La sombra bajo el párpado. Anatomía del cuerpo excéntrico de Pep Admetlla, exposición que inauguró el Bòlit_StNicolau el pasado 6 de octubre y que se podrá ver hasta el 28 de enero de 2024, sintetiza años de investigación de Pep Admetlla (Salt, 1962) sobre la anatomía humana , y la relación entre el ojo y el cerebro, el conocimiento que adquirimos tanto de nuestro cuerpo como del mundo que nos rodea, recreando un teatro anatómico y abriendo cuestiones neuroculturales sobre la relación entre tecnología y control a partir del interés que ha mostrado la ciencia, pero también la tecnología en el cerebro, ya sea a través del ocio interactivo, la realidad aumentada o la inteligencia artificial.
La sombra bajo el párpado consta de tres piezas individuales en formato instalativo que se ubican dentro de la arquitectura medieval de la Capilla de San Nicolás y que temáticamente conforman un todo. El elemento central, que dialoga con la arquitectura que le rodea, es un panóptico y anfiteatro anatómico, una estructura de madera de grandes dimensiones realizada por el, también artista, Pep Aymerich, que ha trabajado trasladando al espacio físico una maqueta de la instalación realizada por Pep Admetlla.
Nos encontramos tres piezas individuales que conforman un todo, en conjunto con el espacio perfecto para dejarse llevar y reflexionar sobre en qué se transforma la capilla de Sant Nicolau. Admetlla juega con la arquitectura del ojo, en una búsqueda sobre la anatomía de la mirada y el juego de los sentidos. Las instalaciones bien pueden leerse de forma individual o como una instalación entera, para detenerse, observar, jugar y dejarse sorprender.
El sonido, la imagen, las texturas, otorgan materialidad al total de ideas que el artista, después de más de año y medio de preparación, nos invita a experimentar.
La exposición la acompañan una serie de actividades, una serie de conversaciones, presentaciones, actividades para niños con invitados muy especiales, además de las visitas comentadas junto al propio Admetlla y de Íngrid Guardiola, directora del Bòlit. Todo por descubrir cuál es el cuerpo excéntrico. Tiene forma de panóptico porque, por un lado, evoca la parte más conceptual y social de la representación arquitectónica del control, una figura popularizada por el filósofo utilitarista Jeremy Bentham en el siglo XVIII); por otra parte, emula la forma anatómica del ojo. El ojo tiene una estructura con un funcionamiento fisiológico muy claro y lo que se quiere representar aquí es la envoltura, este entorno, que nos hace espectadores de lo que tenemos en el cerebro.
En el interior, unas gradas permiten al espectador contemplar una proyección sobre una superficie deformada, como si fuera la retina, cogiendo la forma de un ojo y convirtiendo al espectador en nervio óptico o, también, en lo mirado. Hoy en día, en el “panóptico digital”, mirar a menudo significa ser mirado. Dentro del panóptico, en lugar de la torre del vigilante que encontramos en la arquitectura benthamiana, o en lugar de la mesa de disección del cadáver, se encuentran los espectadores. El vídeo que puede verse dentro del panóptico es un site specific, que combina imágenes de la construcción del panóptico con otras que evocan el “muro de la muerte” (the wall of death), un espectáculo que se hacía en un recinto circular en el que las motos cogen cada vez más velocidad y altura hasta rodar completamente perpendiculares al suelo, con un ruido que el artista conecta con la línea de vida. Si el motorista pierde el control o rebasa la línea de la vida, muere.
La cúpula de la capilla es la que hace de cubierta sonora y de ella cuelga una estructura en forma de dispositivo con el diafragma de una cámara abierto con un punto de luz, que recuerda al ojo de Dios, la figura del control supremo. Por último, el panel de cierre, como si se tratara de una libreta, recoge todo el proceso de elaboración del proyecto, en forma de anotaciones y dibujos. Una libreta escalada en la dimensión del propio panóptico.
En el espacio central de la nave se ubica la segunda de las propuestas, una pieza encontrada en los almacenes del Museo de Historia de Girona durante el proceso de investigación de este proyecto, que se ha alargado durante un año y medio. Se trata de una escultura en forma de modelo anatómico scorticato, es decir, una figura sin la piel, que nos habla de conceptualmente nuestra propia anatomía (figura), pero también de lo expuestos que están en el exterior (fondo). Admite, coge la escultura como si fuera un ready made, poniendo de manifiesto esta falta de piel, de dermis que pone en contacto el tejido nervioso con el entorno. Las manos no las puede utilizar porque no las tiene (“y, por tanto, no puede utilizarse, ni siquiera para activar los dispositivos tecnológicos como los teléfonos inteligentes que generan una libertad dudosa, un autocontrol que acaba siendo un control algorítmico ”, en sus palabras); en un último gesto, el artista le tapa la cabeza con una bolsa haciendo referencia a la vulnerabilidad individual, a la pérdida de autonomía en manos de los actuales dispositivos de control técnico y económico.
La tercera y última pieza la encontramos ya en el fondo de la capilla, un dispositivo límbico interactivo realizado con la colaboración del artista Nicolás Saganías. De nuevo, tiene forma de ojo. Este artefacto lleva un sistema de sensores que, cada vez que alguien se acerca a él, hacen proyectar una luz que cegará, momentáneamente, al usuario; automáticamente, se podrán escuchar unos textos leídos por una inteligencia artificial, con fragmentos escogidos por Ingrid Guardiola de textos clásicos de la “literatura sobre el control” como son Nosotros (1924) de Yevgueni Zamiatin, 1984 (1949) de George Orwell, Discurso sobre la servidumbre voluntaria (1576) de Étienne de La Boétie, o los discursos de Trump, Hitler, Jeff Bezos (CEO de Amazon), Stalin o Elon Musk (CEO de Tesla e inventor del Neuralink), entre otros .
Como cierre de la exposición, y evocando el espacio ubicado debajo de los teatros anatómicos donde se preparaban los cadáveres que debían mostrarse, Admetlla ha situado en la cripta toda la documentación, planos y maquetas del proyecto.
Pep Admetlla, a partir de sus peculiares lecciones de anatomía, hace de la visión, la arquitectura y el cuerpo, un espacio de diálogo. La exposición también plantea el espacio expositivo como un receso a la vida online (online), como un posible teatro anatómico, vivo y transitable, un lugar de reunión y conocimiento.