Incómodos

No es ninguna novedad en la cartelera. Reunió la Palma de Oro en Cannes en el 2017 y un goya al mejor filme europeo en el 2018, entre otros galardones y nominaciones. Al verla, la curiosidad por descubrir qué me podían explicar en una película sobre el funcionamiento de un museo de arte contemporáneo de Estocolmo –pero que podría ser de cualquier otra ciudad cercana– se transformó en entusiasmo desatado. The Square , de Ruben Östlund, satiriza magistralmente las miserias y despropósitos que a menudo acompañan a la exhibición de arte contemporáneo a través de un curator sin escrúpulos. Algunas escenas, como la del discursito del comisario con sus ínfulas y la pandilla que la rodea, son tan reales que resultan estremecedoras. Otros, como la de la performance del artista-simio en medio de una cena de gala, se convierten sencillamente en hilarantes. The Square es un filme sobre la incomodidad. Es impertinente y hurga en situaciones desagradables, poniendo al límite a los personajes y, al mismo tiempo, a la gente que hay al otro lado de la pantalla.

Mientras todavía digería la cinta sueca, me cayó en mis manos El artista, de Mariano Cohn y Gastón Duprat, que se orienta en la misma línea, transitando por las múltiples caras del desasosiego. ¡Atención, no confundir este film de producción argentina con la comedia romántico francesa al estilo de una película muda en blanco y negro que lleva el mismo título! El argumento de El artista (2008) es sencillo: un enfermero de un geriátrico aprovecha los dibujos que hace uno de los internos para convertirse en el artista de moda de Buenos Aires, encadenando inauguraciones, conferencias, entrevistas y elogios sin saber demasiado bien qué hacer ni qué decir en medio de tanto postureo. Un nuevo viaje cinematográfico por el vacío que va enfilando acciones que resultan, a veces, angustiosamente familiares.

Dejando a un lado la pegajosa sensación de incomodidad continúa que provocan The Square y El artista, en estos filmes emergen brillantemente, en planos complementarios, algunas de las cuestiones —sobre autoría, ética y estética, mercado, crítica, mediación, poder— que sobrevuelan de forma recurrente la escena del arte contemporáneo, y de las que no siempre es fácil encontrar respuesta sin caer en un tedioso repertorio de tópicos y lugares comunes. En ambas, al fin, la incomodidad y la risa se revelan como vías de acceso al conocimiento.