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La capacidad transformadora de la arquitectura

La capacidad transformadora de la arquitectura
Roger Subirà venecia - 05/07/23

Comisariada por Lesley Lokko, la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2023 concibe a África como laboratorio del futuro. El proyecto Siguiendo el pescado, de Leve Productora y Top Manta (Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes), seleccionado para representar a Cataluña y Baleares, trata de la transformación y reivindicación del derecho a la ciudad para todos.

En la edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2012 se decidió que Cataluña y Baleares tendrían un pabellón propio, de la mano del Institut Ramon Llull. En ese momento el sector de la arquitectura estaba inmerso en una profunda crisis, y se vio como la posibilidad de ofrecer un escaparate del trabajo de los arquitectos locales, en el mayor acontecimiento de pensamiento de la arquitectura global. Entonces, no fueron pocas las presiones para incluir el mayor número de obras y despachos locales. Pero el espíritu de la Bienal de Venecia no es exactamente éste. Muchos pabellones internacionales, más consolidados, optan por participaciones más reflexivas, quizás más personalistas, que permiten al comisario desarrollar una tesis sin tener que pagar el peaje de mostrar un catálogo de la arquitectura patria.

Más allá de lo local

Las sucesivas participaciones de Cataluña (con o sin las Islas) han transitado hacia aquí. Las dos últimas propuestas, la de RCR y la de la comisaria Olga Subirós, iban en esta línea más reflexiva y, por primera vez, renunciaban a mostrar un conjunto de proyectos de arquitectos locales. RCR lo hacía con una propuesta eminentemente estética, lanzando una reflexión sobre la intervención en la naturaleza. La propuesta era un paso previo del proyecto que están sacando adelante en el entorno del Valle de Bianya y que deberá ser un espacio de experimentación sobre las relaciones entre la arquitectura y la naturaleza. El proyecto Air/ Aire, de la siguiente edición, era una reflexión sobre el aire como vehículo de muchas de las crisis que afectan a nuestros entornos urbanos (contaminación, calentamiento global, etc.). Incluía un estudio riguroso y gráficamente bellísimo del equipo catalán 300.000 Km/s, que trabaja con el análisis de los datos como material de reflexión y proyecto.

Repensar la Bienal

Sin duda, estas propuestas más en la línea de lo que se espera de las participaciones nacionales en la Bienal. Si las propuestas anteriores, aunque de buena calidad, eran anómalas por el hecho de querer mostrar un panorama de obras más que para desarrollar una tesis, la participación catalana sigue siendo, de anómala. Cabe recordar que el Pabellón Catalán no forma parte de los pabellones nacionales sino de los llamados eventos colaterales, reservados a empresas, organismos o países que no están formalmente invitados y no aspiran, por tanto, a los premios que otorga la Bienal. Queda pendiente la siguiente reflexión: teniendo en cuenta que no contamos igual que los demás países, ¿hay que someternos a las mismas condiciones que los demás en términos de sometimiento al discurso general? O bien, en estas circunstancias y teniendo en cuenta el importante gasto público que supone, ¿deberíamos seguir por una línea más promocional y, por tanto, más coral? Polémicas aparte, el prestigio de la arquitectura catalana y su posición internacional justifican nuestra presencia en Venecia sea de una u otra forma. Leve Productora y Top Manta Puestos a someternos a los criterios marcados por la temática general de la Bienal, el proyecto escogido este año es coherente con la tesis de la comisaria Lesley Lokko –nacida en Escocia pero hija de ghanés y con residencia profesional en Ghana –, que propone entender el continente africano como un “laboratorio del futuro”.

El resultado del concurso que convocó el Institut Ramon Llull, con jurado presidido por Eva Franc (directora artística del festival Model), fue a favor de la propuesta de Leve Productora y Top Manta. Top Manta es la marca de productos creada por el Sindicato de Vendedores Ambulantes, un proyecto solidario de economía social, relevante y sorprendente pero que poco tiene que ver, en principio, con la arquitectura. Leve Productora es un despacho barcelonés liderado por Eva Serrats, Francesc Pla y Daniel Cid.

Estos tres arquitectos poseen una larga trayectoria profesional y académica de exploración de las vertientes más sociales de la arquitectura. Tanto pueden encargarse de la construcción de edificios como de la producción de cine, organización de eventos o creación de páginas web, con un enfoque muy interdisciplinario.

Oportunidades y reflexiones

Ahora que Barcelona prepara la capitalidad mundial de la arquitectura de la UNESCO y el Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) de 2026, en el que la ciudad volverá a ser el epicentro de la arquitectura mundial, conviene posicionarnos para volver a ofrecer una propuesta que sea verdaderamente relevante y coherente con el momento actual. Muchos arquitectos recordamos el enorme éxito y la relevancia internacional que el congreso de la UIA de 1996 supuso para una ciudad postolímpica; pero poco después, nuestra ciudad empezó a rendirse al turismo salvaje ya la fascinación por las arquitecturas de revista pero sin profundidad, de las grandes firmas internacionales. Todas las posibilidades que tengamos para hacer una reflexión profunda, de cara al 2026, son ahora oportunidades a aprovechar. Desde el Colegio de Arquitectos y desde el Ayuntamiento de Barcelona ya se han sentado las bases para emprender esta reflexión. El pasado mes de diciembre, en una sesión en el Pabellón Mies van der Rohe, convocada por la Fundación Mies, la directora Anna Ramos y la directora artística del festival Modelo, Eva Franc, lideraron una sesión de reflexión con más de sesenta asistentes tener muy buena acogida y dónde herviron las ideas.

La fuerza de la arquitectura

El trabajo del arquitecto, en un contexto que es diferente al de después de la grave crisis de las décadas pasadas, debe encontrar de nuevo su espacio y su razón de ser. Cabe preguntarse si el camino radicalmente social que habíamos emprendido debe volverse más pragmático. Hace muchos años que hablamos más de derechos que de arquitectura, derecho a la ciudad, derecho a la vivienda, etc. Pero, al fin y al cabo, los arquitectos no tenemos la capacidad de garantizar derechos, sino que éstos son responsabilidad de juristas y políticos. Incorporar la participación y la cocreación y aplicar mucha más sensibilidad social a nuestro trabajo se da por supuesto en nuestra forma de hacer actual, pero la verdadera fuerza de la arquitectura es la de transformar la sociedad a través de diseñar y construir los espacios habitables, y esto pasa, a la fuerza, por actuar sobre el mundo físico. Mirándolo bien, esto es lo que verdaderamente sabemos hacer.

Pasar a la acción

Las transformaciones urbanas que muchas ciudades catalanas están llevando a cabo, con Barcelona a la cabeza, parecen indicar que ha llegado el momento de pasar a la acción. Es una acción más participativa, mucho más consciente de las demandas y problemas sociales y de la crisis medioambiental pero también convencida, de nuevo, de la capacidad transformadora de nuestro trabajo, a través de los instrumentos y estrategias que nos son propios. Por eso, sin conocer los detalles de la propuesta que nos representará en Venecia, emerge la siguiente duda: ¿será capaz la propuesta de superar el ámbito de los derechos para hablar realmente de arquitectura? En definitiva, la construcción y transformación de los espacios habitables es lo que da sentido a nuestro trabajo y es de lo que debería hablar una bienal de arquitectura.

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