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Cuatro revoluciones conceptuales

Cuatro revoluciones conceptuales

No hay tarea más titánica que tener que escribir un texto unitario sobre cuatro libros aparentemente desconectados entre sí. Sólo el oficio de la crítica puede llegar a una empresa como ésta, la de encontrar el hilo conductor de cuatro obras publicadas en varios momentos y sobre temáticas aparentemente alejadas aunque englobadas en la categoría de arte. Desde Bonart se me reclama la reseña conjunta de cuatro maravillas: Pinturas , de Óscar Astromujoff con poemas manicomiales de Leopoldo María Panero (Ámbito); Lo que no vemos, lo que el arte viene , de Graciela Speranza (Anagrama); Sin figuración, poca diversión , de Óscar Tusquets Blanca (Tusquets), y Maternasis , de Núria Pompeya (Kairós). Más allá de que dos de los autores se llaman Óscar, ¿no parece que haya ningún parentesco, verdad? Pues manos a la obra, porque hay un concepto que las liga en fardo a las cuatro: la revolución artística, la novedad, la transgresión y, por qué no, la incomodidad del espectador.

Cuatro revoluciones conceptuales

El libro catálogo de Núria Pompeia es un libro de culto e icono del feminismo publicado por primera vez en 1967 y que supuso una doble revolución tanto en el ámbito del diseño gráfico como en el punto de vista sobre la maternidad. Entre la estética zen y la contracultura, Pompeya sabe transmitir el saco de emociones que implica un embarazo, desde la fecundación hasta el momento delicado del parto. En la misma línea revolucionaria, las pinturas negras de Óscar Astromujoff, ilustradas por la poesía loca y magistral de Leopoldo María Panero, suponen una visión alucinada de la vida. El resultado es la pintura de un lenguaje o una caligrafía pintada. La lucidez drogada y la violencia expresiva rompen con el panorama habitual y escluso del arte que destroza salas y centros culturales como si se tratara de una fábrica de churros. Revolucionario, por tanto, por lo que tiene de intenso, innovador e incómodo. El libro de Gabriela Esperanza confía en la inagotable potencia del arte para volver visible la invisibilidad de dos temas que amenazan a la humanidad en el siglo XXI: el desastre ambiental y la inmersión en un mundo cada vez más digital. ¿Dónde está la revolución de esa aparente obviedad que todos conocemos? Pues muy sencillo: a través de las lecturas fragmentarias de novelistas rompedores como Karl Ove Knausgard, o de los conciertos aracnocósmicos de Tomás Saraceno, o de la telefotografía de Trevor Paglen, la autora extrae conclusiones inteligentes y realiza una crítica contundente sobre la gran capacidad del arte para recalibrar nuestro lugar en el planeta, para romper la tela de araña que nos encadena y para aprender a mirar más allá de la opacidad que trata de cegarnos. Finalmente, las certezas de Óscar Tusquets se concretan en una: él busca emoción y aquí (en el mundo) sólo carece de trascendencia. Según Tusquets, en el libro ilustrado con fotografías de Eva Blanch, en el arte abstracto –un mote erróneo– no encuentra ningún tipo universal (amistad, amor, paso del tiempo, humor, recuerdos, muerte). El concepto revolucionario del recorrido de Tusquets es la defensa enconada de la figuración, una apología que contrasta con la dosis ingente de abstracción que llena nuestras galerías de arte. Porque el arte figurativo es útil. Son textos revolucionarios en la medida en que mezclan escritos de hace treinta años y las ideas no han envejecido nada con reflexiones redactadas actualmente que despiertan al lector y no le dejan tregua.

Cuatro revoluciones conceptuales

Como ya apuntó en 1849 Richard Wagner en su ensayo La obra de arte del futuro , ésta no surgirá desde los sucios fundamentos de nuestra cultura actual, ni de los repugnantes fundamentos de nuestra educación, ni de las condiciones que dan en nuestra moderna civilización la única base pensable para que exista. Todo esto es sólo el artificio de una cultura antinatural. La revolución conceptual configura transformaciones sistémicas de percepción, interpretación, creencias, relaciones que obligan tanto a la subjetividad humana como a la intersubjetividad a la reorganización de un todo y de las partes que se le adjudican como una auténtica transformación del conocimiento y de los vínculos sujeto -objeto.

En estos cuatro libros reseñados que recomendamos con fervor, tanto Astromujoff, como Speranza, como Tusquets, como Pompeya siguen la estela de la revolución artística, entendiéndola –por separado pero a la vez conectados por un agujero de gusano conceptual– como una forma nueva de mirar la realidad y, sobre todo, de saber transmitirla a los neófitos que aún vamos por la vida separando o etiquetando la realidad porque no sabemos leerla.

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