El signo es el mensaje

Perdona que empiece por donde no toca y me meta donde no me piden. Me confieso hombre de papel, de papel escrito. De pequeño desconocía los puntos de libro y me comía la esquina de la página donde estaba el número, para seguir al día siguiente en el punto indicado.

Más adelante, dirigí una subasta de libro antiguo y, a regañadientes, no adquirí el sueño de mi vida: una colección de papel timbrado del Estado español, entre 1516 y 1873, cada uno escrito con la caligrafía de su año.

Imagine, pues, cómo me pongo si veo que hay una elección de la colección Suñol y Soler, itinerante por Cataluña, dedicada al tema de los “Signos y escrituras”. ¡Aprovecha, que ahora está magníficamente instalada en la Fundación Palacio de Caldes de Estrac hasta el 18 de septiembre!

Dicho esto, deje que os rebaje un poco el entusiasmo: a pesar de ser una exposición llena de piezas interesantísimas, hipnóticas algunas, incitadoras de latrocinio de otras, los títulos de este tipo de exposiciones –¡ey, que no falten!– son como el cordel de un collar: las joyas son las obras, pero el hilo conductor es la tesis.

Una tesis apasionante: la interacción entre letras y signos (que es lo que son también las letras) y artes plásticas. Puede imaginar que desde los jarrones griegos, las estatuas y los mosaicos romanos, la letra ha acompañado el arte. Y que nuestro alfabeto procede de abstracciones de dibujos: gire una A mayúscula, es la cabeza de un buey con sus cuernos; Aleph, del protocananeo, en 1000 antes de Cristo. Vea la pintura románica, que nos indica los nombres de los santos, o las filacterias renacentistas donde se encabía toda la información extrapictórica, o cuando se empezaron a firmar las obras de arte...

Y ya en el siglo XX, el collage, las palabras en libertad de Marinetti, el dadaísmo, el surrealismo, el letrismo... El Pop Art, el conceptual, etc.

Las 42 piezas de la colección Suñol son todas realizadas a partir de 1972, de la mano de artistas catalanes, vinculados o frecuentes en el panorama artístico catalán y, como excepción, el pionero del arte povero Alighiero Boetti.

Las obras están divididas en cuatro apartados pero, entre nosotros, bastantes son intercambiables: 1) Signos : símbolos y formas, algoritmos indescifrables. 2) Hacia una referencia a la palabra y al texto : sí, pero que su lectura no aporte ningún significado literal. 3) Letras, collages y tipografías: las letras del alfabeto elevadas a la categoría de parámetro artístico. Y 4) Textos explícitos: el título ya lo dice todo.

De visita obligada por la calidad de las piezas y el interés de los artistas que intervienen (Tàpies, Millares, Aballí, Rabascall, Darío Villalba, Limoso, Fina Miralles, Zush, Carmen Calvo...) la tesis, a pesar de su solidez, no pasa de feliz acompañamiento.