Las cuatro y media de la tarde del 13 de septiembre de 1848, Cavendish, Vermont, el preciso momento en que una barra de hierro de poco más de un metro de longitud y dos centímetros y medio de diámetro perforaba el cerebro de Phineas Gage, el operario jefe que trabajaba para la compañía de ferrocarriles Rutland & Burlington habilitando el paso de las vías a través del uso de explosivos.
Por un error humano, la barra salió disparada y le perforó la mejilla izquierda, entrando en el cráneo y atravesando la parte frontal de la cabeza siendo expulsada al exterior. Sorprendentemente, Gage seguía vivo, y consciente, era capaz de hablar y razonar sin problemas. Pero más allá de las lesiones físicas, había algo que había cambiado, Gage ya no era Gage.
El área afectada por la perforación era concretamente la del lóbulo prefrontal del cerebro, una zona donde el procesamiento se procesa el lenguaje, la percepción y las funciones motrices. Debido a la alteración provocada en esa zona, Gage sufrió una gran transformación en su conducta social. Este cambio permitió llegar a entender que los sistemas dedicados al razonamiento afectan también a las dimensiones sociales y éticas de los individuos, que nos permiten tomar decisiones pensando en nuestro futuro, contar con el sentido de la responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás , así como tener una respuesta emocional ante las situaciones en las que nos encontramos.
Un extraordinario caso que todavía nos permite reflexionar sobre la complejidad y versatilidad de este complejo órgano. Accidentes, patologías, lesiones, intervenciones... factores que generan alteraciones rompiendo con el funcionamiento regular de alguna parte del cerebro. A menudo se llega a acceder a nueva información, pero ésta no siempre sirve para afianzar afirmaciones, ya que muchas veces lo que ofrece son nuevos interrogantes.
Quizás la complejidad, que es ciertamente el rasgo que caracteriza al cerebro humano, sólo nos permitirá alcanzar un conocimiento limitado compuesto por misterios y dudas materializadas con nuevas preguntas...
Tan fascinante como misterioso y poliédrico, el cerebro abre un amplio abanico de posibilidades de exploración más allá de las que la propia ciencia propone, y sin lugar a dudas el arte tiene mucho que decir, explorar y cuestionar. Cerebro(s) presenta un posible itinerario estructurado a partir de tres secciones –materia, mente y otros mentes– que nos aproxima a algunos conocimientos, y también interrogantes, sobre este órgano plural a través de diversas miradas de investigadores, creadores y pensadores que lo estrujan, lo exploran y lo analizan; que le presentan abriendo incógnitas al espectador que se acerca buscando conocerse un poco más.
En la imagen: Greg Dunn y Brian Edwards. Self reflected 2014-2016. Cortesía de los artistas