El Bòlit. Centro de Arte Contempporani presenta, hasta el 8 de octubre, Hacer crecer plantas en la oscuridad, muestra comisariada por Ingrid Guardiola y que parte de una ficción especulativa a partir de una simple pregunta: cómo generar vida en un entorno sin luz, sin energía?.
Hacer crecer plantas en la oscuridad reúne obras de Azahara Cerezo, Xiana do Teixeiro, Emilio Fonseca, Juana Moll, Núria Nia, Playmodes, Manel Quintana y Stéphanie Roland. La exposición parte del contexto de una modernidad crítica, aquella que tiene en cuenta la humanidad y las vidas no humanas desde su interdependencia, y se pregunta sobre cómo cartografiar las infraestructuras que sostienen una parte de nuestra tecnología y cómo entender la su implicación material y causal en el relato de la biodiversidad.
El planeta Tierra se encuentra frente al conflicto de una pobreza energética cíclica que se ha cronificado. Es una pobreza en el ámbito de gestión, explotación y comercialización de recursos (combustibles fósiles, agua, gas, minerales, energía solar...), pero también personal: no tenemos energía —física, mental, emocional— para hacer nada más de lo que ya hacemos. El exceso de demanda energética de un sistema basado en la producción de crecimiento ilimitado tiene los días contados. El burn out individual y planetario es un hecho. En este contexto, la exposición Hacer crecer plantas en la oscuridad propone reflexionar sobre nuestra relación con la tecnología y la energía, pero alejándose de la perspectiva aceleracionista, solucionista o catastrofista .
La liberalización del mercado energético a finales de los noventa y principios del nuevo siglo, la acumulación de riqueza en las “zonas de sacrificios” (guerras, zonas nucleares, parques eólicos...) y la extrema dependencia de dispositivos tecnológicos de permanente consumo energético, han hecho que la energía sea uno de los grandes retos del siglo XXI. Si en el siglo XX pagábamos los consumos por no saber (domiciliábamos el recibo para pulsar un botón y que todo funcionara), ahora toca saber para asumir una responsabilidad individual, pero sobre todo colectiva e industrial; y también para plantear soluciones inmediatas ya largo plazo a esa relación tóxica.
Se trata de observar, analizar y recrear estas tecnologías porque, tal y como ya apuntaba Bruno Latour, "nunca fuimos modernos del todo si esa modernidad implicaba el ecocidio". Latour, fallecido hace unos meses, es una figura pionera del decrecimiento y la conciencia medioambiental, que fomentó el diálogo entre la ciencia y las humanidades, con un trabajo a partir de la noción de “ecosistema” (clave para entender actual proyecto del Bòlit).
En cuanto a la elección de artistas existe una combinación entre artistas locales, autonómicos e internacionales. Cuatro de las obras que se exponen son de nueva creación (Playmodes, Walkie Talkie Films, Azahara Cerezo y Manel Quintana), pero también acoge tres producciones ya realizadas entre 2022 y 2023, una de ellas en Le Fresnoy (Stéphanie Roland), otra de The Photographer's Gallery de Londres (Joana Moll) y otra de Cultural Rizoma de Celrà (Núria Nia).
Las obras están divididas en dos espacios titulados “La aparatosa máquina del mundo” (Bòlit- LaRambla) y “Orientarse con Luz juiciosa” (Bòlit_PouRodó), dos versos del poema Primer sueño de Sor Juana Inés de la Cruz que tiene influencias de Athanasius Kircher, uno de los padres de la linterna mágica, matemático y astrónomo. Ambos espacios están iluminados por un ecosistema de luz de bajo consumo y dinámico (la luz de la sala “respira”) ideado por Manel Quintana (Barcelona, 1975. Vive y trabaja en Olot) que quiere dotar de energía más sostenible. espacio expositivo y parte de la posibilidad de invertir la disposición normal de la iluminación para hacernos conscientes de la variabilidad de la luz, su incidencia en la percepción y creación del espacio que transitamos.
En Bòlit_LaRambla encontramos 4004 de Joana Moll (Barcelona, 1982), una vídeo instalación que reflexiona sobre la posible correlación entre la ubicuidad de los microprocesadores, el aumento de su potencia computacional y la aceleración de la pérdida de biodiversidad. Según un estudio, desde los años setenta, que es cuando se diseñó el primer microprocesador comercial de la historia, el Intel 4004, la humanidad ha exterminado el 50% de las especies del planeta. Las tierras raras son elementos estratégicos en la industria electrónica y el desarrollo de las tecnologías porque están presentes en los circuitos y componentes de dispositivos y aparatos electrónicos, entre otros. En su fase de tratamiento, las tierras raras necesitan ácidos y bases químicas y es cuando aparece la contaminación.
En la instalación Desde la latencia de Azahara Cerezo (Celrà, 1988) una voz lee un supuesto informe de impacto ambiental que se basa en otros informes reales de explotaciones de recursos. Tras el confinamiento, el colectivo gerundense Playmodes (La Pera) quiso vincular la tecnología con el mundo físico, salir de los mundos estrictamente virtuales y empezaron una serie de investigaciones que les acercan a pioneros de los siglos XVI-XVII.
En Bòlit_PouRodó presentan Hacer crecer plantas en la oscuridad #1 donde usan la luz solar para hacer crecer plantas en un contexto de oscuridad por medio de una metodología antigua y sostenible a través de un helióstato, un conjunto de espejos con un sistema de seguimiento de la trayectoria del sol. En una segunda acción, ASTRES, elaborarán un mapping estelar en el Observatorio Batet de Olot. Estos artilugios se han desarrollado con la UPC. El vídeo Sea tu brillo en la noche de los gallegos Wakie Talkie Films, formado por Xiana do Teixeiro (Lugo, 1982) y Emilio Fonseca (Ourense, 1978), explora cómo nuestra mirada sobre el mundo vivo puede cambiar nuestras relaciones con el planeta a través de una propuesta de contemplación nocturna.
Entre la civilización humana y la naturaleza en resistencia, la tecnología posibilita y modifica nuestras relaciones con el entorno. La pieza nos invita a descubrirnos en relación con el otro como sujeto sensible (que siente), habitante del refugio de la noche en un ecosistema empobrecido. Stéphanie Roland (Bélgica, 1984) en el documental experimental Le cercle vide retrata un objeto espacial (chatarra) y su caída en la oscuridad de un cementerio espacial y combinando imágenes de grabación en directo de los eventos e imágenes de ficción, nos conduce a límites de lo visible. Un ensayo con referentes tanto de la astronomía como de la poesía homérica, que indaga en el potencial exploratorio de la imagen y recupera lo que seguramente sea el único sitio del plantita y de la estratosfera donde es imposible capturar imágenes o sonidos: el Punto Nemo. El ensayo audiovisual de Núria Nia (Palau Solità i Plegamans, 1986) recorre la experiencia humana de recrear la imagen de la naturaleza: desde la propia imagen mental hasta la imagen observacional o científica con un punto clave de partida: orientarlo en la oscuridad más absoluta, que da título a la pieza. En esta oscuridad ficcionada aparece el fantasma del inminente colapso ambiental y social para lo que visiones científicas, herramientas tecnológicas e inteligencias artificiales parecen tener la respuesta y, sin embargo, esta acumulación crea, finalmente, una mayor desorientación ante la pérdida de perspectiva futura.