Hablamos de la novela visual y conceptual, El bosque , de Cesc Abad. Un ejemplo de la distopía en una pintura que parte de un imaginario personal.
Novela visual y conceptual, El bosque, de Cesc Abad (Barcelona, 1973), artista autodidacta y multidisciplinar, trabaja la distopía en una pintura que parte de un imaginario muy personal. Para el artista, la distopía representa una herramienta de crítica social, como lo fue la poesía en su día. Basta con ver la contraportada de El bosque: “Nos mean y dicen que llueva.” Abad dice que él apuesta por la distopía del presente de la humanidad –que ya está bastante desgraciado– como algo ya instaurado y que todo el mundo tiene normalizado, no como una idea de futuro agónico verosímil propio de las novelas de ciencia ficción.
La relación del artista con la naturaleza
Cesc Abad muestra un gran interés por la relación y el efecto del ser humano en la naturaleza –sobre todo la del Pirineo catalán–, que como virus que somos estamos destrozando a gran velocidad. Elige la pincelada postimpresionista y el simbolismo más combativo que no abusa de las metáforas complicadas sino que opta por el puñetazo visual y por generarnos decenas de preguntas sobre qué le estamos haciendo en el mundo. Leemos una lista de la compra que consiste en un árbol, un camino, una sombra, mariposas, piedras, pájaros, hormigas, un bidón de gasolina y una caja de cerillas. A través de dibujos, pinturas, recortes de libreta y fotografías pronóstico, Abad no deja indiferente.
En una imagen, por ejemplo, aparece una botella de plástico con una etiqueta: Mediterráneo 2050. Evidentemente, el agua es asquerosamente marrón. Los animales y los árboles de El bosque se follan del ser humano, que les ha llevado a la extinción. Un asno de ojos tristes dice al espectador: “Callaré lo que pienso de ti.” Un perico amarillo y precioso lo tiene claro, cuando se dirige al hombre: “Como animal dejas mucho que desear.” Un zorro tampoco está: “La zorra eras tú.” La casa de los animales –la naturaleza– nos ayuda a respirar, mientras que la casa humana ahoga a los animales.
En esta dirección, Cesc Abad pinta un mundo distópico en el que la carrera de las especies animales sigue unos caminos bien distintos a los prefijados. Como sátira mordaz del comportamiento humano –lamentable, por cierto–, se ha dicho que Abad invierte la teoría evolucionista de Charles Darwin. En la teoría de la involución, el escenario es una civilización reservada a los animales, más capaces para desarrollar comportamientos adecuados que el ser humano, demasiado obsesionado con los peligrosos avances tecnológicos. Un futuro lleno de incongruencias, incoherencias y mucha, mucha mala leche. En la contraportada, un humanoide lleva un tronco a pasear con una correa de perro. El bosque es un libro que, si te queda una brizna de sentido común y de dignidad, no te permite mirar hacia otro lado. "El hombre es un lobo para el hombre", decía el filósofo Thomas Hobbes. El artista Cesc Abad supera esta idea y la hace extensible al mundo natural en su más absoluto sentido.