Siempre se ha sostenido que "la experiencia es un grado", pero con la emergencia de las nuevas tecnologías este concepto ha mutado hacia otra vertiente. Ahora "la experimentación es un grado".
El arte basado en la utilización de las nuevas tecnologías (casi todo actualmente) depende en gran medida de estas nuevas conceptualizaciones de los artilugios tecnológicos, haciéndonos entrar en una especie de bucle histórico de hipertextualización. El arte con nuevas tecnologías no deja de salir de la autorreferencia técnica, algo que ya ocurrió con las vanguardias artísticas, donde la pintura se hablaba a sí misma. Quizás el caso más claro sea el de Pollock, que utilizaba la mancha pictórica para reflexionar sobre la pintura misma.
Hoy, impactados por la inteligencia artificial, los descubrimientos de la ciencia y el espacio, las nuevas formas de vida, la declinación de la religión y la blockchain y los NFT, podríamos decir que vivimos en un estado de fascinación perpetuo en el que lo nuevo ha ocupado el lugar de la experiencia.
El posicionamiento artístico y creativo actual está desplazado hacia la aceptación de que la experiencia se basa en la aceptación del error y la innovación es el nuevo valor del mercado.
Esto nos pide poner tabla rasa perpetuamente para aceptar, comprender e integrar los nuevos procesos productivos y de aprendizaje de acuerdo con nuestra evolución y exigencias contextuales, de un mundo que ya no puede detener el giro de 720 grados, ya que no gira sólo en un eje terráqueo basado en polos opuestos y magnetismo terrenal, sino que también lo hace en la esfera de lo virtual, configurando lo que llamo el espacio de la “virrealidad”.
Finalmente, nos encontramos en un eje espacio-temporal sin precedentes en la era moderna-contemporánea, sólo equiparable con aquella revolución industrial que tanto nos ha dado a nosotros, los humanos, y tanto le ha quitado a ella, la naturaleza.
Ha llegado el momento temido en el que cada uno debe decidir en qué lugar de la realidad se encuentra. Ya no vale estar en el lugar del medio o el limbo contemporáneo, sino debemos asimilar nuestra posición como humanos aumentados o como Sapiens sapiens .
Esta situación nos estresa, nos convierte en seres multitarea, que no escuchan y que sólo ven.
Por último, nos damos cuenta que nuestra única posible salvación depende de desaprender lo establecido y generar nuevas dinámicas sostenibles a través de la tecnología, nuestra única herramienta vital para poder seguir sobreviviendo en este mundo alterado por nosotros mismos y que espera que, si ya lo hicimos en una dirección, seamos capaces de hacerlo en la opuesta.
En cualquier caso, si ya no es posible aquí, podría estarlo allí, lejos, en el cosmos, donde nuestra nueva identidad y las posibilidades creativas se sigan desarrollando, y esto sólo depende de nuestra capacidad actual. No se trata de escapar, sino de sobrevivir frente a retos que no existen, frente a retos de los que no tenemos ni conciencia ni experiencia.
Imagen: CELESTE: Harddisks2dio cortesía. Nuevo cielo digital creado en tiempo real con el color del cielo de distintos países.