El azar ha querido que cada veinte años Claudi Casanovas exponga en el Museu de la Garrotxa. Máter es el resultado del trabajo realizado por el artista durante los últimos tres años. Esculturas que, protegidas de la intemperie y acogidas en la penumbra de la sala 2 del museo, se reflejan en los grabados que evidencian la persistencia de la memoria. En el exterior, tres esculturas telúricas de la serie anterior El jardín de la luna llena . La videoproyección de la cineasta y ceramista china Ayu Tan complementa la exposición con la interpretación subjetiva de la obra de Claudi Casanovas.
Inspirado en la visionaria Angela Volpini y en la Venus de Willendorf, se sumerge en la búsqueda del origen, del embrión. En lo que nos hace ser únicos, en la singularidad y la esencia, en la persistencia del núcleo inmodificable. El crecimiento embrionario de la pieza fértil, la esfera del cosmos en cinco esculturas en expansión, extrovertidas, efervescentes que, apropiándose de la luz, se transforman con el fuego y, al mismo tiempo, el anhelo del artista en la investigación de la pieza permanentemente incandescente como una aparición de Volpini.
La necesidad de acercarse a la luminosidad de Volpini rompe esquemas en un proceso creativo que Claudi Casanovas nunca había experimentado. Vertido en busca de la transparencia utiliza el blanco, no para añadir, sino para borrar.
Máster son esculturas formadas de esferas con entidad individual que, pese a la transformación, son un mundo en sí mismas. Como la persona que se transforma sin modificar el valor intrínseco que la determina como único y singular.
Un espacio compartido con cinco grabados en el aguafuerte que toman las esculturas como modelo. Creación de ida y vuelta con la necesidad de testimoniar lo que fue. El recuerdo, la huella, el palimpsesto de lo desaparecido.
La sala, como espacio de refugio de piezas en constante modificación, y el claustro, el espacio que alberga la introspección. Las tres piezas de El jardín de la luna llena culminan la necesidad del artista de buscar otros registros. Aptos para soportar el peso de la intemperie, Claudi Casanovas quiere dar voz a la especificidad del material. Pedretas emergentes de la tierra haciendo referencia a la definición que William Tucker hace de la escultura: “Una escultura es por etimología lo que ponemos de pie.”
Claudi Casanovas, interesado por el crecimiento espontáneo y orgánico y por la perdurabilidad de la cerámica, concibe el trabajo con medios que no son efímeros como respuesta a las ansias de trascendencia. Un proceso creativo con banda sonora de Bach y Duot que ayuda a cuajar la pieza. Esculturas de una serie diferente a la anterior y de la que vendrá, porque el proceso creativo, según Casanovas, puede variar en otro momento creativo.
Es con la verdad del ahora que vamos a restar expectantes a la verdad de las brasas de un fuego nuevo.