'Memoria vivida', primera gran retrospectiva de Pilar Aymerich

La sala Picasso del Círculo de Bellas Artes acoge, hasta el 7 de enero de 2024, la exposición Memoria vivida, la primera gran retrospectiva organizada sobre la figura del Premio Nacional de Fotografía Pilar Aymerich. La exposición organizada por el Circulo de Bellas Artes, la Fábrica y el Centro de Arte Tecla Sala, cuenta con 154 fotografías que abarcan toda la carrera profesional.

Además de recoger las imágenes más icónicas y reproducidas de su trabajo, Neus Miró, comisaria de la muestra, ha querido destacar e incluir otras muchas fotografías que apenas se han podido ver, en una apuesta por ampliar la visión y perspectiva sobre el trabajo de Aymerich. En este sentido, destacan las imágenes tomadas en La Habana en 1982 o las que conforman el proyecto Viajeras en La Habana, un trabajo compartido que Pilar Aymerich y la historiadora Isabel Segura empezaron en 2008 y que se exponen por primera vez.

La propuesta, ordenada cronológicamente para evidenciar la simultaneidad entre los distintos trabajos de la fotógrafa, incluye el cortometraje Entreacto, en el que Aymerich aparece como actriz. Realizado en 35mm, sólo pudo verse en una única ocasión anteriormente, en 1974 en un cine de Barcelona.

Después de formarse en dirección teatral en la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual en Barcelona, Pilar Aymerich estudió fotografía en Londres y París antes de establecerse en 1968 en su ciudad natal, donde inicia su carrera publicando habitualmente en revistas como Sierra de Oro, Triunfo, Destino, La Calle, El Viejo Topo o El País. Aquellos años de formación en teatro dejaron una importante impronta en Pilar. Como señala la comisaria de la exposición: "El teatro la marcó y se convirtió en distintivo en su producción. En sus fotografías la escenografía desempeña un papel fundamental." En 1974 comienza a colaborar en Televisión Española, en programas como Personajes (con Montserrat Roig); Crear y vivir (programa cultural de arte); Por muchos años (con Rosa Maria Sardà) o La Luna (con Julia Otero). Impartió clases de fotografía en el Área de Juventud del Ayuntamiento de Barcelona y seminarios en el Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña.

Su labor como fotógrafa callejera alcanza una gran relevancia a partir de 1975, de acuerdo con la visibilidad que adquieren los movimientos sociales tras la muerte de Franco. Su cámara fue testigo de manifestaciones, huelgas, celebraciones y movimientos sociales, siempre desde una conciencia social, humanista y feminista. Los reportajes fotográficos de aquellos eventos conforman una secuencia de imágenes donde se puede seguir la evolución de los actos, casi de forma narrativa.

En sus fotografías se mezclan los hechos que hicieron que Barcelona (y todo el país) cambiara radicalmente y sus protagonistas; tanto la gente que salía a la calle reclamando sus derechos como aquellas personalidades de la cultura del momento que pusieron para ella (su vinculación especialmente con el mundo del teatro es una constante en su trabajo). "Soy el producto de mi generación. He estado muy marcada por los eventos", señala Pilar Aymerich.

Otro de los rasgos distintivos en su vida (y reflejado en su trabajo) es su implicación en las diferentes causas sociales y políticas. Este compromiso ha dado lugar a algunas de las fotos más representativas, no sólo de su carrera, sino también del momento en que pasaba España. Es el caso de las imágenes que recogió en las Jornadas Catalanas de la Mujer, organizadas por la Asociación Nacional de Comunicación Humana y Ecología, asociación feminista de la que Aymerich era miembro. Las reuniones se celebraron en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona en 1976 y supusieron un impulso al feminismo.

Las fotografías que captó aquellos días manifiestan un tipo de fotoperiodismo que huye de la distancia y de la supuesta objetividad del documental; incorpora a su propia praxis los planteamientos y reflexiones feministas, algo realmente inusitado en el panorama de aquellos años en España. Las imágenes surgen del conocimiento de una situación dada, la familiaridad con el entorno y las relaciones interpersonales que construye. "No sé si soy fotógrafa o una persona que toma fotografía", reconoce Aymerich. "Como fotógrafa tengo muy en cuenta lo que tengo delante como persona. Para mí la ética es fundamental".

De forma paralela al seguimiento en el ámbito público durante los primeros años de la transición, Pilar Aymerich realizó también un registro fotográfico del que pasaba en la capital catalana en el sector cultural. "El valor de la cultura ha sido siempre muy importante para mí, fuera también del propio ambiente cultural". Destaca especialmente todo lo relacionado con el teatro, así como los vínculos personales y profesionales iniciados ya en su etapa formativa y mantenidos durante toda su carrera. Estos años, en los setenta, la escena teatral en la Barcelona es especialmente vanguardista y se suceden los proyectos que quieren innovar en formatos y contenidos. Como el Teatre Lliure, que en 1976 se abre al público como un proyecto, liderado por Fabià Puigserver, que ya desde la concepción optará por una arquitectura teatral radical; se rompe con el teatro a la italiana y se sitúa en el escenario en el centro del espacio teatral. Las fotografías de Aymerich darán testimonio en esta ocasión de la construcción de este teatro singular y de las obras que se van a representar.

En 2021, el trabajo de Aymerich fue reconocido con el Premio Nacional de Fotografía. En su decisión, el jurado destacaba "una trayectoria en el ámbito de la fotografía a pie de calle, desarrollada a partir de la década de los setenta, que plantea cuestiones urgentes a la realidad social y política tardofranquista, que todavía hoy son de relevancia . Una obra que germina desde una noción ética donde la fragilidad es el punto de partida de una narración fotográfica".

Pilar Aymerich. Memoria vivida se podrá visitar hasta el 7 de enero en la Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes y en septiembre de 2024 se expondrá en el Centro de Arte Tecla Sala, en Barcelona.