Somos seres simbióticos, interconectados por tejidos invisibles de redes vibrantes que nos rodean. La vibración de nuestros pensamientos tiene resonancia en nuestro cuerpo y el medio en el que nos encontramos. El resonar de nuestra voz deja huella. Estas fuerzas telúricas se manifiestan desde el principio de los tiempos, y la vibración y la luz podrían clasificarse como las dos fuerzas creadoras que dan forma a nuestra existencia planetaria.
Desde diferentes tradiciones ancestrales se da luz a este fenómeno desde un acercamiento místico espiritual, y es la palabra, la voz, la vibración quien da forma a la existencia a través de las más altas divinidades. El antropólogo Yara nos explica que en la tradición guaraní la sacralización de la palabra es la característica esencial de sus conceptos, todo irrumpe y brota de la interacción vibrante entre el ser humano y su decir. “Su palabra es la expresión divina del ser luminoso que irrumpe desde su más recóndito ser. El habla es una huella efímera, volátil, imbuida de ligereza ascendente. […] Lo sagrado que vibra en su voz es intangible, como la luz de vida, de resplandor” 1 . La raíz de la cultura religiosa occidental también comparte esta tradición con el Evangelio de san Juan: “En el principio era la palabra, y la palabra era con Dios, y la palabra era Dios […].” El desarrollo de la conciencia consiste en ir al encuentro de esta palabra, y por eso es necesario darnos cuenta de nuestros pensamientos, palabras y lo que esto genera en nosotros mismos y en nuestro entorno.
¡No venimos del mono!, somos seres espirituales en un estado de trascendencia. Venimos de un largo viaje por todos los planes de existencia. Las estrellas, los planetas, las constelaciones no son sólo demasiados, son nuestras hermanas. Por un corto período de tiempo disfrutamos de un cuerpo físico que viene de una sustancia que se crea desde el calor y de ahí la necesidad del tacto, el contacto... Para encontrar los mapas de este viaje por el multiverso , tenemos que ir al interior, eche un vistazo a las redes neuronales y las redes cósmicas! Somos red, somos un reflejo del macrocosmos a la inversa, un espejo hacia adentro, somos un milagro. Formamos parte de un todo y somos un todo dentro de esa maravillosa composición sinfónica que emerge del movimiento de todos los planetas, y aquí tenemos la clave de nuestro resonar, del vibrar de nuestros pensamientos, del sonido de nuestras palabras. De ahí la importancia de nuestro vibrar en conciencia.
Desaprender de lo invisible, la palabra, el pensamiento, desaprender que venimos del mono, desaprender del hecho de que somos sólo materia.
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1. Miowa, Yara (2001) Kuarahycorá . Ediciones Urano SA. Barcelona, p. 1.
Torusto. La palabra perdida , de Ester G. Mecías, se ha exhibido en el Goetheanum, Dornach (Suiza), del 28/4 al 22/5 del 2022. También en el festival Emergencias, en Palma, como performance: Torusto. La palabra perdida. Performance 469, el 1 de abril de 2022.