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André Ricard, el diseñador de las cosas bellas y útiles

André Ricard, el diseñador de las cosas bellas y útiles

El documental André Ricard, cuyo diseño invisible recoge la trayectoria de este precursor del diseño industrial entregado a diseñar las cosas más humildes ya democratizar la belleza.

Que los utensilios cotidianos que utilizamos funcionen de la mejor manera posible es la manía que ha empujado al diseñador André Ricard a crear cosas útiles. Nacido en Barcelona en 1929, de pequeño empezó a interesarse por la forma de las cosas. Una manía que le ha convertido en uno de los padres del diseño industrial en el Estado español y un referente de renombre internacional. Atraído por la escuela Bauhaus y admirador de Raymond Loewy, André Ricard se declara un autodidacta porque cuando él empezó las escuelas de diseño no existían y su forma de hacerlo ha forjado hablando con la gente y observando mucho.

André Ricard se ha construido una mirada alejada de los imperativos inminentes del marketing, él no ha perseguido hacer ninguna revolución sino lograr una evolución. Por todo ello, André Ricard es una figura primordial del diseño industrial, un hombre que ha hecho muchísimas cosas, entre ellas, promover el FAD, y del que ahora, gracias al documental realizado por Poldo Pomés con guión de Xavier Mas de Xaxàs, podemos conocer más.

“No hay que tener vergüenza y diseñar las cosas más humildes. Es en los utensilios cotidianos que podemos hacer más cosas, ¡y todavía queda mucho por hacer!”, remarcaba el diseñador industrial André Ricard el día de la presentación del documental André Ricard, el diseño invisible en la galería Santa & Cole de Barcelona.

André Ricard, el diseñador de las cosas bellas y útiles

Por André Ricard, premio nacional de Diseño (1987), caballero de la orden de la Legión de Honor en Francia y distinguido este año con el premio Design Europa que concede la Unión Europea, de lo que se trata es de conseguir que las cosas que utilizamos funcionen de la mejor manera posible. Quizá por eso en la presentación del documental no estuvo de decir que en la actualidad "se está perdiendo el tiempo en tonterías cuando hay muchas cosas esenciales pendientes de resolver".

Ha hecho muchas cosas, seguramente su trabajo más emblemático es haber diseñado la antorcha olímpica de Barcelona 92; pero su catálogo está lleno de objetos cotidianos, como la batidora Moulinex, interruptores de bordes redondeados, la pinza antipolillas para colgar en el armario más famosa del mercado, muchos envases de leche que destacan porque son fáciles de coger. Ricard también es el padre de piezas icónicas como el cenicero Copenhague o la luz Tatu. Y a lo que ha dedicado muchas horas es a crear los frascos de las colonias de la marca Puig, como el de Agua Brava, del que Miró hizo una escultura de tan bello y poético que lo encontró.

A la pregunta de qué le hubiera gustado hacer y no ha hecho, responde que siente una envidia sana por las vinagreras diseñadas por Rafael Marquina. Convencido de que las ideas están ahí y que sólo hay que ir a buscarlas, André Ricard defiende que las cosas que funcionan son discretas, y es precisamente “cuando un objeto funciona bien que alcanza la belleza”. Por eso él defiende que "la belleza es una consecuencia, no una finalidad".

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