La operación de rescatar a Ferran García Sevilla de su radical posición en contra de la institución artística ha terminado bien y era justo hacerlo por lo que ha significado su obra de contribución a la rebeldía artística en el contexto del arte catalán y español. No estaba muy claro que hubiera un happy end . El encontronazo con la curadora Teresa Grandas preparando una posible retrospectiva en el Macba acabó mal. El artista no quería que la obra fuera tratada como en el resto de artistas de la generación conceptual exhibidos en la institución que, pese al desentendimiento con la curaduría oficial del museo, seguían adelante dando en la mayoría de los casos un resultado muy por debajo de sus posibilidades.
Hacía lástima ver en su estudio de Sant Just Desvern todas las carpetas de sus trabajos conceptuales de los años setenta por el suelo ya punto de ser lanzadas a la basura. El MNAC se interesó por este desafortunado asunto y ha conseguido la donación de 54 obras datadas entre 1966 y 1974, en una exposición que se complementa con la muestra Cosmos-Caos , que se exhibe en Tecla Sala.
Finalmente, el artista más rebelde, irreductible, independiente y libertario de la cosecha generacional de las últimas décadas que se ha manifestado mil veces en contra del poder, de la violencia, de lo políticamente correcto y visceralmente en contra de galerías , curadores, críticos y museos ha terminado dentro de la institución artística, pero no cómo la institución ha querido, sino cómo él ha querido. Esto es lo que muestra la exposición Cosmos-Caos en Tecla Sala, el artista que ha reunido obras, en su mayoría pinturas, aquellas que hacen del artista una lanzadera, un dardo explosivo sobre la monstruosidad que anida dentro del hombre, el caos, la violencia, la maldad, la estupidez, el desorden: “No hago pinturas por vender. Pinto para que los demás piensen y sientan.” Cuestiones existenciales y morales donde hay conflicto le motivan a seguir trabajando.
El aparato intelectual de Ferran García Sevilla es tan amplio e intenso como la adrenalina que activa su aparato crítico en contra de todo lo políticamente correcto, porque esconde represión y violencia enterrada. Ha evitado ser instrumentalizado por ninguna institución. Ni el Museo Reina Sofía logró usar su obra El faro del poder (1976) para celebrar los cuarenta años de la Constitución española. Y es que tras el “hacerlo del poder” hay una crítica feroz a la “falocracia” del poder institucional, político, papal y la rebelión hacia la figura del padre que tan bien definió en su instalación Patrius, patria, patrium (1975-76), contra la figura de Franco y su propio padre. En el ámbito de esta obra En el número del PAPA , escribe: “ Papa, siempre te has llamado Jesús García Pastor. ”