La Canónica de Santa María de Vilabertran (Alt Empordà) acoge el 15 de julio la inauguración de la exposición Parar taula, que reúne obras de las artistas gerundenses Isabel Banal y Xifré y Tura Sanglas, comisariada por Ingrid Guardiola. La muestra se enmarca en la octava edición del ciclo estival “Diàlegs. Arte, música y patrimonio” del Departamento de Cultura y Bòlit, Centro de Arte Contemporáneo. Gerona
Los diálogos empezaron a explorar la fértil relación entre el arte contemporáneo y el patrimonio cultural, con el objetivo de convertir a Santa María de Vilabertran en un espacio de referencia de la difusión del arte contemporáneo de las comarcas de Girona. Un diálogo que hoy en día es una práctica común en el territorio. Los centros de arte contemporáneo y los espacios patrimoniales salen de sus propios contextos para encontrarse en un cruce de miradas y discursos que enriquece, necesariamente, ambos contextos.
Poner mesa, muestra que se podrá ver hasta el 25 de septiembre, recoge en dos espacios del monasterio los trabajos de las artistas gerundenses Tura Sanglas e Isabel Banal. En palabras de la comisaria: “Parar mesa es un gesto antiguo y común. Si se para es por la promesa de disponer y compartir el alimento. Durante la pandemia, las mesas (escritorios –uno de los muebles más vendidos en aquellos meses–, de las cocinas o del comedor) fueron sitio muy importantes; también en nuestra tradición religiosa (tablas talayóticas, altares cristianos...). Son espacios de oración y pensamiento, de reunión y ofrenda. Poner mesa es agradecer, celebrar, vestir lo más rudimentario y básico, también forjar tradiciones, silencios. La mesa de El caballo de Turín o las tablas de las películas de Kaurismaki están desnudas, subrayan la pobreza –material, emocional– del momento, falta algo. Echar la mesa es ese instante de pausa que hace de puente entre dos acciones, entre dos momentos del día, entre las ausencias y las presencias. Es hacerse meritorio de la ganancia de un día más, disponer de herramientas básicas que nos asegurarán la supervivencia del cuerpo y del corazón. Ocupar la mesa es hacerse presente, hacer el recuento de los que todavía están ahí y que importan.”
Banal y Sanglas pertenecen a dos generaciones y contextos muy distintos pero con una sensibilidad compartida a través de distintos elementos comunes. Dice Ingrid Guardiola: “Las artistas predisponen los ingredientes, ponen mesa, hacen variaciones sobre los mismos gestos, el perímetro se hace profundo y el objeto se convierte en un mundo. Ambas, desde una sencillez atávica, rehacen las tablas convertidas en tálamos o lugares de acción, maniobran con las piedras, con el jabón, con el pan —de plata, de trigo—, transfiguran el cuerpo —propio y ajeno—, recorren rastros —cotidianos, bíblicos, tradicionales, históricos—, trabajan en dimensiones pequeñas temas descomunales, poetizan los símbolos femeninos y dan