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Exposiciones

Fundación Mapfre presenta "Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura"

Fundación Mapfre presenta "Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura"
bonart madrid - 21/09/22

La Fundación Mapfre arranca la temporada de exposiciones con la inauguración de Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura, exposición organizada por Fundación MAPFRE con la colaboración del Musée national Picasso-Paris, la Comisión Nacional Española para la Conmemoración del 50 aniversario de la muerte del artista español Pablo Picasso y la González Administration.

La muestra Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura, que podrá visitarse del 23 de septiembre de 2022 al 8 de enero de 2023 en la Sala Recoletos de Madrid, se trata del último gran proyecto de Tomàs Llorens, uno de los más lúcidos y emblemáticos historiadores del arte de nuestro país, fallecido el 10 de junio de 2021. Comisariada con su hijo Boye, esta muestra culmina una línea de investigación en la que el historiador dedicó una parte central de su trabajo durante buena parte de su trayectoria.

Tradicionalmente, el trabajo conjunto entre Pablo Picasso y Julio González ha sido considerado por la historiografía del arte como el momento en que se produce la “invención” de la escultura en hierro y, por tanto, la introducción de la abstracción en el arte territorio escultórico. Sin embargo, y por primera vez, esta muestra plantea cómo este hecho, uno de los hitos fundamentales en el arte internacional del siglo xx, no fue algo aislado y puntual, sino consecuencia de un proceso que «respondía a un impulso de transparencia y desmaterialización que agitaba, de distintas formas, la creación artística de finales de los años veinte y comienzos de los treinta», en palabras de Tomàs Llorens, comisario de la muestra en el origen de este proyecto.

La exposición Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura que presenta Fundación Mapfre pone de manifiesto que la cuestión es bastante más compleja; su planteamiento permite un mejor entendimiento de la relacion entre ambos creadores y aborda problemas fundamentales para la comprensión de la escultura moderna. En el período comprendido entre 1928 y 1932, Julio González y Pablo Picasso colaboró en el proyecto artístico que tenía como fin realizar un monumento funerario dedicado a Guillaume Apollinaire, fallecido en 1918; Picasso había recibido el encargo de una comisión formada, entre otras, por la viuda del poeta, Jacqueline Apollinaire, y los escritores André Billy y André Salmon. La colaboración entre González y Picasso, amigos desde los tiempos de la Barcelona modernista, comenzó en septiembre de 1928. El proceso de trabajo conjunto se fue dilatando en el tiempo y finalmente no llegó a materializarse, al menos no de la forma prevista, por las continuas diferencias con el comité, que esperaba un monumento conmemorativo de carácter tradicional. Sin embargo, sí dio sus frutos. González creó una serie de esculturas desmaterializadas en las que trabajaría el resto de su trayectoria y que le valdrían, póstumamente, el reconocimiento de ser uno de los padres de la escultura abstracta en hierro, aunque él mismo remarcó su lejanía respecto a esta tendencia. Picasso, por su parte, aprendió las posibilidades del trabajo de forja y de la soldadura en hierro que le enseña González, así como a realizar alguna de las esculturas más relevantes del siglo pasado, como Mujer en el jardín.

Este trabajo conjunto, que Picasso no abordó hasta pasados casi diez años desde la muerte de su amigo y que no llego a materializarse en los términos previstos, se ha tradicionalmente estudiado como el origen de un nuevo tipo de expresión escultórica: la escultura en hierro. La nueva forma de trabajar el metal iba a jugar un destacado papel en la producción artística de las décadas centrales del siglo xx y serían consideradas el equivalente escultórico del expresionismo abstracto y del informalismo; es decir, equivalencia al nacimiento de la escultura abstracta. La segunda premisa desde la que suele tratar este tema implica cerrar la indagación dentro de los límites del pequeño conjunto de obras producidas en colaboración por ambos artistas —once esculturas, siete de esbozos de pequeño tamaño—, realizado en el transcurso de una quincena o veinte sesiones de trabajo a lo largo de cuatro años.

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