La galería Maurizio Nobile Fine Art abre la temporada de otoño con la exposición Morandi y la contemporaneidad, que podrá visitarse hasta el 20 de diciembre.
La exposición investiga el enlace entre Giorgio Morandi y la contemporaneidad, abordado varias veces a lo largo del tiempo y que atestigua la continua -y nunca dormida- relevancia de la poética del gran maestro boloñés.
"Nada es más abstracto que la realidad", dice Morandi, dando testimonio de su íntima conexión con la vida cotidiana de la existencia. Su poética está impregnada de silencio y misterio y revela una relación profunda con la vida cotidiana y la relación íntima con los objetos que le rodean.
Morandi, pese a la aparente repetitividad del discurso figurativo, se dedicó durante toda su vida al tema de la redención de la materia. Alcanzó la cúspide de su espiritualidad como poeta de la materia, consiguiendo dar voz incluso al "polvo". No se trata de pulso físico, sino del alma: una sustancia intrínseca al color y la materia pictórica, que actúa como depósito de los pensamientos del artista, madurados a lo largo de una larga reflexión. Por un distanciamiento del presente y de los mismos objetos que tenía ante sí todos los días. Y es precisamente ahí donde reside la modernidad de Morandi, un artista que se sitúa a medio camino entre la pintura figurativa y la matérica.
Diálogos contemporáneos: Andrea Federici y Joan Crous
La exposición no sólo celebra el trabajo de Morandi, sino que conecta el trabajo con el de dos artistas contemporáneos, Andrea Federici y Joan Crous, cada uno con un enfoque único y profundo del arte y la realidad cotidiana.
Andrea Federici se inspira en los temas queridos por Morandi y los interpreta con una atención meticulosa al por menor. Sus obras cruzan los límites del realismo tradicional, sumergiendo al espectador en una dimensión donde la realidad aparece bajo una luz que desafía la credibilidad y la dimensión real.
Joan Crous , escultor de vidrio, comparte con Morandi una vida en los Apeninos boloñeses y un profundo interés por las formas y colores de la vida cotidiana. Sus obras capturan e inmortalizan objetos a lo largo del tiempo, al tiempo que transmiten su fragilidad. A través de un proceso de fosilización, Crous transforma lo ocurrido en el pasado, invitando a los observadores a un viaje a través de las frágiles huellas desgastadas por el tiempo.