Josep Navarro Vives, una de las figuras fundamentales para entender el arte catalán de la segunda mitad del XX, ha muerto en Barcelona a los 91 años, dejando un legado de más de setenta años dedicados a la pintura.
Navarro fue un motor excepcional de la creación artística en Cataluña. Descubrió que le gustaba pintar y ya nunca nadie pudo pararle de hacerlo. Como aquel personaje de Echenov, siempre quiso saber hasta dónde podía agotarse sin importarle demasiado mantenerse fiel a unas formas o estilos reconocidos.
Navarro, como le conocían los más cercanos, ha sido un creador incansable. Movido por la exploración de nuevos lenguajes expresivos transitó del informalismo a la abstracción geométrica, del arte figurativo a un hiperrealismo mágico personal, la investigación de la sensación volumétrica y la exploración cromática, la abstracción lírica que destila las atmósferas... Una trayectoria tan amplia y compleja que, con dificultad, puede reducirse en unas líneas. Arnau Puig lo definió como un "uno de esos homos aestheticus es Josep Navarro Vives. Cuánto ve, cuánto percibe, se transsubstancia, a partir de la impresión básica repentina, en una presencia formal expresiva."
La transformación, las actitudes rupturistas, pasando por las rectificaciones y replanteamientos de los supuestos de partida, así como la investigación de nuevos caminos aportaron a la obra de Josep Navarro este carácter orgánico fundamentado en la intuición, experimentación y desarrollo inagotable nuevas formas de expresión. Esta actitud y permeabilidad en dejarse traspasar por la vida confiere al corpus creativo de los artistas un carácter procesual que se expande a lo largo de más de siete décadas.
Traspasó constantemente continentes, geográficos y estéticos. No perteneció a ningún grupo ni hizo manifiestos ni escritos teóricos en apoyo de su obra. En este sentido, y como ya apuntó Francesc Miralles en su momento a propósito de la obra de Navarro, "la historiografía contemporánea se muestra reacia, o al menos desconcertada, ante autores que cambian radicalmente de estilo en el transcurso de los años, esto es porque a lo largo de nuestro siglo la diferenciación de los lenguajes, incluso su invención, ha pasado a ser quizás el valor primordial del arte del siglo XX, pero ante este hecho del cambio de lenguaje es necesario considerar varios aspectos: Entre ellos: que los creadores de nuevos lenguajes son muy pocos a lo largo de este siglo y no debe confundirse creación de un lenguaje con personificación de estilo, ni confundir, a la vez, la versatilidad de un artista que adopta varios lenguajes con carencia de personalidad".
Navarro tenía la mirada curiosa, de aquél que tiene al conocer y descubrir el motor de su inquietud, y las manos robustas del trabajador empeñado. Hace casi un año, en su estudio, le observaba desde la distancia. Navarro había retirado el papel que cubría uno de sus cuadros y, en una suerte de diálogo interno, lo miraba con detalle, absorto. Parecía estar evaluando el cuadro que tenía delante, repasando cada forma, cada línea y cada toque del color como si todavía hubiera quedado algo por decir o por rectificar. En ese momento, me conmovió descubrir cómo, pese al indiscutible reconocimiento de toda una vida dedicada a la pintura, todavía hay personas con una pulsión innata en no habitar la autocomplacencia. Son ellas las que, en muchas ocasiones y desde discretas distancias, han removido, sacudido y oxigenado nuestros límites. No los olvidemos.