Cada cinco años, el mundo del arte internacional acude a la ordenada y próspera ciudad de Kassel, en Alemania, para celebrar la Documenta, considerada la exposición de arte contemporáneo más importante del mundo. Esta edición está comisariada por el colectivo artístico indonesio Ruangrupa, fundado en Yakarta en 2000. Es la primera vez que la dirección artística se otorga a un grupo.
El colectivismo como la última de las bellas artes.
Ruangrupa rompe algunas de las inercias que caracterizan a este tipo de eventos globales. En primer lugar, la idea del comisario como patriarca –aunque también hubo mujeres que imitaron el rol masculino–; una exposición museística en boga y, no menos importante, la del artista. No hay nadie , ni tampoco se le espera, no hay cabida para estos acorazados egos. Estamos ante una Documenta que pisa los ideales pactados por el mercado, por mucho que acaben sumidos. El colectivo cultural catalizador para que sucedan otras cosas, en las calles y plazas, en la naturaleza y en el río, en su materialidad y sus procesos. El colectivismo como la última de las bellas artes.
Inaugurada el 18 de junio, Ruangrupa no sólo logra reorganizar la esfera cultural en la poderosa Germania durante cien días, sino que posiblemente reescriba lo que significa y significará este evento artístico en el futuro. La base del concepto comisarial de esta 15ª edición es el lumbung , un granero indonesio utilizado para almacenar el excedente de una cosecha de arroz mientras la comunidad decide colectivamente cómo repartirlo. Para el lumbung de Kassel, Ruangrupa invitó a 14 colectivos de artistas internacionales. Estos grupos, a su vez, invitaron a más de 50 colectivos. El resultado de ese laberinto de conexiones es que el número de participantes tiene miles. La lista completa de artistas es casi una obra de arte conceptual en sí: son más de 1.700 y su inmensa mayoría del sur global: Asia del Sur, África, América del Sur y el sur de Europa. Y de sudeuropeos (aunque nos pese) son tres los colectivos españoles que participan: la editorial Consonni, el colectivo agroecológico INLAND/Campo Adentro y Recetas Urbanas.
Richard Bell.Documenta Kassel, 2022. Foto: Nicolas Wefers
Ecosistema abierto
No hay casi ningún artista de los países ricos e industrializados, y los que existen no pertenecen al star-system . De Dinamarca viene Trampolin, un grupo que representa a los solicitantes de asilo en el país nórdico. Desde Australia, el aborigen Richard Bell insta a los blancos a devolver la tierra robada. Desde Hungría llegan rumanos, RomaMOMA con Małgorzata Mirga-Tas, también presente en la Bienal de Venecia. Y para los que se quejan de que no están representados, como la polémica con Israel y más, debemos considerar que este evento no es una asamblea de la ONU, sino una exposición con un enfoque específico que recae en los artistas del sur global .
Esta Documenta es un ecosistema de procesos abiertos y colectivos. Sin duda, muestra su rechazo a los países industrializados occidentales –entre ellos el país que lo acoge–, en la explotación, y critica la política europea de refugiados. Desde la literatura, la sociología, la economía, la música electrónica o la arquitectura, Ruangrupa crea dispositivos en los que interactúa el público, y ágoras en las que discutir sobre la historia olvidada, el nuevo colonialismo o las narrativas migratorias.
Experiencias cooperativas
Desde la edición de Szeeman, Documenta es como el barómetro de la práctica artística del quinquenio siguiente. El efecto que produce en los programas de los centros de arte de todo el mundo es evidente. Quizás a partir de ahora, en los museos tengamos más experiencias cooperativas y comunales que obras. Lo de experimentar el museo no viene de ahora, tenemos Tiravanija y compañía y el arte relacional y esto. Lo que sí es nuevo es hacer de todo un proceso colectivo o compartir recursos. Y poner énfasis en esto, no en los resultados.
Es emocionante ver cómo, pese a la pandemia, estar restringidos los viajes internacionales y ser literalmente miles, han sido capaces de organizarse en asambleas establecidas atendiendo a las diferentes zonas horarias. A cada grupo se le asignó un “bote colectivo” independiente de los costes de producción, y ellos mismos han decidido cómo gastarlo. Los colombianos MaMa han decidido dar la mitad de todo lo recibido a los nativos del Chocó, con los que trabajan regularmente. El rumano Dan Perjovschi destinará parte de su presupuesto a un festival de teatro en su ciudad natal y además financiará una muestra sobre la Documenta.
Todos los colectivos que exponen persiguen misiones sociales o medioambientales en sus países. Por citar algunos, Wajukuu Art Project imparte clases de arte a los niños de Mukuru, un barrio marginal de Nairobi (Kenia). En la confortable Kassel el grupo ha traído un túnel oscuro lleno de sonidos de las calles de Mukuro que conduce a los visitantes al Documenta Halle, uno de los espacios más importantes. Baan Noorg Collaborative Arts and Culture trabaja con monjes y ganaderos en una zona rural de Tailandia, promueve la sostenibilidad y preserva las tradiciones locales, para lumbung ha instalado una rampa de monopatín y un teatro de marionetas también en el Halle.
Prácticas comunitarias
Documenta, fundada después de la Segunda Guerra Mundial en un intento de recuperar a Alemania como nación cultural, también funciona como un zeitgeist . Interpretar esta edición audaz y sutilmente e imaginar nuevas posibilidades para las prácticas creativas y comunitarias es decisivo. Quizás la experiencia estética no ocupa el centro del escenario, o no como la comprendemos en Occidente, por eso valdría la pena involucrarse en el cambio de paradigma.
En la imagen: La Intermundial Holobiente . Documenta Kassel, 2022. Foto: Nils Klinger