El MNAC presenta, del 8 de julio al 9 de octubre de 2022, la exposición Annibale Carracci. Los frescos de la capilla Herrera. La muestra, comisariada por Andrés Úbeda de los Cobos, exhibe juntos los frescos de uno de los pintores más reconocidos del siglo XVII, Annibale Carracci.
Durante la década de 1830, los frescos se arrancaron y traspasaron a lienzo, y poco después se enviaron a España. Siete de los fragmentos se depositó en el Museo del Prado y los otros nueve, los que actualmente pueden verse en el Museo Nacional, en la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi. Se desconoce la localización de los otros tres fragmentos que faltan por completar el conjunto, aunque parece que en su día se depositaron en la iglesia de Santa María de Montserrato, en Roma.
Este conjunto de pintura mural de excepcional importancia era hasta ahora poco conocido debido seguramente a su dispersión. Las pinturas que conserva el Museo Nacional fueron restauradas en diferentes campañas desde 1992. La reciente restauración de los fragmentos que conserva el Prado ha permitido finalmente que ambos museos puedan abordar juntos su exposición y estudio y, en colaboración con la Galería Barberini, mostrarlo también en Roma.
La pintura mural despegada tiene una presencia muy especial en la colección del Museo Nacional. En las salas de arte románico, con las pinturas de las iglesias de los Pirineos, en las de arte moderno, con los frescos realizados por Xavier Nogués por las Galerías Layetanas y, en las salas de Renacimiento y Barroco, con los frescos de Carracci . La exposición permite ahora recorrer las distintas alturas de la capilla y recrear su decoración.
En los primeros años del siglo XVII, Annibale Carracci (Bolonia, 1560 – Roma, 1609) se comprometió con Juan Enríquez de Herrera a pintar al fresco la capilla de su familia en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma. Carracci ideó todo el conjunto y llegó a ejecutar algunos frescos antes de que en 1605 sufriera una grave enfermedad que le apartó del proyecto y delegó la ejecución de las pinturas a Francesco Albani. A pesar de que se trata del encargo más importante recibido por Carracci al final de su carrera, estos frescos, que reproducen escenas de la vida de San Dídaco de Alcalá, franciscano andaluz muerto en 1463, son prácticamente desconocidos en su conjunto por al gran público debido, entre otras circunstancias, a su dispersión.
El arranque de las pinturas de los muros de la capilla debido al deterioro de la iglesia, provocó que, de los diecinueve fragmentos de pintura mural existentes, sólo dieciséis llegaron a España (siete fragmentos se conservan en el Museo Nacional del Prado y nueve llegaron a la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi desde donde fueron depositados en el Museo Nacional de Arte de Cataluña), y los tres restantes se depositaron en la iglesia romana de Santa María de Montserrat, donde no pudieron ser localizados.
Allí se trasladó también la pintura del altar, donde sigue hoy. En el Museo Nacional de Arte de Cataluña se conservan –como depósito de la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, donde ingresaron oficialmente el 9 de agosto de 1851– nueve pinturas murales: las dos que se situaban en el exterior por debajo del acceso a la capilla, la Asunción de la Virgen y los Apóstoles alrededor del sepulcro vacío de la Virgen, y otras cuatro, arrancadas de las paredes laterales del interior, la Predicación de san Dídaco , la Curación de un joven ciego, la Aparición de san Dídaco en su sepulcro y el Milagro de las rosas.
Además, el Museo Nacional cuenta con otras tres pinturas al fresco que representan al Padre Eterno, extraído del cierre semiesférico de la linterna, a san Pedro y san Pablo, santos que flanqueaban el cuadro de altar en el muro testero de la capilla. Esta pintura del altar, pintada al óleo sobre tabla, San Dídac de Alcalá intercede por Diego Enríquez de Herrera, que también forma parte de la exposición, se encuentra hoy en la iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat. El conjunto del Museo Nacional del Prado está formado por siete frescos. Los primeros son los cuatro trapecios que decoraban la bóveda de la capilla y que narran los asuntos relativos a la vida del santo protagonista: San Dídac recibe limosna, la Refracción milagrosa, San Dídac salva al chico dormido en el horno y San Dídac recibe el hábito franciscano. Además, el Prado posee tres de los óvalos que se situaban en las conchas: San Lorenzo, San Francisco y Santiago el Mayor. Estas obras se exponen por primera vez después de su reciente restauración.
Junto a estas pinturas se exponen dibujos relacionados, estampas que reproducen los fragmentos perdidos y libros de exequias de los reyes de España donde se reproduce el interior de la iglesia.