Comisariada por Pere Pedrals, la exposición Mrs. Death. Amèlia Riera , que se podrá visitar en la Virreina Centro de la Imagen hasta el 6 de noviembre, nos acerca el trabajo de una autora pionera desde la perspectiva de género con una obra sobre el fetiche y la teatralización que se anticipa al tiempo presente y que estuvo muchos años por delante de sus coetáneos.
Mrs. Death. Amèlia Riera gira principalmente en torno a su obra más contestataria, la producida entre mediados de los sesenta y finales de los setenta, un período que coincide con los años del tardofranquismo y la Transición, cuando la denuncia impregna todas las facetas de su trabajo y crea dos de sus principales series, la de los Ex-voto y la Serie Sade , claves en su trayectoria, y que le valieron la fama de necrófila y sádica. La obsesión por la muerte, junto con el sadismo, la necrofilia y el vampirismo, son los conceptos clave que otorgan a su obra una aureola de misterio y enigma. Un universo en el que la inexistencia de personajes provoca que los espectadores enfrentados con la inconmensurable soledad seamos protagonistas de placeres negativos y de terrores agradables.
Una obra inclasificable que ha sido muchas veces silenciada. En un folleto de 1975, Riera afirmaba: “Explicar mi propia obra, autodefinirme, declarar la intencionalidad de mi actitud o de mi gesto, me resulta tan complicado, tan poco atractivo, como cumplimentar por triplicado cualquier cuestionario oficial, acompañado de las pólizas y timbres móviles correspondientes. […] De la tremenda carga literaria que usted descubre en la obra, de los posibles choques, los traumas, los conflictos que la inspiran, una servidora, ni media palabra.” Como explica el comisario, Pere Pedrals, “aunque su trabajo abarca desde la pintura hasta las instalaciones, pasando por el dibujo, la obra gráfica e incluso la creación de su propio personaje, está en la intervención objetos que esta lucha se hace más evidente; los objetos son un ataque frontal y, casi siempre, contra varios objetivos a la vez”. Sobre el tratamiento de los objetos en su trabajo, Amèlia Riera explicaba: “Los pensaba distinto a los cuadros, porque no buscaba lo mismo, la intención era más directa, más afilada. En el objeto cuenta más su intención y en los cuadros todo es más mental, más sensible. Los objetos son la protesta directa, quería hacer daño, provocar.”
La muestra recoge un período breve pero muy significativo del artista: el que va desde mediados de los sesenta hasta finales de los setenta y que plantea nuevas relecturas sobre la subversión de los arquetipos utilizados para representar a las mujeres y su sexualidad, la reflexión sobre el problema de la incomunicación en la pareja heterosexual, la visibilización de las relaciones de poder, la disciplina del cuerpo, gobernado, sometido e incluso expropiado, la subjetividad.
En la imagen: Amelia Riera. Mujer fotografiada , ca. 1982