«Si damos a la palabra paisaje una significación compleja, que comprenda llanos, bosques, aguas, industrias, vivienda, etc., diremos que la ciudad de mañana no debe ser más que un elemento del paisaje.»
Nicolau Maria Rubió i Tudurí
Arquitecto y urbanista
Nacer en Olot puede marcar o no artísticamente, pero lo que seguramente implica es la presencia cercana y permanente de una larga tradición artigráfica que ha trabajado el concepto de paisaje, así como la omnipresencia de la naturaleza que envuelve todos los sentidos. Desde una escuela de arte que no se detiene hasta el Observatorio del Paisaje de Cataluña. También eventos para dialogar con el territorio, el patrimonio y el arte contemporáneo, como la Bianyal de Arte. Caso aparte es multipremiado estudio de arquitectura RCR, que ha basado todo su concepto filosófico/estructural en cómo la arquitectura puede establecer una simbiosis casi perfecta con la naturaleza. Por tanto, no es casual sino causal, que Adrià Gamero Casellas trabaje mental y críticamente el paisaje y surja de esta estirpe heteróclita de autores de primer nivel que tienen una relación particular y, en muchos casos, extraordinaria con su ecosistema vital. En Cataluña, Perejaume, Pere Noguera, el colectivo SiteSize (Elvira Pujol Masip y Joan Vila Puig), Fina Miralles, Denys Blacker, Albert Gusi son también algunos exponentes que profundizan sobre el mundo rural, sobre la «civilización» del mundo rural, cuando hoy estamos afrontando la ruralización del mundo urbano.
Como afirma el propio Joan Nogué, tampoco es casual que hoy se hable más que nunca de paisaje, puesto que la concienciación ambiental, la extensión galopante de la ciudad dispersa, el aumento de la sensibilidad estética por parte de determinados grupos sociales capaces crear opinión y el Convenio europeo del paisaje lo han provocado. Adrià Gamero sabe todo esto, como también conoce el concepto de artialización de las geografías que Marcel Dalmau puso de relieve en 2010 en la magnífica exposición y en el catálogo Utourism/Utopism, en el que se cuestionaba de manera directa el concepto y el relacionaba con el turismo. La idealización de espacios para desnaturalizarlos de cualquier otra posibilidad de percepción, lo que imposibilita una identidad. Este concepto se expresa acusadamente en la serie más reciente de Gamero, Estructuras, obras en técnica mixta que son un híbrido entre una imagen de postal vintage y la estructura de madera que la soporta.
El bajorrelieve, la fotografía y la impresión digital toman cuerpo en los últimos trabajos del olotense, que, afincado en Barcelona, empieza a incorporar en su corpus creativo las nuevas dinámicas urbanas. Tal y como apunta el propio creador: «El arte —y las representaciones que éste genera— condiciona nuestra mirada y es el culpable de cómo vemos y experimentamos el territorio e impiden observar todo lo que queda fuera de campo. Este territorio que se ubica en los márgenes de la representación pasa a no existir». Una preocupación que pone el foco ya en el paisaje urbano en las series y la obra Arquitectura (Nicaragua 27-29) y MPK (Do not enter), y que levanta más la mirada territorial, del micro al macro, en dos obras de última creación. Una de ellas es S/T —dirección norte—, un collage hecho a base de una superposición de recortes de papeles de carreteras y viales de todo tipo que acaban siendo una amalgama imposible, totalmente orgánica y abstractiforme, de tejidos casi neuronales; una especie de metaciudad distópica.
La otra obra es S/T, una pequeña maqueta en forma de cierre de publicidad, otra vez la metáfora de lo que encontramos mientras viajamos, nos movemos o nos trasladamos. No es un anuncio de publicidad: ¿será que la naturaleza se ha colado sobre una estructura que sustenta la sociedad de consumo y las visiones idealizadas de según qué parajes? ¿Acaso es la verdadera construcción de un simulacro? Salvador Dalí decía: «Un día deberá ser admitido oficialmente que lo que hemos bautizado como realidad es una ilusión aún mayor que el mundo de los sueños». Lo que sí se manifiesta es una exposición de deje retrospectivo de un autor con unos inicios representados en la serie Cavidades, arquitecturas de subsistencia o más indefinidos en la serie Abstracciones. Allí ya se intuía una delicadeza poética de creaciones hechas —para más inri— manualmente, con técnicas como el grabado y el dibujo y que simulan los píxeles, las interferencias y las texturas de la imagen digital. Tal y como concluye el propio creador: «El resultado son obras que buscan cuestionar la forma en que miramos. La nueva visibilidad que adquiere el paisaje, interpela a las narraciones oficiales y al imaginario colectivo».