrevista que publicó en La Vanguardia y que demostraba un completo desconocimiento de las dinámicas concretas del sector en Catalunya, así como del plan director de museos de la Generalitat aprobado hace unos años con un amplio consenso, así como la labor de muchos de los máximos responsables de los equipamientos catalanes. Nadie poco negar el anquilosamiento de la administración, pero eso no quiere decir la ingente tarea que está haciendo el sector desde hace tiempo para salir adelante a pesar de estos obstáculos y una clara invisibilización de este esfuerzo. Una persona puede ayudar a sacudir, de acuerdo, pero ¿solucionará las complejas trabas burocráticas, la falta de dotación y la poca visibilidad? Lo dudo en estas condiciones y en este contexto, aparte de que hay ámbitos que le corresponden al Parlamento de Cataluña o al Congreso de los Diputados con leyes de mecenazgo para impulsar la llegada de dinero y de simplificación administrativa, para no martirizar a más técnicos, gestores y artistas. Aparte, el deje mesiánico como se ha presentado en Borja-Villel para ayudar, por ejemplo, al MNAC a replantearse, cuando hace tiempo que está elaborando un plan director con la complicidad de muchas personas y de forma coral, todavía sorprendido más a propios y extraños. Aparte del golpe moral que ha supuesto para el equipo de Pepe Serra y por el propio director, que lo ha tenido que afrontar con resignación y estoicismo. Y más cuando hace relativamente poco Serra fue renovado. Si no se lo quería, quizá había que ponerlo de manifiesto en el momento de convocar concurso -algunas voces lo pusieron de manifiesto.

El Departamento de Cultura, que ha tenido acciones de interés durante la legislatura y que hay que valorar, aquí ha tenido que asumir un fichaje que muchos dicen que vino a partir del interés del actual secretario de Estado de Cultura , Jordi Martí -antes hombre fuerte en el Ayuntamiento de Barcelona-, para resolver temas de la política cultural municipal de la capital catalana -montaña de Montjuïc/montaña de museos y enredos-, y que para más inre el presidente de la Generalitat de Catalunya compró el regalo que venía de Madrid. La rumorología esto dice, no está fuera de lógica, pero lo que sí queda claro es que no se puede vender ese mensaje y esta incorporación de esa manera. Como tampoco se puede vender que en Madrid nunca le han querido en Borja, cuando ha estado quince años haciendo lo que ha querido en el máximo equipamiento del estado español, más que cualquier otro director, aunque dirigir aquel transatlántico no sé sí le ha acabado chupando las energías -quizás con los cinco primeros años hubiera bastado. Sabemos que en la Fundació Tàpies hizo una labor brillante y en el MACBA alcanzó su máximo nivel -la etapa de Madrid genera más dudas-, eso sí, dejando a menudo un poco de lado algunos creadores catalanes significativos, aunque es verdad que potenció algunos contados autores de nuestra casa como Carlos Pazos o Ignasi Aballí, entre otros. Y aún recuerdo cuándo se llevó el fondo Coderch, que la Generalitat tenía apalabrado, a golpe de talonario a través del Museo Reina Sofía. Por tanto, claros y oscuros de un hombre experimentado, que no se sabe dónde debe encajar, mientras los museos nacionales siguen infradotados ya nadie le acaba de hacer esta real problemática ni frío ni calor como el caso del Museo de Arqueología de Cataluña (MAC) o del Museo Nacional de la Ciencia y la Técnica de Cataluña (MNACTEC). Y no es por falta de empuje ni de ideas de sus directores y de los diferentes agentes articuladores sino de una política errática de hace décadas que se intenta resolver como se puede, de una falta de consenso global de sector, de una falta de presupuesto ejecutado -no lo que sale en los grandes números de inicio de legislatura- y de una muy y muy grave problemática de "burrocracia" administrativa que impide a los de dentro de la administración ya los de fuera ser ágiles . Y para mí, este último punto es nuclear y no se está afrontando. No es una problemática de Cultura sino de todo el conjunto de consejerías y ministerios: están casi paralizando el país o, al menos, ralentizándolo de forma desesperante. Así pues, hay trabajo que hacer, como arreglar el Plan de las Artes Visuales en Cataluña que nos pasamos el día haciéndolo y rehaciéndolo y no acabando de implementarlo, o el Plan de la fotografía que no tiene sentido que trabaje aparte de Artes Visuales -época Mascarell. Ya para terminar, si alguien quiere más sobre el encaje de Borja-Villel, le invito a leer si no lo ha hecho ya, el texto de la experimentada y apretada periodista Mercè Ibarz en Vilaweb .

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