El Museo Reina Sofía presenta del 3 de junio al 19 de septiembre, en el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro, la exposición dedicada a Néstor Sanmiguel Diest (Zaragoza, 1949) que, bajo el título La peripecia del autómata, brinda l oportunidad de examinar su producción artística desde finales de la década de 1980 hasta la actualidad.
Lejos de articularse como una muestra retrospectiva al uso, despliega series de trabajos ejecutadas en diferentes momentos de su trayectoria, y dibuja un recorrido que permite adentrarse en la práctica de este autor que se define como un « artista de taller». Este proyecto expositivo, al cuidado de Beatriz Herráez, explora las relaciones que establece el artista entre imagen y texto. Una producción en la que se cruzan registros pictóricos, sistemas de reglas y signos gráficos, y en la que el trabajo, entendido como una máquina abstracta que estructura nuestras vidas, aparece como una preocupación constante. Lejos de establecer un itinerario exhaustivo o con voluntad antológica, la muestra dibuja una cartografía en la que se relacionan piezas ejecutadas en diferentes momentos de su trayectoria.
En el trabajo de Néstor Sanmiguel Diest son frecuentes las referencias a los ámbitos de la historia del arte, la literatura y la música, pero también a lo cotidiano y ordinario, al incorporar a sus piezas documentos, facturas, fragmentos de textos, notas o páginas de prensa. Se trata de una invitación a pasear por una selva de símbolos, un lugar lleno de silencios expresivos, en una negociación constante con lo que se agolpa en los márgenes y que a menudo pasa desapercibido. Una producción que no participa de una interpretación literal del mundo, y que se asienta en una simultaneidad de apropiaciones y citas, como un mecanismo potencialmente infinito y circular que sorprende por su densidad.
Desde los primeros años de su actividad, vinculado a la fundación de colectivos como A Ua Crag (1985-1996), el Segundo partido de la montaña (1987-1988) y Red District (1990-1992), Sanmiguel Diest es presenta como un productor sistemático y metódico. Su obra ingente, cientos de dibujos y pinturas, conforma un catálogo donde los límites entre imagen, texto y representación se convierten en visibles y problemáticos. Alejado de las convenciones, sobre todo de aquellas que se apresuran a dictaminar la obsolescencia de algunos lenguajes en la contemporaneidad, sitúa su práctica en un campo cuya profundidad histórica es reconocible con referencias a la historia del arte, la literatura y la cultura popular. Son trabajos que no participan de una interpretación literal del mundo que nos rodea, por el contrario, responden a un programa que se asienta a la simultaneidad de imágenes y textos, discursos oficiales y subalternos, ideológicos o meramente documentales, en un mecanismo potencialmente infinito y circular que obliga a reubicar la mirada de quien se sitúa frente a él.