Del 28 de noviembre de 2022 al 1 de septiembre de 2023, el MACBA Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona presenta a Josep Grau-Garriga. Diálogo de luz, un proyecto de investigación de Núria Montclús y Esther Grau, en colaboración con Àlex Castro y Alba Clavell.
Josep Grau-Garriga. Diálogo de luz es el primero de una serie de proyectos de investigación y exhibición impulsados por el MACBA en torno a prácticas y agentes cuya relevancia no ha sido siempre suficientemente reconocida. Josep Grau-Garriga (Sant Cugat del Vallès, 1929 – Angers, 2011) fue un artista clave en la renovación del tapiz y el arte textil contemporáneo, tanto a nivel nacional como internacional.
La obra que hoy puede verse en el museo y que da nombre a la exposición, Diálogo de luz (1986-1988), es una instalación variable que Grau-Garriga adaptó e incorporó a diversas arquitecturas; entre otros, destaca la presentación que hizo en 1988 en el agujero de la escalera principal del Palau Robert, donde la pieza se mostró por primera vez. Grau-Garriga experimentó con técnicas transdisciplinarias y ensayó grandes formatos, más allá de los límites del arte textil tradicional. Lo hizo a través de lo que él llamaba environamientos : estructuras que propiciaban la inmersión del espectador en la obra y un contacto más íntimo con los materiales que la constituían. En los environamientos, a menudo surgidos de un proceso de creación colectiva, Grau-Garriga exploraba nuevas formas de pedagogía artística para aproximar arte y vida que, a su vez, convertían la obra de arte en una experiencia compartida. Con este tipo de obras, Grau-Garriga se convirtió en un referente de la transformación de la técnica del tapiz a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
Después de formarse en pintura, dibujo, escultura y grabado en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios y en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, hizo algunas incursiones en la pintura mural y el vitral artístico. En 1957 empezó a trabajar con Miquel Samaranch en la manufactura Aymat de alfombras y tapices, desde donde al año siguiente ideó la Escola Catalana del Tapís, que le permitió poder trabajar con artistas como Joan Miró, Josep Maria Subirachs y Antoni Tàpies.
En 1957 realizó su primer viaje a París, donde conoció a Jean Lurçat, maestro renovador del tapiz a partir de una relectura del tapiz gótico. Un par de años más tarde, en 1959, impresionado por el informalismo matérico y gestual de Jean Dubuffet, comienza a cuestionar su práctica y reconduce sus investigaciones hacia el peso de la materia como elemento clave para conseguir la autonomía del textil en tanto que obra de arte. A partir de ese momento, introduce en sus tapices nuevos materiales de carácter más cercano y menos «noble», como pueden ser el yute, la cuerda, o el hilo metálico. Esta búsqueda de la liberación textil y los juegos volumétricos de los materiales empleados conducen al artista hacia una experimentación progresiva de la relación del tejido con el espacio. A partir de los años setenta sus obras muestran un carácter radicalmente diferente y de técnica liberada: son piezas cada vez más tridimensionales, que se alejan de su presentación sobre el muro, aumentan de formato y pasan a ocupar el espacio donde están instaladas das.
Espoleado por esta ocupación progresiva del espacio y por la exploración del factor tiempo en la experiencia perceptiva de la obra, Grau-Garriga empezó a realizar un conjunto de environamientos efímeros en espacios interiores de edificios monumentales y también en espacios públicos de todo el mundo, como el Arras Gallery de Nueva York (1971), el Centro Culturel du Marais de París (1975), la pista de esquí de Sugarbush en Vermont (1978), la Montgomery University de Washington ( 1979), el Museo Rufino Tamayo de México DF (1980-1981), el Instituto Francés de Barcelona (1984), el Castellet de Perpiñán (1984) y la catedral de San Nicolás de Alicante (1985), entre muchos de otros.
Estos environamientos, que siguió desarrollando a lo largo de su vida, se basaban en composiciones textiles que se expandían por el espacio e interpelaban al espectador, que se convertía en partícipe de la obra por el hecho de habitarla y circularla. En algunos casos, este carácter participativo se concretaba aún más, porque se partía de un proceso de creación colectiva y colaborativa que se materializaba en la realización de talleres previos con colectivos diversos, donde Grau-Garriga reivindicaba el carácter pedagógico del arte e invitaba a los participantes a construir aquellas creaciones efímeras.
Desde 1964 el trabajo de Grau-Garriga se ha podido ver en numerosas instituciones de todo el mundo, como The Museum of Fine Arts de Houston (1970), LACMA (Los Angeles, 1974), el Musée d'Art Moderne de la Ville de Paris (1981), el Palacio Robert (Barcelona, 1988) y el Musée Jean Lurçat de Angers (1989 y 2002). Recientemente su obra se ha podido ver también en la 22 Bienal de Sydney (2020).